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Los romanos y la medicina

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Durante los primeros siglos de su historia los romanos prescindieron de los médicos.

¿Cómo llegaron los romanos a confiar en sus médicos?

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Durante los seis primeros siglos de su historia los romanos prescindieron de los médicos, y se encomendaron a los dioses curadores de otras naciones, especialmente a Asclepio, cuyo culto llegó de Grecia en el año 293 aC. Cuando los médicos griegos comenzaron a emigrar a Roma en los siglos II y I aC, los romanos los tomaron por farsantes e impostores, y no iban muy descaminados: abundaban los matasanos y oportunistas, pues no había reglamentos y cualquiera podía llamarse médico.

Una excepción a la regla fue el griego Arcágato, que llegó a Roma en el año 210 aC. Su sorprendente habilidad quirúrgica le permitió ganarse la confianza de los escépticos, y fue bien acogido por la sociedad romana. Pero su fama no duraría demasiado. Tras una serie de errores médicos y dolorosos tratamientos fue apodado carnifex, «el carnicero».

La teoría atomística de la curación

Asclepíades, que llegó a Roma en el siglo I aC, tuvo más éxito, y sus tratamientos moderados hicieron aumentar la estima de su profesión. Se opuso a las teorías generalmente aceptadas de Hipócrates, y atribuyó a los médicos, y no a la naturaleza, el poder de curar. Inusitadamente para su época, Asclepíades creía que las enfermedades debían tratarse «de manera segura, rápida e indolora», y proponía tratamientos como el masaje, la dieta, los calmantes -entre los que se incluía el vino- y el canto. Sus métodos se basaban en el solidismo, o teoría atomística, expuesta originalmente por Erasístrato en el siglo III a. C. Esta extravagante teoría establecía que el cuerpo estaba formado por partículas sólidas (átomos) que fluían a través de él incesantemente. La enfermedad aparecía cuando los poros de la piel -al estar demasiado tensos o demasiado relajados- entorpecían el movimiento fluido de los átomos.

Themison y Thessalus, discípulos de Asclepíades, elaboraron posteriormente con estos principios un sistema de curación más formal, al que denominaron metodismo. Thessalus, sin embargo, rechazó la enseñanza de la medicina, afirmando que cualquiera podía aprender todo sobre esta ciencia en tan solo seis meses.

La actitud de los romanos hacia los médicos fluctuó ostensiblemente a lo largo de los siglos, pero finalmente la desconfianza y el desprecio dieron paso a un respeto moderado.

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