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¿A eso le llaman trabajo?

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¿Por qué el trabajo tiene que ser en una oficina aburrida de 9 a 18? ¡Todos desearíamos tener que hacer lo que hacen estos hombres!

Diversión (paga) en el agua

Bajo el sol abrasador de Egipto y la mirada imperturbable de un jurado inmisericorde, cinco jóvenes, tres hombres y dos mujeres, se han reunido para una batalla que forjará sus destinos. Más de 2.000 personas soñaban con estar aquí, en un lugar llamado Hurghada, en la costa egipcia del Mar Rojo, pero solo estas cinco fueron elegidas.

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Durante los próximos dos días, despojados de sus ropas, casi desnudos, se enfrentarán a una serie de desafíos que los llevarán al límite: física, intelectual y emocionalmente. De alguna forma tienen que mantener la calma, la cabeza fría y estar alegres, a pesar de saber que solo uno saldrá victorioso.

Uno de ellos será seleccionado para lo que se ha anunciado como “el mejor trabajo de mundo”: probador de toboganes de agua para la empresa de ocio First Choice. El trabajo consiste en visitar 20 parques acuáticos Splash World en Europa y el norte de África e informar de todo lo que vean.

Luke Gaskins es el ejecutivo que dirige el jurado de cinco personas que tomará la decisión final. “Busco a alguien con entusiasmo e ilusión, pero también que sepa comunicarse”, afirma. “Nuestras vacaciones las contratan todo tipo de personas y nuestro ganador tiene que ser capaz de conectar con todas ellas”. Tampoco estaría mal que al ganador le sentara muy bien el traje de baño, ya que tendrá que escribir habitualmente posts, tweets y hacer vídeos para los perfiles en redes sociales y la página web de First Choice. “En cierta forma, será la persona más famosa de nuestra empresa”, afirma Gaskins.

Y así, la noche antes de que empiece la competición, Gaskins cuenta a los concursantes en qué consiste todo. No se enfrentarán solo a una entrevista exhaustiva de 45 minutos y tendrán que escribir un post ingenioso de 400 palabras para el blog de esta empresa, sino que además cada uno de ellos deberá inventarse una canción sobre las maravillas de los toboganes y cantarla mientras baja por el tobogán, con una cámara de video en miniatura en la cabeza.

Pero eso no es todo. El valiente quinteto nadará todos los largos de piscina que pueda en tres minutos. Harán una carrera por un tobogán de varios carriles. Se pondrán la ropa de trabajo encima de los mallas y se subirán todos juntos a un anillo enorme de goma. Después, se tirarán por un tobogán con muchas curvas e intentarán quitarse toda la ropa extra antes de llegar al final.

Y, en todo momento, independientemente de lo estresante que pueda ser la situación, tienen que mostrarse felices y sonrientes.

De alguna forma lo consiguen. “Los cinco lo hicimos muy bien”, dice el ganador del concurso, Seb Smith, de 22 años, estudiante británico de Tecnología del Diseño de la Universidad de Leeds. “Estaba nervioso pensando cómo se comportaría la gente, pero todos han sido muy simpáticos”.

La prueba más dura, dice, fue la de nadar en la piscina. “¡Estaba helada! Teníamos mucho frío. Cuando salimos de la pileta el jurado pensó: ‘¡Oh, no, hemos matado a los concursantes!’”.

¿Por qué piensas que ganaste? “Soy una persona bastante sociable y creativa”, dice. Ahora Smith tiene por delante un contrato de seis meses por el que recibirá unos 33.000 dólares, más unas vacaciones con todos los gastos pagos. Se entiende que esté emocionado. ¿Pero le tomarán en serio los futuros empleadores cuando vean en qué consistía su trabajo anterior? “No me preocupa en absoluto”, insiste. “Con esto en el CV me destacaré sobre los demás. He vencido a más de 2.000 personas para conseguir el trabajo, así que debo tener algo”. Después, sonríe como un auténtico ganador: “Creo que no tendré problemas”.

Kees Scheepens: susurrador de cerdos

Kees Scheepens habla el lenguaje de los cerdos. Sabe que cuando un cerdo hace un gruñido como “rupp, rupp”, está diciendo que no le gusta lo que uno está haciendo y advierte de que hay que detenerse.

Observa las colas de los cerdos, que son tan expresivas como las de los perros, y habla con ellos. Scheepens puede incluso tomar a un lechón, hipnotizarlo y cambiar su comportamiento, como a un ser humano, para que se tumbe boca arriba, con las cuatro patas en el aire, completamente hechizado.

Pero la habilidad de Scheepens, de 54 años, como susurrador de cerdos, no se debe a ningún truco de magia. Es un veterinario con experiencia. Él y su mujer, Frances, dirigen la granja Walnut y Willow cerca de la ciudad holandesa de Eindhoven, donde los visitantes pueden aprender una forma más humana de criar a los animales e incluso probar la deliciosa carne que producen sus cerdos y su ganado.

