El barniz, la madera, la forma y sus dimensiones son factores clave.
Stradivarius. ¿Cuál es su secreto?
La madera de los Stradivarius tiene un alto contenido de sílice, tal vez porque los troncos en Lombardía se se transportaban haciéndolos flotar río abajo, con lo que absorbían los minerales del agua. Pero otros constructores de violín de Cremona utilizaban madera similar: de arce y de abeto.
Stradivari no varió el diseño básico de la familia Amati, donde estuvo como aprendiz, pero experimentó con las dimensiones. En 1700 volvió sobre la longitud establecida de solo 35,5 cm, con el ancho reducido a 20,3 cm. Stradivari tenía una habilidad intuitiva para calibrar el tono de un instrumento mientras lo construía y de ir haciéndole sutiles ajustes. La madera de un buen violín necesita ser dura para darle poder al instrumento, pero también debe poseer un alto grado de humedad y una sutil capa de barniz para suavizar y mejorar el tono. Demasiada humedad disminuye la potencia del instrumento; muy poca, lo hace ruidoso y hasta chillón.
La mezcla y el color del barniz de los violines Stradivarius varía. Los primeros instrumentos son color amarillo oro, los últimos poseen un característico rojo naranja. Se dice que él escribió la fórmula en la Biblia familiar, la cual nunca fue encontrada.
Algunos constructores de violines creen que tal vez esos barnices tengan una base de agua, que se adhiere a la madera sin amortiguar demasiado el sonido. Otros sospechan que mezclaba quitina, una sustancia que se encuentra en las alas de los insectos, con aceite de linaza.
Los científicos acústicos trabajan para descubrir el secreto de Stradivari. Al final, tal vez descubran que el impacto psicológico que se experimenta al tocar un Stradivarius hace a los grandes violinistas aún más grandes por el hecho de tocar ese instrumento.
Stradivari hizo cuatro violines hermosamente tallados y taraceados para la orquesta de la corte del rey Amadeus II de Cerdeña; tres llegaron a manos de Felipe V de España.
Entre sus más famosos violines, el Hellier, el Betts, el Viotti, el Mendelssohn y el Huberman, denominados así en honor de sus propietarios, han pasado a otras manos a cambio de enormes sumas. En 1990 el violín Mendelssohn fue vendido en 1,7 millones de dólares, precio récord para un instrumento musical.
El más famoso de todos, el Messiah o Messie, se encuentra en el Museo Ashmolean, de Oxford, y no está a la venta. Stradivari conocía la suprema cualidad de este violín, por lo que no se separó nunca de él. Su hijo Paolo lo vendió en 1775.