Las nuevas herramientas ddiagnóstico del TDAH nos están ayudando a comprender mejor cómo funciona nuestro cerebro.
Por Melissa Greer
Al crecer, Suzanne Smith* siempre pensó que era disléxica o que tenía algún tipo de trastorno del aprendizaje. La artista de Baltimore dice que soñaba despierta durante las clases y garabateaba en sus trabajos, por lo que acababa retrasándose. Era torpe, a menudo rompía cosas o causaba desastres. Durante su infancia, la llamaban estrafalaria y excéntrica, rasgos que la gente atribuía a su personalidad creativa.
“Encontré distintas formas de sobrellevarlo y acepté que así era yo”, dice. Pero con el tiempo, “llegué a un punto en el que realmente no funcionaba bien, y la relación con mi marido se estaba resintiendo”. Smith se describe a sí misma como “desorganizada” y dice que le cuesta concentrarse, lo que hace que las tareas domésticas, como cocinar y limpiar, sean todo un reto para ella.
“Es una división injusta del trabajo, y eso provocaba resentimiento”, dice. Smith empezó a investigar en internet y se puso en contacto con la Clínica de Psicología de la Universidad de Maryland, que ofrece evaluaciones de salud mental. Tras someterse a una evaluación allí en agosto de 2024, le diagnosticaron trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) a los 54 años.
El TDAH en la edad adulta
Ahora forma parte del creciente número de personas a las que se les ha diagnosticado TDAH en la edad adulta. Un informe reciente de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos reveló que, en 2023, en ese país, el 6 por ciento de adultos padecían TDAH. De ellos, aproximadamente la mitad habían recibido el diagnóstico en la edad adulta.
Los diagnósticos de TDAH entre adultos han ido aumentando en las dos últimas décadas, pero en 2020, el número de adultos que buscaban tratamiento aumentó bruscamente. Lo que ocurrió, dicen los expertos, es que millones de adultos cuyos síntomas no se habían detectado o se habían diagnosticado erróneamente en la infancia, de repente se veían representados en videos de TikTok, memes de Facebook y anuncios de Instagram.
“Los adultos con TDAH no diagnosticado tienen más probabilidades de tener problemas de pareja, es menos probable que alcancen los mismos niveles académicos y laborales, y es más probable que consuman sustancias”, afirma Lenard Adler, profesor de Psiquiatría y director del programa de TDAH para adultos de la Facultad de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York.
“Pasar por alto este diagnóstico y no tratar el TDAH tiene graves consecuencias, tanto para las personas como para la sociedad”. Y quienes soportan la carga de un diagnóstico erróneo son, en su inmensa mayoría, mujeres y grupos marginados. “Cuando era pequeña, me decían a menudo que tenía un problema de actitud”, dice Laura Gallant, una desarrolladora web de Toronto que tuvo problemas en la escuela y a la que diagnosticaron TDAH en 2021, a los 34 años. “No era un problema de actitud. Solo soy una mujer con TDAH”, afirma.
La buena noticia es que millones de personas, en su mayoría mujeres, que antes pasaban desapercibidas, por fin están recibiendo la ayuda que necesitan. Un estudio de 2023 de Epic Research, una organización que analiza datos de historiales médicos, descubrió que el número de mujeres a las que se había diagnosticado recientemente TDAH casi se duplicó de 2020 a 2022.
¿Qué es el TDAH?
El TDAH es un trastorno del desarrollo que comienza en la infancia y se presenta en tres tipos: desatento, hiperactivo y combinado. Los síntomas del tipo desatento incluyen una escasa capacidad para escuchar, evitar las tareas que requieren concentración y desviarse del camino con facilidad. Los síntomas del tipo hiperactivo incluyen inquietud, incapacidad para esperar su turno y ser demasiado hablador. A las personas se les puede diagnosticar un tipo; la mayoría tiene una combinación de síntomas de ambos tipos.
Hasta hace poco, el TDAH se consideraba en gran medida un trastorno infantil asociado sobre todo a los chicos que no podían quedarse quietos en clase, pero los expertos saben ahora que los síntomas no desaparecen simplemente cuando crecemos.
“Los datos más recientes muestran que alrededor del 90 por ciento de los niños con TDAH siguen padeciéndolo de alguna forma en la edad adulta”, dice Margaret Sibley, psicóloga clínica del Hospital Infantil de Seattle y profesora de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento en la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington. “No es algo que se les pase a la mayoría”.
Los neurocientíficos creen que los cerebros con TDAH tienen niveles más bajos de dopamina y norepinefrina, dos neurotransmisores clave que apoyan la función ejecutiva, es decir, el conjunto de habilidades de las que dependemos para gestionar nuestras emociones, pensamientos y acciones.
