La contaminación ambiental afecta mucho más a los pulmones que a cualquier otra parte del cuerpo.
Cáncer pulmonar, en aumento
Hace tiempo, cuando todavía no se había extendido tanto el hábito de fumar y la contaminación ambiental no era un problema tan serio, el cáncer pulmonar era una enfermedad rara. Sin embargo, ahora, la tasa de mortalidad de la mayoría de los cánceres está bajando pero el número de muertes debidas al cáncer del pulmón (llamado técnicamente carcinoma broncogénico) tiende a aumentar. La razón se atribuye, en parte, a que ha aumentado considerablemente el número de mujeres que fuman; durante muchos años este tipo de cáncer estaba restringido casi exclusivamente a los hombres entre los que era responsable, aproximadamente, de un 30% de las muertes debidas a todas las formas de cáncer. Pero ahora, la frecuencia de esta enfermedad se ha elevado constantemente entre las mujeres que fuman.
La contaminación del aire en todo el mundo como resultado del crecimiento urbano e industrial ha incrementado la inhalación de sustancias tóxicas. La proporción de los pulmones que está directamente expuesta a la contaminación ambiental es mucho mayor que la de cualquier otra parte del cuerpo, ya que la superficie interna de estos órganos es 40 veces mayor que la de la piel; se comprende entonces que la calidad del aire les afecte tanto y sea otra de las causas del cáncer pulmonar.
La tuberculosis sigue entre nosotros
Hace años, se conocía la tuberculosis como tisis consuntiva porque iba gradualmente consumiendo el organismo. Gracias a la introducción de una efectiva terapia a base de antibióticos, la tuberculosis ha dejado de ser, desde los años cincuenta, la enfermedad generalizada, y muchas veces mortal, que antes era. Sin embargo, todavía se registran bastantes casos y puede considerarse una enfermedad grave.
La tuberculosis es causada por un bacilo, Mycobacterium tuberculosis, que se establece en los pulmones vulnerables abriendo cavidades, llamadas cavernas, y dando lugar a que se forme tejido cicatricial. La gente que ha estado expuesta a esta enfermedad debe acudir al médico para que le haga una prueba. Los síntomas son: tos, fatiga, esputo sanguinolento y falta de apetito. El tratamiento consiste generalmente en una terapia medicamentosa.