En las islas ya pobladas, los animales recién llegados rara vez compiten con éxito con las especies establecidas en la búsqueda de alimento
Fauna y flora inmigrante
La mayoría de las plantas y animales que arriban a las islas oceánicas mueren pronto porque solo pueden prosperar si encuentran un lugar que satisfaga sus necesidades vitales básicas. La semilla de una gramínea de tierras altas transportada por el viento no podrá germinar si va a parar a una llanura de aluvión. Las hierbas lacustres tienen que encontrar lagos y lagunas; las del suelo forestal necesitan tener encima un toldo de hojas.
Para sobrevivir, los animales inmigrantes deben encontrar fuentes de alimentación adecuadas. En las islas ya pobladas, los recién llegados rara vez compiten con éxito con las especies establecidas que tienen el mismo tipo de alimentación. En cambio, una lagartija insectívora, por ejemplo, no entrará en competencia con las lagartijas residentes que sean herbívoras y tendrá, por lo tanto, mejores oportunidades.
Los animales se enfrentan con otro obstáculo. Una lagartija o una libélula no pueden reproducirse a menos que lleguen con otros de su misma especie o encuentren una pareja que viva ya en la isla.
¿Por qué son tan peculiares la flora y la fauna isleñas?
Con el transcurso del tiempo, la flora y la fauna de una isla se van diferenciando de tal manera que resultan peculiares en comparación con las de otros lugares. Al adaptarse a su nuevo medio ambiente, muchas plantas y animales evolucionan hasta constituir especies completamente nuevas, exclusivas de una isla en particular.
La incapacidad de volar, por ejemplo, es cosa común entre las aves isleñas. El cormorán de las Galápagos y el kiwi de Nueva Zelanda figuran entre las muchas que han perdido la capacidad de vuelo, posiblemente porque nunca tuvieron necesidad de huir con rapidez ya que no había predadores. Muchos insectos isleños tienen también alas pequeñas e inútiles o carecen totalmente de ellas.
El gigantismo es otra tendencia evolutiva de las especies isleñas: algunos de los ya extintos epiomis de Madagascar y moas de Nueva Zelanda medían más de 3 metros de alto, y en las Galápagos y en ciertas islas del Océano Índico sobreviven aún tortugas gigantes que llegan a pesar algunos cientos de kilos. También las plantas, desde algunas relacionadas con el girasol hasta los cactos, pueden alcanzar dimensiones arbóreas. Muchas veces las islas constituyen reservas naturales en las que se conservan los descendientes de animales que han desaparecido en el resto del mundo. Los lémures, primitivos animales emparentados con los monos, se hallaban en tiempos remotos muy difundidos por diversas partes del mundo; sin embargo, estos primates sobreviven ahora solo en Madagascar. Los tenrecs son también exclusivos de Madagascar y no se encuentran en ningún otro lugar; algunos de estos extraños animalitos insectívoros se parecen a los erizos; otros, a los ratones, a los topos y otros mamíferos.