Tener en cuenta algunas señales puede prevenir males mayores con el tema del cáncer de piel.
El verano está llegando y con él, las ganas de despojarnos de unas cuantas capas de ropa. Sin embargo, aunque es agradable sentir el calor del sol sobre la piel desnuda, no debemos permanecer demasiado tiempo al aire libre sin la protección adecuada. Y es que el cáncer de piel va en aumento. De hecho, hoy por hoy, uno de cada tres pacientes oncológicos en el mundo padece esa enfermedad.
Pero ¿cómo es posible si cada vez hay más campañas que buscan alertar sobre los riesgos de la exposición al sol y concientizar respecto al cáncer de piel? El fenómeno puede atribuirse a la existencia de mejores estrategias de detección y al hecho de que la gente está viviendo más que nunca. “Cuantos más años uno viva, mayor será la posibilidad de que desarrolle cáncer de piel en algún momento”, señala la doctora Deborah S. Sarnoff, dermatóloga de Nueva York y presidenta de la Fundación contra el Cáncer de Piel. La buena noticia es que si la alteración se detecta de forma oportuna, el tratamiento da excelentes resultados.
Los distintos tipos de cáncer de piel suelen agruparse en dos categorías: las neoplasias malignas no melanomatosas y el melanoma maligno. Las neoplasias malignas no melanomatosas, como el carcinoma de células basales y el carcinoma de células escamososas, son las más frecuentes y afectan a la gran mayoría de los pacientes. El factor de riesgo principal es la exposición acumulada a la radiación ultravioleta; de ahí que el cáncer de piel aparezca conforme envejecemos, por lo general en las regiones corporales más expuestas al sol.
“Entre estas se encuentran la cara, las orejas, el cuero cabelludo y el cuello”, explica la doctora Clare Tait, dermatóloga de Perth, Australia, el país con la mayor tasa de melanoma maligno a escala mundial, de acuerdo con el World Cancer Research Fund.
Aunque los melanomas malignos constituyen tan solo el uno por ciento de los casos de cáncer cutáneo, son por mucho los más letales. En ciertos pacientes, pueden atribuirse a mutaciones genéticas hereditarias; sin embargo, con frecuencia sobrevienen por la exposición a los rayos ultravioleta. Es por eso que quienes han experimentado cinco o más quemaduras solares corren el doble de riesgo. En general, las lesiones aparecen en el pecho, la espalda, las pantorrillas, la cabeza y el cuello; no obstante, a veces afectan regiones corporales con poca exposición a la radiación solar, como las plantas de los pies o la piel debajo de las uñas.
El peligro de esas neoplasias es que pueden propagarse a las capas cutáneas profundas o a otros órganos, y en esos casos resultan muy difíciles de tratar. Pese a lo anterior, hay una buena noticia: durante un estudio clínico de las empresas farmacéuticas Moderna y Merck, los expertos comprobaron que su vacuna a base de ARNm permite tratar eficazmente los melanomas malignos avanzados. De acuerdo con los resultados, el uso conjunto de una vacuna de ARNm e inmunoterapia después de la extirpación quirúrgica de las neoplasias redujo el riesgo de reaparición tumoral o muerte en pacientes con melanomas malignos en los estadios III o IV, en comparación con el tratamiento solo a base de inmunoterapia y cirugía.
Las vacunas, que se han venido estudiando desde hace décadas a fin de desarrollar tratamientos oncológicos personalizados, introducen al organismo una porción de código genético con instrucciones para indicar a las células cómo producir una proteína espicular específica. El objetivo es exponer al sistema inmunitario a esa proteína para que aprenda a atacarla. “En pocas palabras, la vacuna entrena al sistema inmunitario para reconocer y responder a las mutaciones del ADN presentes en las células malignas específicas”, aclara Sarnoff. Se planea llevar a cabo un estudio clínico este año.
“Se trata de un maravilloso avance, que genera gran entusiasmo”, afirma. Y es que el melanoma maligno avanzado, es decir, cuando el cáncer se propaga a otros órganos, en muchos casos ha supuesto una sentencia de muerte. De aprobarse, la vacuna representará una alternativa más para los pacientes con melanoma maligno avanzado, que en la actualidad se combate con quimioterapia, radiaciones, inmunoterapia y fármacos con dianas específicas.
La mejor defensa sigue siendo la prevención y la detección oportuna. “Si se detecta a tiempo, el melanoma maligno que no ha avanzado más allá de la epidermis puede curarse prácticamente al cien por ciento”, revela Sarnoff. Por lo tanto, es importante que se familiarice con su piel y que se mantenga al tanto de sus lunares y de cualquier cambio cutáneo.
Revise su cuerpo cada tres meses, recomienda Anne Cust, presidenta del Comité de Cáncer Cutáneo del Consejo Australiano contra el Cáncer. “Y considere tomar fotografías de los sitios que le preocupan para darles seguimiento”. Pídale a un amigo o a su pareja que revise aquellas áreas que quizá no alcanza a ver como el cuero cabelludo, la nuca, los glúteos y la espalda baja, sugiere Tait. Utilice un espejo y buena luz. Si detecta cualquier cosa inquietante, consulte con un médico. Además, es buena idea acudir a revisión anual con un dermatólogo o un médico general.
