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¡Robots en Marte!

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Dos artefactos increíbles rompen récords mientras exploran el planeta rojo.

El ánimo en la conferencia de prensa no era bueno. Hacía nueve meses que el rover (vehículo) de exploración marciana llamado Spirit estaba varado en un pozo de arena junto al borde de un cráter poco profundo. El equipo de la misión había hecho todo lo posible para des­atascar el robot, declaró un funcionario de la NASA, pero ahora había que encarar la realidad: el lugar donde se encontraba el Spirit probablemente sería su “tumba”. Luego de seis años de recorrer el planeta rojo, el intrépido explorador iba a ser convertido en una “plataforma estacionaria de investigación científica”.

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Un día después, el 27 de enero de 2010, el Spirit empezó a avanzar hacia  suelo firme centímetro a centímetro. Steve Squyres, director científico de la misión, dice que los informes de los medios sobre la “muerte” del rover fueron “muy exagerados”.   

El Spirit y su gemelo idéntico, el Opportunity, se han enfrentado a mil obstáculos desde que aterrizaron en Marte, en enero de 2004. Cuando rodaron por primera vez sobre el rojizo terreno a una “velocidad” de 45 centímetros por minuto, sólo se esperaba que lograran completar su misión de tres meses. Sin embargo, en la primavera de 2010 rompieron el récord de resistencia de la sonda estacionaria Viking 1, cuya comunicación con la Tierra se detuvo en 1982, después de seis años y 116 días.

Los dos rovers, que tienen el tamaño de un carrito de golf, han recorrido más de 27 kilómetros de la superficie marciana, transmitido alrededor de 260.000 imágenes a la Tierra y analizado minuciosamente centenares de trozos de roca y muestras de tierra.

Su trabajo nos ha permitido conocer el desolado planeta como nunca antes, y proporcionado pruebas concluyentes de que alguna vez corrió agua por su superficie.


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No es fácil sobrevivir en Marte. La temperatura ambiental puede variar hasta 100 grados a lo largo de un día, lo que fuerza las delicadas piezas mecánicas de los robots. Fuertes tormentas de viento de varias semanas de duración recubren los instrumentos y las celdas solares con polvo de la superficie del planeta. A veces, terrenos que parecen firmes se desmoronan y atrapan las ruedas en la arena. Sin embargo, el Spirit y el Opportunity siguen sorteando obstáculos, recuperándose de los contratiempos y esquivando a la muerte. Millones de apasionados de la astronáutica en todo el mundo han seguido su odisea por Internet (marsrovers.jpl.nasa.gov).

El Spirit y el Opportunity están hechos de acero, aluminio y materiales compuestos y, por supuesto, son incapaces de mostrar cualidades como la valentía y la perseverancia. Por eso resulta sorprendente saber que los científicos e ingenieros que los controlan desde la Tierra se refieren a ellos como si fueran humanos.

“Algunos de nosotros nos hemos enamorado de estos muchachos”, dice Sharon Laubach, quien hasta hace poco dirigía al equipo que da instrucciones a los rovers. De hecho, algunos de sus miembros dicen que estas máquinas tienen personalidades distintivas… y no siempre armoniosas.  

Diseñados en el año 2000 por ingenieros del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en Pasadena, California, el Spirit y el Opportunity son únicos en su tipo. Miden 1,52 metro de altura y de longitud, y poco más de dos metros de ancho; pesan 174 kilos, y contienen el mismo equipo informático y la misma red de circuitos. Ambos fueron diseñados para hacer los trabajos de un geólogo de campo: estudiar el terreno, analizar rocas y sacar fotos. “Por esta razón los dotamos a propósito de rasgos humanos; por ejemplo, ‘ojos’ con visión estereoscópica 20-20, y brazos para alcanzar y tocar objetos”, dice Squyres, el director científico.

Sin embargo, estos robots hermanos se desarrollaron como individuos en función de sus experiencias de vida, y sus caminos se separaron desde el inicio. Como los principales sistemas del Spirit se completaron primero, fue sometido a pruebas antes que el otro rover para identificar las fallas y determinar cómo repararlas; Squyres se refiere a él como el “primogénito problemático”. El Opportunity se benefició con las pruebas y los errores de su hermano.


Una vez en Marte, las diferencias de los robots se acentuaron más. El Spirit llegó primero, y entró en la atmósfera a 19.000 kilómetros por hora aproximadamente. Al aterrizar rebotó y se detuvo, emergió de su funda protectora y salió a explorar el escabroso terreno del cráter Gusev.


Tres semanas después del aterrizaje de su gemelo, el Opportunity tocó tierra al otro lado del planeta, en un lugar más acogedor conocido como Meridiani Planum. “Los enviamos a sitios muy distintos y los usamos de forma diferente”, explica Squyres. “Eso provocó que sus personalidades divergieran considerablemente”.

El cráter Gusev es más montañoso, rocoso, polvoriento, ventoso y frío que Meridiani Planum.

“El Spirit ha tenido que luchar para moverse allí”, dice el ex jefe de ingenieros Jake Matijevic. “Eso lo ha vuelto resistente y tal vez un poco terco”. Los miembros del equipo lo llaman cariñosamente “el Rey del Drama”. Por ejemplo, justo antes de la llegada del Opportunity, el Spirit hizo un berrinche y reinició sus programas unas 120 veces. Después contrajo una especie de “ciberinsomnio” (no podía ponerse en reposo), lo que redujo sus reservas de energía.Se tardó más de una semana en diagnosticar y arreglar la falla.