Los estudios de imagen de los cerebros con TDAH también han detectado alteraciones en las redes neuronales. Estos grupos de células nerviosas (neuronas) forman redes que envían señales a todo el cerebro, pero en un cerebro con TDAH, estas redes están alteradas, lo que dificulta el paso de los mensajes. Básicamente, un cerebro con TDAH está conectado de forma diferente a un cerebro neurotípico.
También hay un componente genético. Las personas con TDAH suelen tener antecedentes familiares de este trastorno, explica Sibley. El diagnóstico implica una evaluación exhaustiva por parte de un profesional, que puede incluir entrevistas con el paciente y sus padres u otros familiares. Tiene que haber cierto nivel de deterioro, en el sentido de que los síntomas interfieran en la capacidad de funcionamiento de la persona.
Y, dado que el TDAH es un trastorno del desarrollo, los síntomas deben remontarse a la infancia (antes de los 12 años). En los adultos, esto significa que los médicos tienen que establecer cómo era la persona de pequeña, dice Sibley, lo que puede ser difícil si la persona es mayor.
Las opciones de tratamiento incluyen la terapia cognitivo-conductual, un tipo de psicoterapia basada en la conversación que ayuda a las personas a comprender y cambiar sus patrones de pensamiento y conducta, y los medicamentos. Los fármacos estimulantes actúan aumentando los niveles de dopamina y norepinefrina en el cerebro, lo que a su vez ayuda a mejorar la capacidad de mantener la concentración. Los no estimulantes también actúan aumentando los niveles de norepinefrina y tienen menos efectos secundarios, pero pueden tardar más en hacer efecto que los estimulantes.
¿El TDH discrimina por género?
El TDAH afecta por igual a ambos sexos, pero históricamente se ha diagnosticado a los chicos a un ritmo de tres a cuatro veces superior al de las chicas, dice Joshua Langberg, doctor en psicología clínica y director del Centro Rutgers para el Bienestar Socioemocional de los Jóvenes.
“Ahora sabemos que esta diferencia se debe probablemente a una cuestión de identificación y no a una cuestión biológica o hereditaria real”, afirma. Esto es porque los chicos tienden a mostrar más síntomas de hiperactividad, como ser incapaces de quedarse quietos, hablar en voz alta y ser perturbadores. Las chicas, en cambio, suelen ser más desatentas, por lo que es más fácil que sus síntomas pasen desapercibidos.
“Puede que vea a alguien callado, distraído o sumido en sus propios pensamientos, y en una clase con 25 o 30 alumnos, eso no es realmente un problema”, explica Langberg.
Lindsay Crockford y su hermano tienen TDAH, pero su experiencia con el trastorno no podría ser más diferente. Al hermano de Crockford se lo diagnosticaron hace décadas, a los 8 años, mientras que a ella no se lo diagnosticaron hasta el año pasado, a los 32 años. “En mi hermano es muy evidente. Él es muy hiperactivo, mientras que yo soy más desatenta”, dice Crockford.
De niña, Crockford dice que se sentía desanimada cuando tenía que ir a la escuela, y que simplemente no podía concentrarse ni estudiar cuando lo necesitaba. Cuando empezó a trabajar, se encontró con que perdía tiempo, no cumplía los plazos y soñaba mucho despierta. Hoy, Crockford se siente más segura de sí misma, ya que ahora sabe lo que le funciona y cómo gestionar mejor su día. Pero el diagnóstico también le produjo sentimientos de decepción.
“Pensé en todos los proyectos que había empezado y nunca había llevado a cabo. Si hubiera sabido cómo funcionaba mi cerebro, habría conseguido más cosas”, dice.
Es común que las personas que no han sido diagnosticadas tengan sentimientos de vergüenza o baja autoestima, dice Judith Joseph, psiquiatra y autora de Alto funcionamiento: supera la depresión oculta y recupera tu alegría. “Cuando uno pasa toda su vida sin recibir el apoyo que necesita, se genera mucho estrés”, dice.
Las redes y el TDAH
Toda esta nueva atención es, en gran medida, algo positivo, pero también se cree que la afluencia de contenido sobre el TDAH generado por los usuarios en internet ha creado una definición más amplia del trastorno que la aceptada médicamente. Básicamente, la gente empezó a equiparar estar distraído y ser incapaz de concentrarse con el TDAH, cuando el diagnóstico no es tan sencillo.
“El mensaje que circulaba por las redes sociales de mucha gente en aquella época —en la que el estrés era elevado, se había perdido mucha estructura y apoyo, y la gente no se sentía bien— era la idea de que la explicación podría ser un TDAH no diagnosticado”, dice Sibley.