Signos de cuidado en el cáncer de piel
Cambios. Desde hace mucho, los dermatólogos recomiendan explorar en busca de lunares extensos (de más de seis milímetros, casi como la goma en la punta de un lápiz), con bordes irregulares o con cambios de color. Sarnoff aconseja seguir una sencilla regla general: “Cualquier cosa nueva, cambiante o inusual en la piel requiere atención”, explica.
Lunares o anomalías de aparición reciente. Busque manchas, pecas o lunares nuevos, en especial si es mayor de 25 años. Es normal que los adultos tengan entre 10 y 40 lunares; no obstante, la presencia de más de 50 de estos eleva el riesgo de desarrollar un melanoma maligno. Las pequeñas protuberancias rojas, rosas o aperladas pueden ser signo de carcinoma de células basales, sobre todo si aparecen en las regiones más expuestas al sol, como la cara, el cuello, el cuero cabelludo, las manos y los hombros.
Pecas o lunares con alteraciones. Esto deberá evaluarlo un médico, afirma Tait. “Puede tratarse de un cambio de forma, color y tamaño, o bien de la aparición de dolor o picazón”, indica ella. “Cabe destacar, por supuesto, que una persona que presenta todos los signos anteriores no por fuerza padece cáncer de piel; lo que sí tiene son focos rojos que ameritan una revisión”.
Lesiones resecas y escamosas o llagas que no cicatrizan. “Si hay picazón y costras crónicas, que aparecen una y otra vez en el mismo sitio, considere que se trata de un signo de alerta”, indica Sarnoff. Y tenga mucho cuidado si observa áreas que sangran de forma constante aun sin sufrir ningún traumatismo; el fenómeno podría deberse a la presencia de un carcinoma de células basales, advierte Tait. Si una llaga o una lesión inusual no se resuelve en tres o cuatro semanas, acuda a consulta médica.
Un grano que no desaparece. “La vida de un grano puede extenderse unos cuantos días y hasta tres semanas, como máximo”, revela Sarnoff. Si nota algo parecido a un grano que no desaparece, podría tratarse de un carcinoma de células basales o escamosas.
Cualquier cosa que se distinga del resto. Las pecas y lunares normales suelen tener un aspecto similar. “Si algo parece apartarse del resto, deberá acudir a revisión médica”, informa Sarnoff. El sospechoso quizá sea más grande u oscuro que los demás o tal vez no luzca plano como los otros, sino elevado. Cuando le parezca que algo anda mal, haga caso a su instinto, recomienda ella.
“Resulta crucial protegerse del sol cuando el índice de radiación UV es igual o mayor que tres”, afirma Tait. Durante el verano, esto suele ocurrir en las horas más próximas al mediodía. Puede consultar el índice de radiación UV diario en la mayoría de las aplicaciones del clima. Y no se preocupe por una posible insuficiencia de vitamina D, aclara Cust. “En la mayor parte de los casos, basta con pasar unos cuantos minutos al aire libre casi todos los días para que el organismo produzca ese compuesto en cantidad suficiente”.
Tanto las personas rubias de piel blanca y ojos azules como aquellos con antecedentes familiares de melanoma maligno o con muchos lunares corren mayor riesgo.
Así que si ese es su caso, tome precauciones adicionales cuando esté al aire libre, recomienda Tait. Use ropa que le cubra la piel, aplíquese filtro solar de amplio espectro con factor de protección de 30 o más y no olvide el gorro y las gafas de sol.
¡Ah! Y vaya por la sombrita.
La verdad sobre la seguridad de los protectores solares
En los últimos años, se ha cuestionado la seguridad de la oxibenzona, un compuesto químico presente en muchos protectores solares. Al igual que otros filtros solares químicos, la oxibenzona absorbe los rayos UV convirtiéndolos en calor que después es liberado por la piel. Esta reacción química evita que la radiación ultravioleta llegue a las células de la piel y provoque daños en el ADN que puedan acabar provocándonos cáncer de piel.
Un estudio piloto de 2019 publicado en JAMA mostró evidencias que indican que la oxibenzona entra en el torrente sanguíneo, lo que ha provocado una gran preocupación por el impacto que puede causar en nuestros niveles hormonales.
También se ha detectado en la leche materna. Debido a la preocupación de que la absorción de este componente sea incluso mayor en los menores de edad, la Academia Americana de Pediatría desaconseja en la medida de lo posible, el uso de protectores solares con oxibenzona en los niños.
La Administración de Medicamentos y Alimentos de los Estados Unidos considera que los protectores solares con oxibenzona son seguros y algunos expertos coinciden en que su prohibición sería una decisión algo prematura. “El jurado está aún en proceso de deliberación”, afirma la doctora Deborah S. Sarnoff, dermatóloga de Nueva York y presidenta de la Fundación de Cáncer de Piel. “El hecho de que la piel absorba este agente químico, no significa que sea peligroso”.
Algunas empresas han eliminado gradualmente el uso de oxibenzona en sus protectores solares.
Para cualquier persona embarazada, en período de lactancia o para quienes simplemente quieran evitar estos filtros químicos, Sarnoff recomienda protectores solares minerales, que contienen barreras físicas como el óxido de zinc y el dióxido de titanio.