Tené a mano estos 9 trucos para obtener la mejor calidad y cantidad cuando compres alimentos.
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Comprá comida sólo una vez a la semana: corregí esa mala costumbre de comprar los alimentos por impulso. Pegá en tu heladera un imán con una libreta y una lapicera y cuando se termine un alimento anotalo en una lista. Este simple hábito tendrá un impacto positivo en la economía familiar. Si no anotás una lista, estarás condenado a entrar miles de veces al supermercado sólo a comprar un par de productos. Mejor determiná un momento a la semana para ir al súper sin prisas, a fin de que puedas concentrarte. No les des el gusto a los gerentes de que te olvides la lista en casa, ya que entre más vayas al supermercado es más probable que acabes comprando artículos que no necesitás. Además, cuando tenés que comprar un producto con urgencia no te importará el precio ni tendrás tiempo de buscar una oferta o esperar a que ésta llegue. Por si fuera poco, cuantas más veces vayas al súper, más gastarás en nafta, lo que subirá la cuenta total.
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Tomá el carrito más pequeño: si vas al súper a comprar sólo un artículo, no tome un canasto. Si vas a comprar sólo tres artículos, tomá un canasto y no un carrito. Sólo agarrá un carrito si planeás adquirir muchos productos. Cuando entrás a un supermercado sabiendo que tendrás que cargar tu compra hasta la caja, vas a saber contenerte. Además, si ya estudiaste las ofertas que hay y sabés exactamente lo que buscás, no tenés por qué comprar de más, ¿no?
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Buscá ofertas “limitadas”: cuando veas un letrero en el súper o en un local de ropa que anuncie rebajas, y sólo te permitan adquirir un número máximo de artículos, aprovechá. Es probable que nunca vuelvas a ver esos productos a un precio similar. Cuando aparecen estas ofertas es una señal de que están vendiendo los productos al precio en que el proveedor los vendió o incluso más baratos, afirma la doctora Eugene Fram, profesora de marketing en el Instituto de tecnología de Rochester. Los negocios grandes fijan límites por temor a que los comercios familiares compren su inventario a precio ganga y lo revendan más caro, pero no es tu caso, así que ¡a comprar!
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Investigá el precio de 12 productos: comprá un pequeño cuaderno y explorá tu heladera, freezer y despensa para averiguar cuáles son los 12 productos que consumís con mayor frecuencia. Para muchas personas esta lista incluiría gaseosas, leche, jugo y pan. Escribí el nombre de cada artículo en la parte superior de una página. Llevá tu libreta siempre que vayas de compras, y cada vez que adquieras alguno de esos artículos, anotá el precio. También anótalo cuando veas que está de oferta en algún supermercado. No pasará mucho tiempo para que te des cuenta de cuándo ignorar las ofertas y en qué casos debés esperar a que aparezca una. Como los consumidores que saben ahorrar han aprendido en sus andanzas, es vital saber distinguir una oferta de un precio abusivo. Un supermercado grande puede tener en venta 30.000 artículos, pero si podés encontrar sólo 12 que tengan rebajas considerables te ahorrarás una suma significativa. Un consumidor esporádico nos confesó que al comprar grandes cantidades de pechuga de pollo en oferta y congelarla, en lugar de pagarla al precio estándar, se ahorraba una cantidad equivalente a la de varias docenas de pollos al año.
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Vigilá la caja registradora: el cajero del súper quizá tenga ganas de hablar sobre el clima o de establecer una pequeña charla mientras cobra tus productos. Seguramente no lo hace con mala intención, pero la distracción que provoca puede dañar tu bolsillo. Decile educadamente que necesitás prestar atención a otra cosa, y mantené la vista fija en la pantalla donde se muestran los precios. Las cajas registradoras no siempre están actualizadas con los precios más recientes de todos los artículos, y algunos supermercados se comprometen a darle al cliente un artículo gratis si detecta que le están cobrando de más. Gracias a que ha hecho bien su tarea y a que sabe exactamente cuánto cuesta cada producto que suele adquirir, decile al cajero cuando detectes alguna discrepancia. Si la política del supermercado es generosa con sus clientes, tu atención será retribuida. Pero incluso si no obtenés ninguna compensación por el error involuntario, al menos tendrás la certeza de que estás pagando lo que te prometieron por todas tus compras.
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Verificá cuidadosamente tu tarjeta de descuentos: muchos supermercados ofrecen tarjetas de descuentos para que ahorres dinero en ciertos productos. Algunas veces estas tarjetas son unos diminutos rectángulos de plástico que se colocan en el llavero y que el cajero pasará en el escáner de la caja. Si tenés varias tarjetas de descuentos en tu llavero, tené cuidado cuando se lo des al cajero. Si éste escanea la tarjeta equivocada, puede ser que la caja haga “bip”, pero de ninguna forma te hará los descuentos. Sostené la tarjeta correcta entre los dedos al entregarla, y confirmá en la pantalla que la caja está haciendo válidos todos los descuentos.
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Andá a la feria en la tarde: las ferias son excelentes para comprar frutas y verduras, pues los productos están más frescos gracias a que se cultivaron cerca de su localidad. Y si llegás a la hora correcta, podés adquirirlos con un descuento considerable. En la tarde, los vendedores se topan con la posibilidad de tener que guardar o tirar las mercancías sobrantes, cosa que no quieren hacer. Así que para no tener que pensar qué destino tendrán los restos de sus productos, es probable que prefieran vendértelos a un precio reducido.
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Para ahorrar, hacelo vos mismo: la industria alimentaria quiere que creas que te están haciendo un enorme favor al ofrecerte bolsas de ensalada prelavada y porciones individuales de sopa. De hecho, lo que están haciendo es buscar formas de sacarte más dinero. Comprá los ingredientes individuales de la ensalada y paquetes regulares o grandes de sopa, cereal, avena y otros alimentos. Lavar y desinfectar las verduras o dividir la comida en varios recipientes sólo te tomará unos instantes, y no estarás pagando más dinero por productos que en el fondo no necesitás.
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Mantené la cerveza en la oscuridad: los grandes bebedores de cerveza se pueden ahorrar unos cuantos pesos si implementan un truco que practican los amantes del vino. Creá tu propia “cava de cerveza”. Buscá un lugar fresco y oscuro donde puedas guardar las botellas sin necesidad de estar moviéndolas; en estas condiciones, la cerveza se mantendrá fresca durante 6 meses. Estate atento a las ofertas de verano o a las ventas prenavideñas, cuando podés comprar en grandes cantidades tus marcas preferidas a precios increíbles. Y después, si querés, invitale un trago al gerente del supermercado de tu barrio para consolarlo por haber perdido a su mejor cliente de 6 packs.
Lo que los supermercados no quieren que sepas sobre la ubicación de los productos
Mientras recorrés los pasillos del súper con tu carrito, fijate bien en los estantes de abajo y de arriba. Los fabricantes de alimentos pagan cuotas extras para que sus productos se exhiban en los estantes centrales, con el fin de que los consumidores los vean fácilmente. ¿Adiviná quién paga esta especie de alquiler? En efecto: vos. Los gerentes cruzan los dedos para que dirijas la vista hacia delante, así que recordá que también hay que ver para arriba y para abajo, pues los artículos de los estantes superiores e inferiores tal vez sean más baratos.