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Los restaurantes más sorprendentes del mundo

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¿Te gusta viajar y disfrutar de ricas comidas? ¡Entonces tenés que conocer los 7 restaurantes más sorprendentes del mundo!

Restaurante la Roca: Michanwi Pingwe, Zanzíbar

Si visitar un local de pescado y papas fritas no ofrece el suficiente riesgo que desea, este restaurante —situado sobre un afloramiento rocoso varios metros dentro del mar— podría ser un poco más emocionante. Los comensales del Restaurante La Roca, en Zanzíbar, deben nadar, subirse a una lancha o arriesgarse a caminar en la marea baja para llegar hasta el islote donde se encuentra el establecimiento en el este de África. Luego tienen que subir por una desvencijada escalera de madera para llegar hasta su mesa. Pero su recompensa es una hermosa vista del océano Índico y la idílica playa de Michanwi Pingwe. Se recomienda reservar con anticipación, pues el diminuto restaurante informal es comprensiblemente popular. Pero si el clima resulta poco confiable o, incluso, hay una alerta de tsunami podrían cambiar la fecha de su reservación. El dueño, aparentemente un pescador local, sirve la pesca del día. El menú incluye espagueti con langosta, ensalada de pulpo, carpaccio de pescado y cangrejo en abundancia. Aquí, ¡los mariscos son de lo más fresco!

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Pyongyang: Amsterdam, Holanda

En un edificio de oficinas normal del suburbio de Osdorp, en Amsterdam, podrá encontrar una pequeña muestra de la música country más reservada del mundo. El Pyongyang es, según su dueño, el holandés Remco van Daal, el primer restaurante con ambiente norcoreano de Europa. El local, sin ventanas y decorado odestamente, ofrece un menú de cinco (o nueve) tiempos en el que figuran auténticos platos coreanos, como fideos fríos, sepias y sopa de pollo negro. Las cuatro meseras norcoreanas, ataviadas a la usanza tradicional, también bailan y cantan en vivo; todas ellas fueron seleccionadas especialmente por el gobierno de aquel país para ir a trabajar y representar a Corea en Occidente.
Las autoridades norcoreanas han establecido una cadena de restaurantes —también llamada Pyongyang— a lo largo de Asia para generar dinero en efectivo (que tanto se necesita) y buena publicidad para el régimen. Pero Van Daal dice que la suya es una aventura independiente, sin motivaciones políticas, que tan solo busca que el visitante se dé una idea de un mundo desconocido.

El Búnker de Stalin: Moscú, Rusia

¿Visitó el restaurante Pyongyang y adquirió un gusto por las temáticas políticas? He aquí otro deleite para usted. Construido en secreto en un rincón nororiental de Moscú a finales de la década de 1930, el Búnker de Stalin es un laberinto de impresionantes salas de reuniones, dormitorios y un túnel de escape de 16 kilómetros de largo desde el Kremlin, cavado para albergar al líder ruso (y hasta 199 colegas suyos) en caso de que Hitler se acercara demasiado. Abarca más de 100.000 metros cuadrados, y actualmente cuenta con un restaurante. Con una capacidad para 40 personas, sirve comida georgiana (un reconocimiento a los orígenes de Stalin), que se parece mucho en sabor a la comida árabe. Los comensales comparten el espacio con diversos objetos de valor histórico de la época, incluyendo el  uniforme militar del líder ruso y una estatua de tamaño real del gobernante arrullando a un niño en sus brazos: ¡buena suerte para mantener el entremés en su estómago con esa mirada sobre usted! Y, tal como podría esperarse de la famosa burocracia de la ex Unión Soviética, si va en grupo, deberá reservar con la debida anticipación.

Los restaurantes más sorprendentes del mundo

Perlan: Reikiavik, Islandia

Perlan significa “la perla” en islandés, y es un nombre que le va muy bien porque este restaurante se encuentra en una pieza de deslumbrante arquitectura blanca. El inmenso domo hemisférico se sitúa sobre seis enormes depósitos de agua, y alberga comercios y un espacio para exhibiciones. El restaurante giratorio de cristal se halla en la parte superior y, en el transcurso de dos horas, ofrece una vista de 360 grados tanto de Reikiavik como del área circundante. También hay un géiser artificial en el terreno, que se activa a intervalos regulares. Pese a que los platos son exquisitos —¿por qué no prueba la pechuga de pato con salsa de foie gras?—, su costo no es tan elevado. Un menú de cuatro tiempos cuesta alrededor de 60 dólares. Y quizá, solo quizá, una noche clara de invierno pueda ver la aurora boreal —a través de los 1.000 paneles de vidrio del restaurante— completamente gratis.

