Diferentes métodos animales para encontrar comida y casa.
¿Qué trucos de la memoria posee cada especie?
Los cascanueces de América del Norte tienen tan buena memoria que son capaces de encontrar hasta 33.000 semillas de pino o avellanas que ellos mismos escondieron. Esto los ayuda a sobrevivir durante el duro invierno de los bosques de coníferas de las Montañas Rocosas, donde habitan. Incluso cuando el suelo está cubierto de nieve, pueden encontrar la comida que escondieron en su territorio durante el otoño.
La capacidad de volver a localizar los escondites es vital para la supervivencia de muchos animales. Algunas especies lo hacen por instinto, como las anguilas, que viajan desde los ríos de Europa hasta el Mar de los Sargazos -situado en el Atlántico- para reproducirse. Otras especies, como el cascanueces, tienen una memoria «fotográfica» y pueden localizar con facilidad lugares determinados. En las aves, como en los hombres, esta habilidad parece estar relacionada con una parte del cerebro conocida como «hipocampo».
La dormilega, un pez que vive en estanques rocosos, regresa al mar cuando hay marea baja, serpenteando entre la arena o saltando de un estanque a otro, aunque no tenga un panorama completo de todos los estanques del área. Al parecer, memoriza el relieve cuando hay marea alta, y nada por los alrededores. El conocimiento del terreno también es esencial para las avispas y las abejas, que deben encontrar la casa al volver de un viaje en busca de comida.
La avispa cazadora, por ejemplo, antes de entrar en el nido da dos o tres vueltas para memorizar la disposición de las piedras y de las ramas que hay en las cercanías. Esto es lo que descubrió G. P. Baerends, científico holandés estudioso del comportamiento de los animales, en un experimento. Colocó varios conos de abeto alrededor del nido de una avispa cazadora y, cuando esta salió, cambió la disposición de los conos. A su regreso, la avispa se dirigió al centro del círculo de conos y no al nido, aunque lo localizó después de una larga búsqueda.
