Si no tenés un vecino que riegue tus flores mientras estás fuera de casa, podá los brotes sobrantes para reducir el consumo de agua.
- Colocá las macetas pequeñas en macetas más grandes, con arena húmeda o abono.
- Agrupalas en un sitio con sombra o enterralas en una pila de abono o en un cantero.
- Cuando plantes las flores, agregá gel para retener líquido en el abono.
- Colocá las macetas sobre una manta de riego húmeda, cuyo extremo debés sumergir en un balde.
- Las macetas con un fondo falso poseen un reservorio de agua en la base, que se conservará por más tiempo si las cubrís con abono.
- Cortá la base de una botella de plástico, quitale la tapa y rellená el cuello con abundante algodón. Incrustá la botella, cuello hacia abajo, en la tierra y atala a una estaca para mantenerla erguida. Llenala de agua antes de irte de tu casa y, poco a poco, irá drenando. Fabricá una para cada maceta.
- Si te ausentás por períodos largos, instalá un sistema de riego automático que pulverice agua para cada maceta. Algunos poseen un cronómetro para controlar el riego.