Durante parte del siglo XIX los corsés se fueron apretando cada vez más para que las mujeres de toda condición social mostraran un talle esbelto.
¿Cómo sufrían… y enfermaban las mujeres victorianas en nombre de la moda?
Una niñera murió camino del parque empujando un cochecito de niño en la década de 1860. Tenía sólo 19 años. El médico afirmó que la muerte se había acelerado por la opresión en el pecho, producida por los lazos del corsé. La muchacha había muerto por querer tener una cintura de avispa, tan de moda en la época. Éste fue uno de los muchos incidentes que indujeron a los médicos a cuestionar la inteligencia de las mujeres que usaban corsés tan apretados.
Pequeña cintura, gran incomodidad
Durante la mayor parte del siglo XIX los lazos que ceñían el corsé a la espalda se apretaron cada vez más, pues las mujeres de todo rango y condición social querían mostrar un talle esbelto. La codiciada cintura (53 – 58 cm) solo se conseguía con un corsé.
Los corsés se apretaban tanto que las mujeres apenas podían respirar. Otra de las torturas a las que se sometían en nombre de la moda consistía en colocar una pieza de madera entre el corsé y el vestido.
La elegancia antes que la salud
Algunas mujeres decían que los corsés ceñidos les resultaban agradables. Una periodista describió en una revista femenina británica la «deliciosa sensación, entre el dolor y el placer» que experimentaba cuando le ataban los lazos. Sin embargo, el uso del corsé producía, entre otras dolencias, mareos y desmayos, trastornos circulatorios y problemas cardíacos.
«Dicta la moda escueta y seriamente / Que la cintura ya nunca más se apriete / Y las mujeres suspiran aliviadas / Al verse del tormento liberadas».
Punch magazine, abril 1909
La moda era especialmente nociva para las mujeres embarazadas. Llegó a afirmarse entonces que muchos embarazos se habían malogrado por la deformación corporal producida por la opresión de los lazos. «¿A quién puede asombrar que personas tan deformadas tengan mala salud, o que tantas mujeres jóvenes pierdan a su primer hijo?», pregunta Merrifield, una escritora de moda, en su libro, Dress As A Fine Art, publicado en 1854.
Las modas cambiaron a finales de 1860 cuando el centro de atención pasó de la cintura al trasero. Para ello se usaba una estructura de alambre que sobresalía en ángulo recto. En la década de 1890 se pusieron de moda las curvas fluidas, pero el corsé sobrevivió hasta 1910.