Los cerdos de la granja no solo son sabrosos, sino que además huelen bien, porque Scheepens usa caramelos de limón como recompensa cuando aprenden a orinar y a defecar en las zonas de aseo, lo que evita así la formación del amoníaco maloliente que se produce cuando se mezclan las dos sustancias corporales.

Scheepens ha visto más de 5 millones de cerdos por todo el mundo y ha aconsejado a los granjeros cómo criarlos mejor y de forma más amable. Utiliza el hielo seco de las máquinas de humo de las discotecas para controlar el flujo de aire en las jaulas y los establos. Comprueba que los cerdos tengan suficiente calor y agua potable e incluso prueba su comida para asegurarse de que es buena.

“Los cerdos son igual de quisquillosos que los humanos”, afirma. “Si la comida no está buena, la dejan intacta en los comederos”.

Sus objetivos son prácticos y humanos al mismo tiempo. Como dice Scheepens: “Si los cerdos están felices, ganas más dinero”.

Y ese es un lenguaje que cualquiera puede entender.

Sascha Kruse: buceadora-recoge pelotas de golf

La mayoría de las personas va a un campo de golf con su ropa deportiva favorita y una bolsa llena de palos. Sin embargo, Sascha Kruse lleva un traje de neopreno y una bolsa llena de herramientas de buceo. Desde los 13 años le apasiona bucear en los lagos, arroyos y obstáculos de agua de los campos de golf de Alemania para recoger las pelotas que han caído allí: “Me encanta la tranquilidad y la paz que hay en los campos de golf a primera hora de la mañana”, afirma a sus 38 años. Durante nueve años trabajó en una oficina como representante de exportaciones, pero un día vio un programa en la televisión que lo cambió todo: “Estaban pasando un reportaje sobre un buceador recoge pelotas profesional estadounidense y decidí hacer lo mismo en Alemania”.

Kruse reparte los beneficios que obtiene de las pelotas con los campos en los que bucea. “La gente se sorprende de que uno pueda ganarse la vida así”, dice. “No soy rico, pero gano lo suficiente durante la temporada de golf, de abril a octubre, como para poder sobrevivir en invierno”.

Admite que en su trabajo corre riesgos: “Las algas pueden ser peligrosas, así que hay que evitarlas. ¡Y tengo que tener cuidado de que no me den un pelotazo en la cabeza!”.

Irónicamente, Kruse no juega al golf; pero si alguna vez empieza a hacerlo, no le faltará el equipo: “No solo se caen pelotas al agua. También tengo un montón de palos y de banderas”. 

Dirk Denoyelle: constructor de lego

Dirk Denoyelle es una de las 13 personas que ostenta el título de Profesional Diplomado de Lego en el mundo. Este belga, de 48 años, adora los Lego. “Tengo 1,5 millón de piezas en stock. Cuando llega un nuevo lote, abro la bolsa y meto la mano entre las piezas. Es la mejor sensación que se pueda imaginar. A veces incluso sueño con comerme las fichas marrones que parecen chocolate”.

Denoyelle estudió Ingeniería Eléctrica y después triunfó como cómico y mimo. De hecho, sigue actuando para el público de empresas internacionales: “Hablo seis idiomas e ¡intento ser gracioso en los seis!”, bromea.

En 1998 compró unos Lego para su hija Laura, de siete años, y descubrió que le seguía gustando jugar con un juguete que usó por última vez cuando era niño. Hizo un Lego de la cabeza del cantante, poeta y artista flamenco Willem Vermandere, al que solía imitar y que, cuando usaba como atrezzo en sus espectáculos cómicos, al público le encantaba. En 2001, Denoyelle se dirigió a Lego y les informó que tenía planeado construir 25 retratos más de personas a las que imitaba en su espectáculo. Le enviaron un muestrario completo de piezas. Construyó las 25 cabezas y se fue de gira con ellas por toda Bélgica. Pronto, la gente empezó a llamar a Denoyelle para preguntarle si podían encargarle otros retratos de Lego. “Mi mujer, Amaya, me dijo: ‘¿Por qué no lo consideras como un negocio adicional?’”.

Para convertirse en Profesional Diplomado de Lego, Denoyelle tuvo que demostrar a Lego que tenía un negocio auténtico y que hacía trabajos de gran calidad. “Además, hay que tener los valores de Lego”, asegura. “Lego es para chicos, así que si uno construye armas, es un borracho o no se comporta debidamente, ¡no conseguirá el título!”.

En la actualidad, Denoyelle y su equipo hacen de todo, desde pequeños retratos bidimensionales por los que cobra 500 euros, a maquetas de nuevos edificios, así como proyectos especiales, como la versión gigante en 4,8 x 3,6 m de la obra de Rubens La Adoración de los Magos, con los retratos de los científicos más famosos en representación de los Reyes Magos. “Este no está en venta”, revela Denoyelle. “Pero, si lo estuviera, costaría entre 50.000 y 60.00

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