El secretos de Stradivarius radicaba en la composición del barniz.
¿Cómo construía Stradivarius los violines mejor templados de todos los tiempos?
En 1704, el constructor de violines Antonio Stradivarius, de 60 años de edad y residente en Cremona, al norte de Italia, decidió anotar la fórmula de su éxito. Según él, el secreto radicaba en la composición del barniz de color dorado rojizo que los artesanos de Cremona aplicaban a los instrumentos de cuerda. Así pues, escribió la fórmula en la cara interior de una de las tapas de su Biblia. Tal vez por motivos comerciales, el uso de ese barniz se fue abandonando con el tiempo y cuando la Biblia de Stradivarius se perdió años después, con ella se perdió el secreto.
Desde entonces, los constructores de violines han pugnado en vano por descubrirlo de nuevo. Se sabe que, a diferencia de los demás barnices de la época -espesos, aceitosos y que se secaban deprisa, limitando la gama de sonidos del instrumento-, el de Cremona era poco denso y poco graso, y se secaba lentamente, formando una fina capa elástica sobre la madera, que permitía a los instrumentos emitir tonos muy melodiosos.
A los 22 años, cuando hacía diez que había ingresado de aprendiz en el taller del reputado constructor de violines Nicolo Amati, Stradivarius comenzó a firmar los instrumentos que fabricaba. En un principio imitaba los instrumentos pequeños y sólidos de su maestro, pero a partir de 1684 comenzó a construir violines más anchos y largos, los «estradivarius largos». Hoy día se conservan unos 600 violines estradivarius, además de unos 60 violonchelos y 17 violas. Son atesorados por los mejores violinistas del mundo y cambian de manos por cifras millonarias.
«Es la perfección y debe tocarse a la perfección» Yehudi Menuhin.