Los distintos tipos de néctar dan a la miel su color, sabor y aroma.
¿Cómo podremos saber de antemano el color de la miel?
Los apicultores suelen decir que si se conoce el néctar, se conoce la miel. Los distintos tipos de néctar, procedentes de multitud de plantas fanerógamas, árboles y arbustos, dan a la miel su color, sabor y aroma únicos. Un tipo de néctar proporcionará lo que los expertos llaman miel agua blanca; otro, producido en la misma localidad, pero por abejas que se alimentan de plantas distintas, quizá tenga un color marrón oscuro. Un análisis de alimentos puede indicar con facilidad el origen de la miel al identificar el polen.
El color de la miel varía desde una casi incolora hasta distintos matices de amarillo, ámbar y marrón. Con ayuda de un instrumento conocido como graduador de color de Pfund, el experto clasifica la miel de acuerdo con siete categorías. Otros instrumentos determinan el contenido de humedad, que influye en su conservación y si fluirá con facilidad o formará grumos.
El néctar de trébol, del cual existen más de 12 variedades, da el color de miel más clara. La miel de color ámbar proviene de fuentes como el álamo temblón, el eucalipto, la magnolia, la vara de oro y la caléndula. La miel de brezo común, de sabor fuerte, es notable por su color oscuro y es cara. Lo mismo sucede con la miel de trigo sarraceno producida en Estados Unidos y en algunas partes de Europa. En Francia, esta miel es muy apreciada en pastelería, donde se le ha utilizado durante siglos para elaborar un pan especial, no obstante los esfuerzos de los apicultores en afirmar que otros tipos de miel oscura dan muy buen resultado.