Los cangrejos bayoneta, o límulos, son, en realidad, los habitantes más antiguos de la Tierra.
Prisioneros del pasado
Los cangrejos bayoneta, o límulos, no son realmente cangrejos, sino parientes lejanos de las arañas y de los escorpiones. Su caparazón liso les da un singular y extraño aspecto, pero en realidad se trata de los habitantes más antiguos de la Tierra y su apariencia ha cambiado muy poco en casi 200 millones de años.
Al inicio del verano, los límulos salen del mar para desovar en la arena de las playas de la costa oriental de Estados Unidos. Muchos de sus ancestros hicieron lo mismo antes de que existieran los dinosaurios. Las hembras cavan un pequeño nido en la arena en el cual depositan unos 80.000 huevos. A medida que realizan esta labor, los machos se prenden a ellas con sus patas delanteras para fertilizarlos.
Aunque los caparazones en forma de herradura protegen a los límulos de sus posibles depredadores, sus huevos verdosos son un verdadero manjar para los pájaros que vuelan hasta la costa para alimentarse. Algunas aves que viajan desde América del Sur hasta sus criaderos árticos muy posiblemente sincronizan su vuelo de manera que coincida con el desove de estos cangrejos bayoneta.
Con tantas bocas hambrientas esperando a devorar sus huevos, es difícil entender por qué estos animales desovan en la playa y no en el mar. Hasta cierto punto son prisioneros de una pauta establecida en un pasado remoto. Aun así, en el mundo moderno también logran tener éxito, ya que ni siquiera el ejército de sus depredadores puede comerse todos los huevos.
La peregrinación anual de los cangrejos rojos
La isla Christmas está en el océano Índico, 320 kilómetros al sur de Java. Las selvas constituyen la mayor parte de su vegetación y forman un hábitat para 120 millones de cangrejos rojos que se alimentan de flores y frutos, caso único en el mundo.
Los cangrejos tienen poca competencia, porque pocos animales terrestres han podido llegar a la isla.
Aunque sus distantes ancestros procedían del océano, estos cangrejos ahora son terrestres y no pueden nadar. A pesar de su exitosa colonización, sus larvas solo pueden desarrollarse en el mar.
Todos los años millones de cangrejos abandonan los bosques y llegan a la costa para reproducirse. Muchos mueren en el camino y los que llegan corren el riesgo de ahogarse. El apareamiento ocurre en la playa: cada hembra lleva miles de huevos en una bolsa que se halla bajo la cola.
En el punto donde se juntan la arena y el mar, la hembra desova. Algunas hembras son arrastradas por las olas, pero muchas sobreviven y regresan al bosque. Los huevecillos se abren en las aguas del mar, donde las larvas se desarrollan y luchan con ahínco por llegar a tierra en forma de cangrejos miniatura después de 25 días.