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10 secretos de la grasa corporal

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Aunque el sobrepeso en general es malo para la salud, hasta entre la grasa hay categorías. 

He aquí diez datos sobre la grasa:

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1. Hay dos principales tipos de grasa corporal.

El tejido adiposo blanco, que es más abundante, se siente al pellizcar la zona abdominal. El tejido adiposo pardo, que se ubica sobre todo en el cuello, quema energía en lugar de almacenarla como la grasa blanca, señala Scott Kahan, director del National Center for Weight and Wellness. El tejido adiposo pardo también protege frente a la diabetes: según un estudio publicado en Cell Metabolism, las personas con más grasa de este tipo presentan fluctuaciones menos bruscas de la glucemia. 

2. Los lactantes poseen concentraciones elevadas de grasa parda, lo cual les permite regular su temperatura corporal.

Por desgracia, la grasa parda se pierde con el paso del tiempo; en los adultos, existe en pequeñas cantidades. Sin embargo, para potenciar sus efectos, podemos exponernos a bajas temperaturas. Durante un estudio, los participantes que durmieron en un cuarto fresco (unos 18 grados Celsius) experimentaron incrementos de hasta el 40 por ciento en la cantidad y la actividad de la grasa parda. Por el contrario, dormir en espacios cálidos (27 grados) redujo este tipo de tejido adiposo. Los baños con agua fría no lo afectan. 

3.  El ácido ursólico, una sustancia que se encuentra de forma abundante en la cáscara de manzana, incrementa la cantidad de grasa parda.

Existen otros alimentos con este componente como los arándanos, las ciruelas y las ciruelas pasas. 

4. La grasa parda tiene sus desventajas.

Los radiólogos no la ven con buenos ojos porque el calor que genera dificulta la detección de actividad tumoral al realizar estudios de TAC en pacientes con cáncer. Aunque no existen pruebas contundentes de que algún nutriente específico active la grasa parda, los radiólogos suelen recomendar ingerir productos ricos en grasa y bajos en hidratos de carbono antes de los estudios para inhibir la activación de la grasa parda. 

5. La grasa blanca no es tan mala.

Aporta beneficios a la salud al arropar y proteger nuestros órganos vitales; mantener la temperatura corporal y almacenar calorías para uso futuro, en caso de escasez de alimento.

6. La grasa blanca a veces se transforma en grasa parda y en esos casos recibe el nombre de grasa beige.

Como la grasa parda, la grasa beige quema calorías, lo cual ayuda a combatir la diabetes. Los expertos están intentando averiguar cómo ocurre esta transformación; según cierto estudio, una hormona que producen los músculos cuando nos ejercitamos podría estar implicada. 

7. Las células de tejido adiposo o adipocitos son sensibles a los cambios de temperatura.

La criolipólisis (con la técnica CoolSculpting, por ejemplo) es un tratamiento que consiste en congelar los adipocitos para que mueran, explica la doctora Anne Chapas, profesora de dermatología en el Mount Sinai Medical Center. El cuerpo elimina estas células lesionadas a lo largo de varios meses. 

8. También se puede utilizar calor para eliminar los adipocitos, afirma Chapas.

Está comprobado que elevar la temperatura de estas células más allá de los 40 grados por períodos prolongados puede causar su muerte y posterior eliminación del cuerpo, señala ella. Es así como funciona la lipólisis con láser y radiofrecuencia, un tratamiento para bajar de peso. Y sin embargo ni el calor ni el frío sustituyen la dieta saludable y el ejercicio: los adipocitos restantes pueden expandirse y el cuerpo puede producir más de estas células. 

9.  El color no es el único signo delator del peligro potencial de la grasa.

El exceso de grasa acumulada en el abdomen o alrededor de los órganos internos “libera sustancias químicas inflamatorias que pueden elevar el riesgo de padecer cardiopatías, enfermedades del hígado, diabetes y otras alteraciones”, indica Kahan. 

10.  La grasa podría estar vinculada con la salud cerebral.

Durante un estudio publicado en Neurology, las personas con índices de masa corporal (IMC) y cintura/cadera más elevados presentaron menor cantidad de materia gris, la sustancia cerebral que permite procesar información nueva, en comparación con el grupo más esbelto. No obstante, para los autores no queda claro si la grasa corporal es la causa de estas diferencias en el cerebro o el resultado de ellas. 

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