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¿Sienten celos los animales?

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Los animales manifiestan sentimientos similares a los humanos. Por eso, saber cómo manejarse ante cambios como la llegada de nuevos integrantes a la casa es esencial. 

Ya lo hemos visto antes: el instinto que se despierta en el gato que decide estirarse sobre el teclado cuando llega el momento de trabajar, o la danza frenética que protagoniza el perro cuando uno se relaja un rato para ver una película. Apenas sienten que la atención se diversifica, los celos se apoderan de nuestras mascotas, o al menos eso es lo que parece.

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Los expertos en comportamiento animal aún se mantienen escépticos acerca de si los animales domésticos son presas de ese mismo monstruo que atrapa a los humanos. “Estos animales demuestran que experimentan emociones básicas, como enojo”, afirma Paul Morris, profesor de psicología de la Universidad de Portsmouth, en Inglaterra. Estudios de psicología animal también han determinado que una amplia variedad de especies manifiestan sentimientos como miedo, sorpresa, alegría y pánico. “Pero es posible, sostiene Morris, que las mascotas tengan la capacidad de experimentar sentimientos más complejos como celos”.

Numerosos estudios, entre ellos uno llevado a cabo por el propio Morris, han mostrado que más allá de los primates, otros animales pueden experimentar emociones secundarias como culpa, vergüenza y orgullo. Sin embargo, a diferencia de lo que sucede al emplear respuestas neurobiológicas o psicológicas para evaluar los sentimientos primarios como el miedo o el enojo, los datos obtenidos sobre emociones secundarias en animales derivan de registros humanos sobre lo que ellos piensan que experimentan las mascotas; aun no contamos con herramientas para poder estudiarlos directamente a ellos.

Ya sea que lo llamemos celos o no, las mascotas sí se angustian y esperan de sus dueños mucho más que comida y refugio. “Comprender las necesidades emocionales de una mascota es importante en la medida que nos preocupe el bienestar del animal”, afirma Morris. El estrés se manifiesta a través de síntomas como aceleración del ritmo cardíaco, hipertensión y alteraciones en funciones gastrointestinales y reproductivas.

Los grandes cambios, como la llegada al hogar de un bebé, pueden causar ansiedad en las mascotas, conducta que puede percibirse como envidia. Algunos perros actúan en forma posesiva con las personas y cosas que valoran y pueden mostrarse agresivos con cualquiera que amenace lo que es suyo, afirma Dorothy Litwin, especialista en comportamiento animal.

Preparar a los animales puede ayudar a suavizar la transición. Litwin recomienda anticiparse a la manera en que cambiará la rutina e incorporar nuevos patrones a la mascota. “Si el perro no podrá subir más al sillón cuando llegue el bebé, comenzar a indicarle que se recueste en su cama por la noche con un hueso o un juguete”, aconseja la experta.

La presentación de una nueva mascota también puede ser un proceso que genere tensión. Litwin comenta que una de sus perras gruñe o mira con furia cuando ellas se acurrucan juntas en el sillón y un cachorro más pequeño intenta sumarse. “Intenta controlar el acceso a algo que es valioso para ella: mi atención”, afirma Litwin. Dedicar tiempo a cada perro individualmente puede ayudar, al igual que participar de actividades divertidas con ambos perros para favorecer su vínculo. Y felicitarlos con afecto cuando logran convivir en armonía desalienta las rivalidades.

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