Ya en las épocas más remotas se confería a las flores un aura mágica. El ramo de novia y su asociación con el amor.
El ramo de novia
Ya en las épocas más remotas se confería a las flores un aura mágica y se les atribuía la propiedad de influir en las circunstancias y el futuro de las personas. Los niños y los jóvenes enamorados suelen deshojar margaritas recitando a cada pétalo que arrancan: «Me ama, no me ama…», además de buscar tréboles de cuatro hojas.
Las flores siempre han estado asociadas con el amor. En el antiguo Egipto recibir flores significaba muy buena suerte y era una señal de cariño; en Oriente se creía que las flores determinaban la felicidad matrimonial de un joven.
Las margaritas son objeto de una creencia muy curiosa de origen oriental: los jóvenes enamorados cortaban una de estas flores que aún tuviera rocío, y si permanecía fresca después de llevarla veinticuatro horas en el bolsillo, quería decir que su boda estaría colmada de dicha y felicidad. Con frecuencia, el joven al que se le marchitaba su flor prefería permanecer soltero antes que arriesgarse a llevar una vida llena de zozobra.
En la antigüedad las flores simbolizaban fertilidad y formaban parte de la ceremonia nupcial. Actualmente, las novias llevan un ramo de flores con la esperanza de asegurar su felicidad conyugal. Las rosas significan amor y buena suerte. Los lazos que atan el ramo también son simbólicos, pues se dice que significan los buenos deseos de los amigos de la novia.
Las novias también llevan azahares, naturales o artificiales, dispuestos en forma de corona sobre el velo. Esta costumbre también proviene de épocas antiguas, y los historiadores sitúan su origen entre los sarracenos; se dice que esta costumbre la introdujeron en Occidente los soldados que regresaban de las Cruzadas.
Durante siglos, en la zona del Mediterráneo las novias se han engalanado con azahares, pues dado que el naranjo está siempre verde, simboliza amor y fidelidad perdurables. Los antiguos chinos creían que los azahares eran una flor que traía muy buena suerte, pues el naranjo da al mismo tiempo flores y frutos. Entre los blancos capullos, que simbolizan la pureza y la castidad, brota fruta en abundancia, lo cual se interpreta como signo indudable de fertilidad.
Una novia puede transmitir su felicidad a sus damas y amigos: arroja el ramo para que lo reciba alguna de las jóvenes casaderas, quien logre atraparlo será la próxima en casarse.