Taberna Kalin: Eslovenia/Croacia

La antigua Yugoslavia —ahora dividida en los estados de Croacia, Eslovenia, Macedonia, Bosnia, Montenegro y Serbia— no es reconocida por sus cordiales relaciones fronterizas. Y aunque las Guerras de Yugoslavia terminaron hace 13 años, la tensión sigue cocinándose (al igual que la sopa) en la Taberna Kalin. El restaurante se construyó hace 180 años, pero descubrió que, en cierto modo, se extendía sobre una zona demasiado precisa de la frontera entre Croacia y Eslovenia (cada porción de tierra cuenta en los Balcanes) cuando los territorios se volvieron a trazar en 2004. Los baños del restaurante están a un lado de una línea amarilla que divide la propiedad, asentada firmemente en Croacia, pero se come y se paga la cuenta al otro lado, en Eslovenia. Es posible trasladarse libremente dentro de la taberna, pero una hilera de macetas, situada afuera, delimita el punto donde termina un país y comienza el otro. Como la entrada de Kalin está en Eslovenia, a los guardias armados de la frontera croata no les haría gracia que se internara más allá de las macetas luego de beber mucho brandy. Si todo esto le resulta demasiado complicado para una noche de diversión, considere que la Taberna Kalin es famosa por su delicioso cerdo asado y carne de venado, y entre su clientela se encuentran políticos croatas y eslovenos. Solo absténgase de mencionar la guerra.

El Restaurante Observatorio: Johannesburgo, Sudáfrica

¿Le gustaría cenar con las estrellas? No, no nos referimos a Cheryl Cole ni a Adele… estamos hablando de Alfa Centauro y todas ellas. Localizado en Aloe Ridge, en el antiguo complejo de cuevas de piedra caliza de Sudáfrica llamado la Cuna de la Humanidad (considerado patrimonio mundial), el Restaurante Observatorio permite a los comensales mirar el cielo a través de dos inmensos telescopios. Uno de ellos —de 60 centímetros de diámetro— supuestamente es el más grande que usan los aficionados en el hemisferio sur. A los invitados se les pide, mesa por mesa, subir una escalera de mano y mirar por el telescopio más grande durante su comida, mientras el astrónomo residente hace un extenso recorrido, desde la composición de la Vía Láctea hasta la definición de una guardería estelar. El telescopio más pequeño se ofrece durante y después del postre, y es especialmente bueno para buscar cometas y supernovas; les permite a los comensales tener un poco de competencia saludable mientras prueban la cocina estilo francés del lugar. “Es muy probable que un comensal descubra algún día un [nuevo] cometa desde la comodidad de su mesa en el Restaurante Observatorio”, dicen entusiasmados los propietarios.

Isdaan: Tarlac, Filipinas

No se trata solo de un restaurante, sino de un “resto-parque”. Este establecimiento —en un ambiente rodeado de peces y ubicado en una choza que flota sobre un pequeño lago— verdaderamente quiere que los comensales se relajen. Puede recibir un masaje en su mesa, una serenata de músicos tradicionales, alimentar a los peces o —si sigue resistiéndose a relajarse— liberar el estrés arrojando objetos a una pared. Tazas, vasos, platos… cualquier cosa se puede lanzar al muro tacsiyapo (“de la vergüenza”). En él hay blancos marcados con “molestias” comunes, para ayudarlo a canalizar su ira. ¿Por qué no tirar toda una vajilla a “¡jefes, gerentes, supervisores y demás!” o tal vez a su “¡ex pareja!”? Se dice que al dueño del restaurante se le ocurrió la original idea tras un episodio de ira que tuvo en su casa, en el cual rompió una variedad de sus propios platos. Bueno, quizás haya sido más barato que tomar terapia. Siempre y cuando haya platos y utensilios disponibles, podrá saborear los platos filipinos tradicionales en los que el restaurante Isdaan se especializa, como el calamar cocinado en vinagre y los caracoles con crema de coco.

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