Hay que saber lidiar con esta compleja dolencia.
DURANTE LA DÉCADA
PASADA se
realizaron investigaciones sobre este tipo de artritis caracterizada por
inflamación y dolor intenso y abrasador. Es una afección bastante común que
padece del 1 al 2,5 por ciento de los adultos; sin embargo, muchos médicos,
sobre todo los que quizá no leen publicaciones especializadas en reumatología,
no están al día en el tema. “Solo entre el 30 y 50 por ciento de los pacientes
recibe la atención adecuada”, dice Pascal Richette, médico, autor principal de
las nuevas recomendaciones para paliar la enfermedad y miembro de la Liga
Europea contra el Reumatismo.
Todo
es culpa del ácido úrico, sustancia derivada de la descomposición de purinas,
compuestos orgánicos presentes en las células y en los alimentos que
consumimos. Suele eliminarse del organismo mediante la orina, pero cuando su
concentración es elevada, puede formar cristales filosos que se alojan en las
articulaciones, a menudo en aquella ubicada en la base del dedo gordo del pie.
Aquellos
con antecedentes familiares de gota tienen mayor probabilidad de padecerla, así
como los que sufren nefropatía o hipertensión, los alcohólicos y quienes llevan
una dieta rica en grasas o toman diuréticos.
Ciertos
comestibles tienen más purinas que otros. Quienes presentan factores de riesgo
o los que ya la sufren, deben disminuir el consumo de carne roja y alcohol, en
especial de cerveza. Si es posible, deben obtener parte de las proteínas de
lácteos descremados, lo que además puede contribuir a resolver el problema.
Beber mucha agua y bajar la ingesta de bebidas azucaradas también ayuda.
Los
cambios dietarios pueden prevenirla o mermar sus episodios, pero una vez que el
dolor y la inflamación han comenzado, solo se alivian con fármacos como
antiinflamatorios no esteroides, corticosteroides o la colchicina. Para minimizar
las molestias, se aconseja medicarse cuanto antes; de esta manera es más
probable sentirse mejor en unos días.
También
hay compuestos para reducir los niveles de ácido úrico. En caso de ataques
repetidos, el médico quizá diseñe un programa a fin de aminorar el urato,
sustancia nociva para las articulaciones.
Para
esto se usan inhibidores de xantina oxidasa y uricosúricos, por ejemplo. Drogas
que pueden dejar secuelas como sarpullidos, molestias estomacales y reacciones
alérgicas letales en potencia, por lo que los médicos suelen empezar con dosis
bajas.
Sin
embargo, estos menguan los ataques y hasta los remedian. “Bajar los niveles de
urato propicia la disolución de los cristales”, explica Richette.
“Entonces
no se experimentará más dolor. No obstante, la receta se ha de mantener de por
vida (de lo contrario los cristales pueden regresar)”. Estudios recientes sugieren que el exceso de
ácido úrico es perjudicial también para el sistema cardiovascular y los riñones.