Los sorprendentes efectos especiales que siguen vigentes a pesar del advenimiento de las imágenes generadas por computadora.
El recurso de las miniaturas
Las miniaturas utilizadas en el cine -desde automóviles y aviones hasta ciudades enteras- suelen ser más sencillas de construir, manipular y filmar que los objetos reales, y pueden hacerse de numerosos materiales. Algunas no son precisamente pequeñas: los acorazados que aparecen en ¡Tora! ¡Tora! ¡Tora! (1970) medían 12 metros de largo.
Las miniaturas móviles casi siempre se filman con cámaras de alta velocidad para que al proyectar la película a velocidad normal el movimiento se vea real. Es difícil captar en forma realista el movimiento de modelos de barcos en tanques de agua, por ejemplo, al igual que el vaivén de las olas del mar. Aminorar la velocidad de proyección ayuda a hacer que los modelos luzcan más voluminosos y genuinos.
A veces los modelos se cuelgan cerca de la cámara para crear la ilusión de que son de tamaño natural. En las tomas alejadas de una película de James Bond filmada en 1974 se utilizó un modelo de 1,5 metros de largo y 3 metros de ancho para simular el auto volador del villano.
Muchas escenas «al aire libre» de Encuentros cercanos del tercer tipo (1977), como el paisaje de Indiana en el que aparecen los ovnis, fueron filmadas con maquetas construidas con casas de menos de 2,5 centímetros de altura.
Explosiones sin heridos
La tecnología del cine puede simular explosiones de diversa magnitud, desde el estallido de modelos hasta la destrucción de edificios y la detonación de bombas en películas de guerra. Pero como en las escenas normalmente aparecen actores y extras, las medidas de seguridad deben ser extremas.
Según Cliff Richardson, británico experto en efectos especiales, «se necesita valor para permanecer junto a una carga de explosivos capaz de hacer volar una tonelada de tierra».
Uno de los trabajos más peligrosos que Richardson ha realizado fue durante la filmación de The Battle of Britain (1969), cinta en la que él y sus asistentes tuvieron que volar un enorme hangar aeroportuario.
«Derribamos las paredes interiores del hangar para debilitarlo y dejar el techo sostenido por 30 columnas de ladrillo», relató Richardson. «E hicimos 150 agujeros en las columnas para colocar las cargas de explosivos, que unimos con mecha detonante.
«Para que el estallido fuera espectacular tuvimos que recurrir a varios efectos extra, entre ellos dos cargas explosivas hechas con tambos de 200 litros de gasolina que podían detonarse horizontal o verticalmente. Utilicé uno de explosión vertical para crear el efecto de una bola de fuego que llegaba hasta el techo del hangar.
«Por último, sellamos las puertas del hangar, colgamos dentro un maniquí inflamable y luego detonamos una carga de explosión horizontal para hacer que el fuego arrojara al maniquí y las puertas al aire.»
En algunas cintas incluso se hace estallar planetas, como en La Guerra de las Galaxias y Superman. Del techo del escenario se cuelga un modelo del planeta y la cámara filma desde abajo: cuando la carga se detona, los fragmentos caen hacia la lente y crean el efecto de una explosión en el espacio.