“Desde entonces, parece que cada vez que el equipo le presta atención al Opportunity, el Spirit se rebela”, dice Sharon Laubach. “Debe de ser una coincidencia o un asunto de ingeniería, pero es muy raro”.

El Opportunity aterrizó dentro de un cráter pequeño, donde era más fácil rodar y hacer hallazgos científicos relevantes. En cuanto el robot abrió los ojos, empezó a transmitir imágenes de roca estratificada, lo que ayudó a demostrar que en algún tiempo corrió agua en la superficie y en el subsuelo del planeta. “Es el estudiante modelo, el que se esfuerza, el que siempre está tratando de complacernos”, comenta Laubach. Los miembros del equipo lo llaman “Don Perfecto”.

El Spirit y el Opportunity tienen algunas características en común, de las cuales las más notables son la determinación de no fallar, la disposición sistemática a resolver problemas y la capacidad de cuestionar a sus controladores.

“Obedecen órdenes sin chistar, dice el gerente de proyecto John Callas, “a menos que les pidamos hacer alguna tontería. Entonces se detienen y preguntan: ‘¿Están seguros?’” Los rovers son capaces de encontrar por sí mismos la ruta más rápida y fácil a un destino.

Cuando el Spirit comenzó a escalar la cordillera Columbia en 2004, centímetro a centímetro por las pendientes rocosas durante 14 meses agotadores, nadie se atrevió a asegurar que lo lograría. Sin embargo, en septiembre de 2005 se convirtió en el primer robot en escalar una montaña marciana cuando llegó a la cima del monte Husband, de 82 metros de altura. Y cuando su rueda delantera derecha dejó de funcionar, en marzo de 2006, dio media vuelta y avanzó hacia atrás arrastrando con tesón la rueda inútil, como lo ha hecho desde entonces.

Por su parte, el Opportunity demostró su tenacidad en junio de 2005, cuando logró salir de una duna de arena en la que llevaba seis semanas atascado hasta los ejes. Quedó atrapado en una tormenta de polvo en 2007, y tuvo que soportar una considerable reducción de potencia y los destructivos embates de la arenilla.Pero aguantó, y cuando amainó la tormenta pidió nuevas instrucciones al equipo.

Estos trances de vida o muerte han acarreado noches de insomnio a los miembros del equipo, y han sido seguidos con mucho interés por una red mundial de admiradores de los robots. Ray Arvidson, subdirector científico de la misión, se encontraba en la provincia china de Shandong en un viaje de trabajo cuando la tormenta de polvo de 2007 en Marte estaba en su apogeo.

Un hombre se le acercó y, por medio de un intérprete, le preguntó qué lo había traído a su país. “Cuando supo que yo trabajaba con los rovers, me dijo en su escaso inglés:

‘Estoy muy preocupado por ellos. Ojalá logren sobrevivir’.

Me conmovió mucho que los rovers fueran queridos en todo el mundo”, cuenta Arvidson.
 
Unos días después de que se anunció que iba a ser convertido en una plataforma de investigación, el Spirit ya se había movido unos 30 centímetros, casi lo suficiente para escapar del foso de arena. Para entonces, el oscuro invierno marciano también avanzaba, y los robots tenían que operar con menos carga de trabajo para conservar energía, que obtienen de la luz solar.

A mediados de diciembre de este año el Opportunity reanudará poco a poco su actividad normal, y los controladores esperan que el Spirit termine de salir de la trampa de arena. “Lo damos por hecho, y ya estamos haciendo planes para él”, dice Matijevic.

Gracias a los más de seis años de ardua labor de los rovers, la exploración de Marte hoy es más importante que nunca para los programas espaciales de todo el mundo. La misión del Spirit y el Opportunity ha costado tan sólo 900 millones de dólares y ha rendido un beneficio impresionante para tan baja inversión de dinero.

Esto ha alentado a los planificadores de misiones espaciales de todas partes. Otro rover estadounidense, el Curiosity, está programado para despegar en 2011. En la próxima década Rusia colaborará con China y Finlandia, y la NASA hará equipo con la Agencia Espacial Europea para enviar rovers, sondas estacionarias y vehículos capaces de volver a la Tierra con muestras de suelo y rocas marcianas.

Nadie puede decir cuándo el Spirit y el Opportunity por fin podrán tomarse un merecido descanso, pero todos nos hemos beneficiado ya con su trabajo. “Han convertido la ciencia ficción en realidad, y llevado a la gente a un lugar que no habrían podido imaginar en toda su vida”, dice Matijevic. Estos robots han aumentado mucho nuestro conocimiento del universo y ensanchado nuestras posibilidades de exploración del espacio.

También nos han enseñado algo importante acerca de nosotros mismos. En una época en que tendemos a concentrarnos tanto en las fallas de nuestras instituciones e inventos, el Spirit y el Opportunity nos recuerdan que los terrícolas hábiles y dedicados, si trabajan juntos, pueden realizar hazañas cósmicas.

Más de 4.000 personas han colaborado para que la Misión Rovers de Exploración Marciana sea un éxito. Squyres concluye: “Una parte esencial del legado de los rovers será servir de inspiración para que la generación siguiente construya nuevas naves espaciales y salga del sistema solar a explorar y descubrir”.  

 

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