A lo largo de los siglos, el deseo de tener hijos ha entrado a veces en conflicto con la voluntad de limitar el número de nacimientos.
¿Cómo se practicaba el control de la natalidad?
En diferentes países a lo largo de los siglos, el deseo de tener hijos ha entrado a veces en conflicto con la voluntad igualmente firme de limitar el número de nacimientos. Los antiguos terratenientes griegos, por ejemplo, tenían una idea muy clara de lo que para ellos era la familia ideal: unos padres que permanecieran siempre juntos; un hijo y heredero para mantener el nombre y las propiedades de la familia; y una hija para entablar una alianza provechosa con otra familia similar.
Los griegos controlaban el número de hijos de diversas maneras. La más común era el aborto, practicado habitualmente por parteras. Algunas mujeres preferían tomar pócimas hechas con extracto de álamo o pepino silvestre, que producían fuertes vómitos y desembocaban en el aborto. Otra forma de poner fin a un embarazo inesperado o no deseado consistía en ponerse a dar saltos sin parar.
Brebajes y supositorios
Había también brebajes «antifertilidad» para las mujeres, preparados disolviendo en agua una pequeña cantidad de sulfato de cobre. Este método fue recomendado en el siglo IV a.C. por Hipócrates, quien aseguraba que servía para evitar los embarazos durante un año entero. Otra bebida hecha con semillas de perejil machacadas era capaz como han demostrado los experimentos modernos de bloquear la producción de progesterona, la hormona que prepara el útero para la implantación y crecimiento del óvulo fertilizado. También se introducían en el útero supositorios impregnados de miel o pimienta, así como ungüentos de plomo u olíbano mezclados con aceite de oliva.