Los rascacielos de Manhattan propician la formación de corrientes de aire que hacen que los copos de nieve vuelen hacia el cielo.
Edificios icónicos
Fue tal vez el Flatiron el primer edificio responsable de los extraños movimientos de aire en las calles adyacentes. Los rascacielos de Manhattan siguen propiciando la formación de extraordinarias corrientes de aire, que hacen que los copos de nieve vuelen hacia el cielo.
El Flatiron no tardó en parecer diminuto tras la construcción de otros rascacielos. Entre ellos figura el Woolworth Building, terminado en 1913. Su arquitecto, Cass Gilbert, eligió el estilo gótico para este edificio de 60 pisos. La estructura era de acero y el exterior de terracota. Tenía capacidad para 14.000 empleados y estaba equipado con 19 ascensores y 2.800 teléfonos, una cifra sorprendente para la época.
El edificio obtuvo de inmediato el reconocimiento del público, si bien algunos puristas de la arquitectura se sintieron ofendidos por el uso del detalle gótico con fines meramente decorativos, en lugar de estructurales. Tal concepto era contrario al principio modernista según el cual «la forma debe estar al servicio de la función». Gilbert se justificó declarando: «El gótico nos ofrece la posibilidad de expresar el máximo grado de aspiración… hasta el último matiz de masa cobra gradualmente espiritualidad a medida que asciende».
Cumbre de la elegancia
La fachada de acero del Chrysler Building, de estilo Art Deco, se convirtió en un símbolo. Por su parte, el Empire State Building, con 102 pisos, fue durante años el edificio más alto del mundo. En 1913, el Woolworth Building fue superado en altura por las torres gemelas del World Trade Center.