A la edad de 37 años, Rossini había escrito 39 óperas.
El genio musical que el mundo olvidó.
El compositor italiano Gioacchino Rossini, nacido en Pesaro en 1792, alguna vez fue el compositor más famoso de Europa. Los reyes lo solicitaban y todo el mundo cantaba y silbaba sus piezas. Siglo y medio después, la mayor parte de su música había caído en el olvido.
A la edad de 37 años, Rossini había escrito 39 óperas; una de ellas, Guillermo Tell, se representó más de 500 veces en la Ópera de París, en vida del compositor. De repente, en 1829, dejó de escribir óperas, explicando que nadie podía cantarlas. Las piezas de Rossini requerían del bel canto, estilo basado en una excelente técnica vocal. Con frecuencia, el cantante debía hacer cambios rápidos pero suaves entre una nota y otra, con desenvoltura y seguridad, elevando el tono al máximo y luego cayendo a plomo.
La nueva generación de compositores y de cantantes desdeñó el bel canto y, de repente, Rossini pasó de moda. Cuando se tocaban sus piezas para orquesta, muchas veces estaban increíblemente mutiladas, con algunas partes instrumentales torpemente adaptadas para poderlas tocar con un instrumento musical diferente. Rossini afirmaba, bromeando, que había decidido dejar de componer óperas para poder dedicarse a su pasatiempo favorito: comer. Era un consumado gourmet, y se dice que es el único compositor famoso que también creó un platillo célebre: tournedos Rossini, una deliciosa combinación de filete, paté y trufas. Para entonces, Rossini ya había hecho una gran fortuna. Cuando murió, en 1868, legó gran parte a su pueblo natal, donde se estableció la fundación Rossini en su honor. En 1980, la fundación publicó la primera edición crítica de las obras completas de Rossini, y reveló a toda una nueva generación un compositor de enorme versatilidad y fuerza. Alguna vez desdeñado, Rossini resurgió para recibir un nuevo y muy merecido reconocimiento como uno de los grandes compositores de todos los tiempos.