Los animales y sus sorprendente habilidades.
Un oficio para ganarse la vida
Durante la década de 1880, Jack, un papión chacma, ayudó a su dueño discapacitado a mover las señales en una estación ferroviaria de Sudáfrica. Durante los últimos nueve años de su vida, Jack movió las palancas que cambiaban las señales de la estación sin cometer nunca una equivocación. Jack era talentoso, pero no extraordinario. A Jock, otro papión chacma que aprendió a cambiar las señales de una estación cercana a Pretoria, se le pagaba la «fabulosa» suma de 7,5 peniques por su trabajo.
En Malasia, los macacos han sido utilizados durante muchos años para recoger los cocos de las palmeras. Y en Australia, un macaco llamado Johnnie manejaba a menudo el tractor mientras el dueño sacaba el forraje de la parte trasera del camión, para las ovejas.
Más recientemente, los pequeños monos capuchinos de América del Sur han recibido entrenamiento para actuar como acompañantes de las personas discapacitadas. Sus tareas incluyen apagar y encender las luces de la habitación y el televisor, además de labores tan complejas como alimentar y lavar a sus dueños, y prepararles bebidas.
En Asia, los elefantes participan en las actividades silvícolas. Pueden aprender de memoria 40 instrucciones, y son capaces de recibir entrenamiento para empujar y recoger troncos pesados con la trompa.
Simios que dominan el lenguaje humano
Cuando los animales se «hablan», intercambian información y se comunican de una manera muy parecida a la de los humanos. Los científicos han descubierto que la información está contenida en los sonidos, como ocurre en las palabras del hombre. Los monos, por ejemplo, actúan igual si los sonidos que perciben proceden de otro mono o están grabados en una cinta.
Algunos simios han aprendido a responder ante los signos del hombre. Varios chimpancés, como una llamada Washoe -entrenada durante la década de 1960 en Estados Unidos- además de un gorila y un orangután, aprendieron el lenguaje de los sordomudos. Washoe incluso tuvo la iniciativa y la capacidad de enseñárselo a un compañero, y obtuvo resultados.
Una chimpancé llamada Sarah llegó a dominar un lenguaje en el que unas siluetas de colores representaban palabras y conceptos. En sesiones de preguntas y respuestas, era muy hábil para colocar figuras de colores en un pizarrón magnético y, crear oraciones cortas. Podía construir mensajes como «Dar manzana a Sarah», y agrupaba objetos por semejanzas y diferencias. Era capaz de colocar un símbolo de plástico que significaba «igual» delante de los objetos parecidos, y el símbolo de «diferente» entre objetos distintos.
Otros dos chimpancés, Sherman y Austin, aprendieron un lenguaje que utilizaba las imágenes de un teclado de computadora. Podían intercambiar instrucciones simples con sus guardianes y con sus compañeros.