Tener dolor de espalda es como estar triste; a nadie le gusta, pero le pasa a casi todas las personas en algún momento. También, aprenda a identificar si es un golpe, torcedura o está fracturado.
Fracturas simples y compuestas
Un hueso se fractura por la misma razón que cualquier cosa se rompe: la fuerza aplicada en él es mayor que la que puede soportar. En ocasiones, la fractura atraviesa el hueso, y los extremos quedan casi en el mismo lugar y no traspasan la piel. Esto se conoce como fractura simple. En una fractura compuesta, uno o ambos extremos del hueso roto atraviesan la piel, y abren la herida a una posible infección.
Dentro de estos dos rangos existen varios tipos de fracturas. Se les clasifica por su forma, determinada por la fuerza aplicada al fracturarse. Un golpe muy fuerte, como sucede en los accidentes de coches, puede astillar el hueso en varias partes y provocar lo que se conoce como fractura conminuta. La tensión aguda, directa o constante, como sucede al correr, puede provocar fracturas transversales, una ruptura recta que desalinea los bordes. Los niños suelen sufrir fracturas en tallo, en las que el hueso se curva, rompiéndose solo en su superficie externa.
Debido a que los huesos comienzan a sanar de inmediato, es muy importante unir los extremos de la fractura y mantenerlos alineados. El tratamiento de primeros auxilios correcto es vital. Si la persona lastimada no puede caminar, se debe buscar ayuda médica. Hasta que esta llegue, la víctima debe guardar el máximo reposo, especialmente si se sospecha que hay lesión de la columna vertebral.
¿Por qué muchos padecemos lumbago?
¿Le duele la espalda?… ¡Bienvenido al club más grande del mundo! Los dolores de espalda suelen asolar constantemente a casi el 80% de la población, y por muchas razones el número de víctimas sigue en constante ascenso.
A pesar de que la ciencia médica ha hecho enormes progresos en la cura de muchos padecimientos graves, los médicos confiesan que sus esfuerzos para aliviar las espaldas adoloridas en todo el mundo han sido casi infructuosos.
El lumbago no es una enfermedad, sino un síntoma, lo que dificulta mucho su cura, ya que en el 90% de los casos resulta imposible señalar la causa. En el 10% restante, la razón del dolor salta a la vista: generalmente proviene de una lesión en la columna o en los músculos que la sostienen. Como resultado, uno de los discos que separan las vértebras puede dislocarse levemente y oprimir un nervio.
Si esto sucede en el cuello, el dolor se sentirá en las piernas. Es frecuente que ocurra en la parte inferior de la espalda y cause gran variedad de dolores: en el lugar, en los glúteos o en el nervio ciático, que se extiende desde las piernas hasta los dedos de los pies. En los ancianos, el dolor suele ser causado por osteoartritis de la espina dorsal.
Cuando la causa es evidente, los médicos suelen tener éxito en su curación por medio de masajes, fisioterapia o cirugía. Algunos aconsejan reposo, baños de agua tibia y analgésicos suaves. Otros afirman que ante resultados poco alentadores se debe aplicar un tratamiento radical: poco descanso y mucho ejercicio.
No cabe duda de que las víctimas de lumbago pueden ayudarse por medio del ejercicio, adoptando un tipo de vida saludable, adelgazando y aumentando su actividad. El ejercicio puede molestar al principio, pero a la larga ofrece más esperanza de mantener el dolor bajo control.
Este consejo se aplica no solo a quienes padecen lumbago. Si usted aún no es víctima, puede prevenir un ataque poniéndose en forma y aprendiendo a usar su cuerpo con sensatez.
La buena postura será siempre la mejor guarda. Es esencial aprender cómo levantar objetos pesados. Aproxímese, lentamente doble las rodillas manteniendo la espalda recta. Deje que el peso recaiga en piernas, no en la columna. La natación también es un buen remedio.