Los astrónomos están elaborando una superficie de alta reflexión, formada por 36 espejos hexagonales que se instalarán unos junto a otros.
Los astrónomos que construyen el telescopio Keck, de 10 m de diámetro, creen que es muy difícil fabricar un espejo de ese tamaño. Por lo tanto, están elaborando una superficie de alta reflexión, formada por 36 espejos hexagonales que se instalarán unos junto a otros.
Para que la superficie conserve la forma correcta, cada espejo se monta sobre una complicada estructura. Entre los segmentos del espejo hay 168 sensores, que avisarán cuando se desvíen las partes adyacentes. Nueve computadoras verifican las señales de estos sensores y envían órdenes a los 108 tornillos de precisión instalados en la parte trasera de los segmentos. Los tornillos giran para realinear la secuencia de espejos.
¿Por qué los telescopios usan espejos y no lentes?
En el siglo XVII, el físico inglés Isaac Newton se dio cuenta de que había problemas con el telescopio tradicional de refracción, que usaba lentes de vidrio para enfocar las estrellas.
Esas lentes producían un halo de colores falsos alrededor de los astros. Sucedía esto porque los rayos de luz se refractan al pasar por un vidrio; sus ondas, al ser de diferentes longitudes, se desvían en diversos ángulos. La luz azul, por ejemplo, que es de ondas cortas, se desvía (o refracta) en ángulo más agudo que la luz roja.
Por esta razón, Newton diseñó un telescopio reflector que concentraba y enfocaba la luz por medio de espejos. El frente del espejo, donde se concentraba la luz, era curvo, como los espejos usados para afeitarse. El resultado era que podía enfocar la luz como una lente.
Los grandes telescopios modernos usan espejos para concentrar la luz, aunque han crecido mucho desde el de 2,5 cm de Newton: ahora un gigantesco telescopio soviético alcanza los 6 m de diámetro.