Existen lagos y lagunas de todo tipo, forma y tamaño, son producto de alguna forma de glaciación.
El origen de los lagos y lagunas
Existen lagos y lagunas de todo tipo, forma y tamaño, resultado de las diferentes fuerzas que los originaron. La gran mayoría, sin embargo, tiene algo en común: son producto de alguna forma de glaciación.
Durante la Edad del Hielo, los heleros continentales abrieron incontables huecos en su lecho rocoso y formaron las múltiples cuencas lacustres que ahora cubren las regiones de intensa glaciación, como Canadá central y buena parte de Finlandia. Los heleros desempeñaron también un papel principal en la excavación de los Grandes Lagos de América del Norte. En lo alto de las vertientes de las montañas, los glaciares alpinos horadaron las cuencas de pequeños lagos llamados tarns.
Las morrenas forman las presas naturales que retienen las aguas del lago Maggiore, en Italia, y de otros muchos en los Alpes. Las marmitas son otro tipo de lago glacial: sus cuencas, creadas por la fusión de bloques de hielo enterrados, se llenaron de agua y formaron estas características lagunas circulares.
¿Qué otras fuerzas pueden crear lagos?
Algunos lagos importantes del mundo son producto de gigantescos movimientos de la corteza terrestre. El lago Tangañika y sus vecinos africanos del Gran Valle del Rift ocupan fosas tectónicas que son alargadas cuencas formadas por el derrumbamiento de segmentos de la corteza entre fallas contiguas. El cercano lago Victoria, por el contrario, surgió cuando un suave plegamiento de la corteza terrestre originó una cuenca poco profunda.
También los volcanes pueden crear lagos al llenarse de agua sus cráteres y calderas. Un tipo especial de lago volcánico, llamado maar, es el que llena las depresiones en forma de embudo, de contorno casi circular, producidas por la violenta explosión de un volcán.
Las aguas también pueden quedar bloqueadas por presas de lava y formar un lago. El Kivu, en África, es un ejemplo notable. Los derrumbamientos de tierra pueden asimismo crear diques naturales que transforman valles fluviales en lagos.
En las regiones calcáreas, muchos lagos y lagunas ocupan cuencas excavadas por disolución de la roca. Los lagos de herradura o fluviales se originan cuando los ríos sinuosos cambian de curso y dejan aislado uno de los meandros existentes a lo largo de sus cauces. Los bancos de arena y las dunas móviles de las costas bloquean a veces las bocas de los ríos y crean lagunas (albuferas) de agua dulce.
Incluso los meteoritos contribuyen a veces a formarlos: el Crater Lake, en el norte de Quebec, ocupa el fondo de una depresión producida por el choque de uno de estos gigantescos cuerpos celestes. Y por supuesto no hay que olvidar a los castores, esos laboriosos constructores de presas.