Algunas veces, la presión aumenta y provoca la ruptura de vasos sanguíneos que alimentan las fibras del nervio óptico y las dañan.
Peligros del glaucoma
La presión de los líquidos en el interior del globo ocular los mantiene en forma y asegura que nuestra visión no se distorsione. Algunas veces, por una o varias razones, esta presión aumenta, provocando la ruptura de pequeños vasos sanguíneos que alimentan las fibras del nervio óptico con oxígeno y glucosa, dañándolas.
Esta condición se conoce como glaucoma y pocos trastornos oculares revisten tanto peligro como ella. La principal amenaza consiste en que la víctima pierde la vista sin darse cuenta: los primeros síntomas pueden consistir en una ceguera parcial o avanzada, y para entonces es demasiado tarde. Solo mediante exámenes regulares en que el oculista revisa la presión intraocular es posible identificar la enfermedad y evitar que la vista se dañe posteriormente.
Se ignora por qué unas personas padecen de glaucoma y otras no. La forma más común, conocida como glaucoma crónico simple o de ángulo abierto, tiende a ser hereditaria. Si en su familia hay antecedentes de glaucoma, debe usted examinarse la vista una vez al año; la misma precaución deben tener las personas mayores de 40 años, ya que el glaucoma simple es más frecuente entre gente de edad madura. Dos de cada 100 personas mayores de 40 años lo presentan y esta cifra aumenta 10% en personas mayores de 70 años.
Una forma menos común, el glaucoma agudo o de ángulo cerrado, sí manifiesta síntomas de advertencia: el paciente puede sentirse enfermo, tener dolor intenso en los ojos y visión borrosa. Es un caso que requiere atención inmediata y, una vez que se ha controlado la presión intraocular, suele ser necesario operar.
El glaucoma crónico simple se mantiene bajo control con bastante éxito mediante colirios. Sin embargo, el tratamiento -una o dos gotas al día aplicadas en uno o en ambos ojos- debe continuar de por vida. En caso de que los medicamentos fallen, un cirujano oftalmólogo puede intentar aliviar la presión intraocular abriendo el canal de drenaje obstruido o formando un paso de desagüe para el líquido.