Recordando a Stepehen
Hawking
No
hay una regla que diga que un tipo que se la pasa formulando ecuaciones para
explicar los agujeros negros, la teoría de campo unificado y otros alucinantes
misterios del universo no pueda ser un bromista. Aun así, siempre resultaba
sorprendente cuando el físico Stephen Hawking salía en la tele y hacía un
chiste.
Hawking
era quizás el científico más famoso del mundo cuando murió, a los 76 años, a
principios de 2018. Su libro Breve historia del tiempo, de 1988, vendió diez
millones de ejemplares y lo convirtió en una insólita súper estrella hasta para
aquellos que sufrían con la física en la secundaria.
Pero
el humor siempre fue un factor importante en su empeño por llevar la física al
público en general. Por ejemplo, en El gran diseño, publicado en 2010, relata
que en 1277 la Iglesia Católica declaró heréticas las leyes de la Naturaleza,
como la de la gravedad, ya que reducían la omnipotencia de Dios. “Curiosamente
—agrega en el mordaz texto—, el Papa Juan [XXI] murió por los efectos de la
ley de la gravedad unos meses más tarde, cuando le cayó encima el techo de su
palacio.”
Leonard Mlodinow, coautor con Hawking de El gran diseño, señala que la física y el humor están más relacionados de lo que se piensa. “El humor suele consistir en mirar las cosas de manera diferente o hacer asociaciones extrañas o inesperadas”, asevera Mlodinow, quien acaba de publicar un libro. “En física, sucede lo mismo”.
En cierto sentido, el elemento sorpresa fue el arma humorística secreta de Hawking. No solo el absurdo de que un científico gritara “¡Si buscas problemas, los encontraste!” antes de golpear a un sujeto en la cara, cosa que hizo el Hawking animado en Los Simpson, sino el hecho de que no dejó de sonreír a pesar de que pasó más de cinco décadas en una silla de ruedas.
“Si buscas problemas,” bromeó Hawking en Los Simpson, “¡los encontraste!”.
Tenía
apenas 21 años cuando le diagnosticaron esclerosis lateral amiotrófica, una
enfermedad degenerativa. Para la mayoría, el padecimiento habría sido una
catástrofe. Pero Hawking pasó sobre la adversidad como si fuera un guijarro
bajo su silla de ruedas. “La vida sería trágica —dijo una vez—, si no fuera tan
cómica”.
Así
que hacía chistes. En una ocasión, el presentador de televisión John Oliver le
preguntó sobre los universos paralelos. “¿Entonces hay un universo en el que
soy más inteligente que tú?”, bromeó Oliver. La seca respuesta de Hawking (aún
más divertida por el timbre opaco de su voz generada por computadora): “Sí. Y
también existe uno en el que eres gracioso”.
Stephen
también disfrutaba el humor físico. Se cuenta que le gustaba atropellar con su
silla los pies de quienes lo irritaban, incluido el príncipe Carlos. “Es un
rumor malintencionado —explicó Hawking—. Arrollaré a cualquiera que lo repita”.
“Le
encantaba la aventura y la diversión”, dice Mlodinow, quien una vez llevó a
Hawking a recorrer el río Cam en Cambridge, Inglaterra, en batea, a pesar del
claro riesgo de zozobrar. “Como cuando se subió al cometa del vómito: un avión
que vuela en una trayectoria parabólica, lo que hace que, en determinado
momento, no tengas peso, como si estuvieras en el espacio. Muchos devolvían el
estómago, pero a él le encantaban esas cosas”. En ese entonces tenía 65 años.
Tal
vez el mayor éxito humorístico de Hawking fue una fiesta que ofreció en 2009.
Como era una “recepción de bienvenida para los futuros viajeros del tiempo”,
naturalmente, envió las invitaciones el día después del evento. Nadie asistió,
todavía. “Tal vez un día alguien del futuro encuentre la información y use una
máquina del tiempo de agujero de gusano para regresar a mi fiesta, demostrando
que en el futuro será posible viajar en el tiempo”, explicó Hawking. Y si eso
ocurre, no te sorprendas si Hawking esté allí también. A fin de cuentas, nunca
perdió la oportunidad de divertirse.