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Un ejército de terracota para proteger a un emperador

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Un ejército de soldados de barro ha protegido la tumba de Qin Shi Huangdi, el primer emperador de China, desde hace más de 2.000 años.

 

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Durante más de 2.000 años un poderoso ejército de soldados de barro ha protegido la tumba secreta de Qin Shi Huangdi, el primer emperador de China. Hasta comienzos de 1974 nadie sabía de su existencia, pero hasta la fecha los arqueólogos chinos continúan tratando de descifrar su misterio.

 

Qin Shi Huangdi ascendió al trono del estado septentrional de China en 247 a.C., a los 13 años de edad, y 26 años después ya había conquistado toda China y fundado la dinastía Chin; trató de unificar el país y también emprendió la construcción de la Gran Muralla para proteger sus extensos dominios.

 

Como ya había pasado la época en que los esclavos y los cortesanos eran sepultados vivos con el monarca muerto, el emperador ordenó que se hiciera un ejército de más de 7.000 soldados de barro de tamaño natural para que lo cuidaran en la otra vida.

 

Cuando murió, su tumba lucía tan suntuosa como los sarcófagos llenos de reliquias de los faraones egipcios. El sitio de la sepultura mide unos 5 km de ancho, y para construirlo se necesitaron 700.000 hombres. De todos los confines de China fueron llamados los mejores artesanos, que esculpieron un magnífico palacio para el emperador debajo del monte Li, en la provincia de Shansi, en la región central del país.

 

Muchas de las maravillas de la tumba fueron descritas por el historiador chino Sima Qian menos de un siglo después de la muerte de Shi Huangdi, pero nunca mencionó al ejército de terracota, descubierto en 1974.

 

Lo valioso de las figuras halladas es su realismo: no fueron vaciadas en moldes sino modeladas en forma individual, y tienen un nivel de perfección que ha desconcertado a los expertos.

 

El cuerpo de cada figura consta de piernas macizas y torso hueco; la cabeza y las manos fueron cocidas por separado y después se unieron al cuerpo mediante delgadas tiras de barro. Los toques finales se hicieron con un barro más fino, y los soldados fueron pintados así: pantalones de color azul marino, zapatos negros con agujetas rojas, y túnicas verdes con botones dorados y cordones púrpura. Incluso los remaches, las hebillas de los cinturones y la suela de los zapatos de los soldados arrodillados fueron esculpidos con asombroso detalle.

Armas robadas

 

Los soldados estaban armados originalmente con espadas, lanzas y arcos y flechas de bronce, pero poco después del funeral se desató una revolución en China y los rebeldes saquearon la tumba y se llevaron las armas.

 

Todos los guerreros tenían pedestales que descansaban sobre el suelo embaldosado, y fueron colocados en formación de batalla con 600 caballos de barro y 100 carros de combate de tamaño natural hechos de madera.

 

Los arqueólogos han sido muy cuidadosos al realizar su labor. La tumba principal que contiene los restos del emperador aún no ha sido abierta y se espera encontrarla intacta; se dice que se usó cobre fundido para revestirla.

 

La tumba puede corroborar algunas leyendas macabras que se cuentan en torno a ella: que las concubinas del emperador que eran estériles fueron ejecutadas y enterradas con él, y que los artesanos que decoraron la tumba fueron emparedados vivos en su interior para que no revelaran sus secretos.

 

Quienes logren entrar a la tumba tendrán que ser muy cautelosos: Shi Huangdi ordenó poner algunas ballestas que se dispararían en forma automática si alguien profanaba su última morada.

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