La clave era la distancia.
Por qué se escogió la Luna para el primer viaje espacial
Cuando el 25 de mayo de 1961 el presidente Kennedy anunció los planes para el programa Apolo, la meta consistía en enviar hombres a la Luna y traerlos de regreso, a salvo, antes de que terminara la década. El objetivo era la Luna: nadie pensó en los otros planetas. La distancia era la clave. La Luna se encuentra mucho más cerca que otro objetivo en el Sistema Solar. En promedio, se halla a 384.400 km de distancia. El más cercano, Venus, se encuentra a casi 110 veces esa distancia y Marte está casi dos veces más lejos que Venus. Con excepción de la Luna, esos son nuestros vecinos más próximos.
La nave Apolo tardó cuatro días en llegar a la Luna. Si el destino hubiera sido Marte, Neil Armstrong y su equipo habrían tardado al menos 270 días. Otro factor consistió en que la gravedad de la Luna es mucho menor que la de Marte o la de Venus. La nave hubiese tenido que llevar más combustible, no solo para un viaje más largo, sino para generar la fuerza de despegue que le permitiera escapar a la fuerza gravitacional antes de emprender el regreso. La velocidad de escape de la Luna es de 2,4 km/seg; la de Marte, 5,1 y la de Venus, 10,3 km/seg.
¿Por qué se necesitaron trajes espaciales en la Luna?
Como la Luna carece de aire, los trajes espaciales están presurizados para mantener el cuerpo a la presión atmosférica normal de la Tierra (1 kg/cm2). Si prescindieran de sus trajes, los astronautas experimentarían algo peor que la aeroembolia, que en ocasiones afecta a los buzos, y sus cuerpos estallarían.
Los astronautas también necesitaban protegerse del intenso calor. Aun en la Tierra, las rocas de color oscuro, que absorben el calor, pueden calentarse al grado de que no podamos tocarlas. La Luna no tiene una atmósfera que reduzca la energía solar y a plena luz la temperatura aumenta a 110°C.
La Tierra tiene un termostato propio que controla el calor del Sol: nuestra atmósfera conserva el calor y lo dispersa de las superficies calientes. Los océanos ocupan el 70% de la superficie terrestre. Como el agua absorbe gran cantidad de calor antes de calentarse, estos inmensos mares controlan de modo eficaz los repentinos aumentos de temperatura.
La Luna carece de estas ventajas. Sin una atmósfera de por medio, la intensa luz ultravioleta del Sol llega sin filtrar. Los trajes espaciales cuentan con visores que filtran los rayos ultravioleta y la gruesa tela protege contra los micrometeoritos, partículas de polvo que chocan contra la Luna a gran velocidad, de manera que un viajero desnudo tendría la impresión de estar en una tormenta de arena.