Se tuvieron que remover 45.000 toneladas de piedra para esculpir las cabezas de los presidentes estadounidenses.
Planificación de las cabezas
Borglum eligió el monte Rushmore, de 1.745 metros de altura, por el grano fino de su granito, pero aun así fue necesario quitar toneladas de piedra para dejar al descubierto la roca adecuada; para la cabeza de Washington se desbastaron unos 9 metros, y para la de Roosevelt unos 37 metros. A lo largo de la obra se quitaron unas 450.000 toneladas de roca, que todavía están al pie de la montaña.
Borglum decidió esculpir cabeza por cabeza, empezando por la de Washington; hizo de ella un modelo de yeso de 1,5 metros de altura (1/12 del tamaño que tendría la real), en cuya parte superior fijó una placa plana marcada en grados. En el centro y sobre un pivote montó después una barra horizontal de acero de 76 centímetros de largo graduada en pulgadas, y de la barra suspendió una plomada también marcada en pulgadas. Al hacer girar la barra y mover la plomada a cualquier punto de la cara, como una fosa nasal, podían efectuarse las mediciones necesarias.
Para transferir las mediciones del modelo a la montaña, se instaló un mecanismo similar 12 veces más grande en lo alto de esta, en el punto escogido para la parte superior de la cabeza de Washington. Borglum llamó al artefacto máquina indicadora, y a los hombres encargados de medir, indicadores.
Labrado de la roca
Después de elegir los puntos, la roca se perforaba hasta la profundidad marcada por el indicador para colocar dinamita en los agujeros y hacer volar unos 15 centímetros de la roca. La perforación debía ser muy precisa, pues un corte demasiado profundo quitaría piedra de más y no sería posible restituirla. Cada perforador trabajaba atado a un asiento de cuero que colgaba de un cable conectado a un malacate, con un taladro de 39 kilogramos de peso pendiente del mismo cable. El operador del malacate estaba situado en un punto desde el cual no podía ver al perforador, así que se colocó a un muchacho sujeto con un dispositivo de seguridad en el borde del peñasco para que retransmitiera mensajes entre ellos.
Trabajar colgado a unos 76 metros no era fácil, así que para hacer presión suficiente al taladrar, los perforadores antes debían alcanzar un tramo de cadena y pasarlo por detrás del asiento; luego fijaban la cadena con clavos de acero en la roca.
Las brocas se embotaban cada 15 minutos, y todos los días un herrero tenía que afilar centenares de ellas. Conforme los perforadores se desplazaban de un punto a otro del monte, los dinamiteros metían las cargas en los agujeros; las detonaciones ocurrían dos veces al día: a la hora del almuerzo y al término de la jornada de trabajo.
Para cortar y labrar la piedra hasta darle las dimensiones finales, los perforadores hicieron hileras muy juntas de agujeros pequeños para poder quitar la capa final con cuñas y martillos de acero, y después «alisaron» la superficie con taladros especiales.
Contratiempos
La cabeza de Washington fue terminada en 1930, y en seguida comenzó el trabajo con la de Jefferson. Se inició a la izquierda de la primera (desde la perspectiva del observador), pero en 1934 apareció un estrato de roca de mala calidad que obligó a destruir la cabeza incompleta y reubicar la escultura a la derecha de la de Washington.
Como la roca del otro lado tenía grandes fisuras, hubo que desbastar 18 metros para alcanzar la capa adecuada, dejando apenas el espesor suficiente entre el peñasco y el profundo cañón situado detrás de él. Pero una fractura en el lugar donde iría la nariz obligó a Borglum a alterar el ángulo de la cabeza, y otras grietas menores fueron rellenadas con una mezcla de aceite de linaza, albayalde y granito pulverizado.
La cabeza de Jefferson tiene también el único parche que se necesitó en toda la obra: al esculpir el labio superior apareció un filón de feldespato que no pudo ser labrado, así que fue eliminado y quedó un hueco de unos 60 centímetros de largo y 25 centímetros de hondo. En la base de dicha cavidad se colocaron dos clavos de acero para sostener un tapón de granito fijado con azufre fundido.