Los anuncios eran fáciles de entender; después de todo, ¿quién no tiene problemas para concentrarse? Entre 2021 y 2023, #ADHDviews en TikTok pasó de 2.000 millones a más de 20.000 millones. Por la misma época, aumentaron las búsquedas en Google de “TDAH” y “concentrarse con TDAH”.
Al principio de la pandemia de COVID-19, la gente no podía ver a sus médicos en persona, por lo que las empresas de telesalud intervinieron para llenar ese vacío y algunas de ellas no fueron todo lo minuciosas que deberían en sus evaluaciones diagnósticas, dice Sibley, y explica que una lista de comprobación rápida no basta para hacer un diagnóstico de TDAH.
En junio del año pasado, dos ejecutivos de Done, una empresa de telesalud de California, fueron acusados de fraude sanitario, entre otras cosas por recetar a los pacientes medicamentos para el TDAH, cuando no eran necesarios.
“No hay atajos para hacer un diagnóstico en el TDAH del adulto”, dice Adler. “Los cribadores pueden identificar a alguien que está en riesgo, pero eso no confirma un diagnóstico. Nada sustituye a hacer un historial completo del desarrollo y remontarse a su infancia, ya sea en telemedicina o en persona”.
Tanto Sibley como Adler forman parte de un grupo de trabajo creado por la Sociedad Profesional Americana del TDAH y Trastornos Relacionados (APSARD) para elaborar nuevas directrices para el diagnóstico y tratamiento del TDAH en adultos. Se espera que las nuevas directrices se publiquen este año y que establezcan una coherencia en el modo en que los profesionales abordan el diagnóstico y el tratamiento, garantizando que los pacientes reciban un diagnóstico preciso y el mejor tratamiento para mejorar su calidad de vida.
Herramientas para afrontar el TDAH
Para asegurarse de que usted o un ser querido sean evaluados correctamente para el TDAH, empiece por hablar con un médico de confianza sobre sus preocupaciones. Su médico trabajará con usted para encontrar el tratamiento adecuado, que podría ser una combinación de medicación y terapia cognitivo-conductual, así como higiene del sueño y buena nutrición, dice Joseph, explicando que el sueño y la nutrición suelen pasarse por alto en el tratamiento del TDAH.
Ambos contribuirán a la salud cerebral, lo que a su vez puede mejorar su funcionamiento ejecutivo, facilitando el control de los síntomas. Intente dormir al menos ocho horas y coma muchos alimentos ricos en ácidos grasos omega-3, como el pescado y los frutos secos, así como micronutrientes como el zinc, el hierro y la vitamina D.
Establecer una rutina ha sido una herramienta importante para Crockford. Su psiquiatra le recomendó terapia cognitivo-conductual, así como algunas técnicas organizativas para ayudarla a establecer un horario que le funcionara. Tras llevar un registro diario de cómo empleaba su tiempo, Crockford dice que pudo ver cuándo experimentaba períodos de “parálisis por TDAH”, es decir, los momentos en que se sentía más abrumada, dejaba las cosas para más tarde y simplemente era incapaz de concentrarse. Ese conocimiento le ha permitido ser más proactiva a la hora de planificar sus días.
“Me di cuenta de que tiende a ocurrir en torno a la misma hora del día, así que ahora me aseguro de que todo lo que tengo que hacer y que es importante cae dentro de mis horas productivas”, dice. Crockford también es más consciente de los tipos de entornos de trabajo en los que rinde mejor. Los espacios abiertos le dificultan aún más la concentración, por lo que utiliza auriculares con cancelación de ruido e intenta evitar las distracciones lo mejor que puede.
Joseph confía en que, en el futuro, los lugares de trabajo se adapten más a las personas con TDAH. Observa que estas adaptaciones existen para niños y estudiantes, pero prácticamente desaparecen cuando la persona se hace adulta, momento en que asume más responsabilidades y necesita ese apoyo más que nunca.
“La gente en general es ahora más consciente de estas diferencias de pensamiento y comportamientos que no son neurotípicos”, dice Joseph. “Gracias a eso y a las historias que se comparten en las redes sociales, se han humanizado las diferencias de los individuos, y estamos avanzando hacia un entorno más tolerante”.
Desde que le diagnosticaron TDAH, Smith también se siente esperanzada respecto al futuro. “Estoy dispuesta a hacer lo que haga falta”, dice. “Tengo 54 años, pero eso no signifi ca que sea demasiado vieja. Quiero una nueva vida. Estoy preparada”.