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Té: el remedio supremo de tu cocina

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Después de leer esta nota, vas a confirmar que esos saquitos de té que tenés en casa son un sanador indiscutido. En particular, el té verde, que tiene tantos efectos positivos comprobados científicamente.

Si bien la palabra “té” se refiere a toda infusión que se prepara con agua caliente y hierbas, el té verdadero se pre­para con hojas de Camellia sinensis, un arbusto perenne. Las diferencias en el modo de procesar las hojas determinan las variedades de té negro, verde, blanco y oolong. Al consumir té verde se disminuye el riesgo de muerte por infarto o ataque cerebral y reducen los riesgos de enfermedad cardíaca, cáncer, e incluso de caries dentales; pero no hay que despreciar al té negro o al oolong. Estas infusiones, más intensas, también están provistas de antioxidantes.

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(Foto: Pexels / Pixabay) 
 

El té contiene compuestos llamados catequinas. Según el Instituto Nacional del Cáncer, estas sustancias químicas de las plantas, tan saludables, son poderosos antioxidantes con efectos antivirales y, potencialmente, anticáncer. Una de las catequinas del té, llamada EGCG, es 100 veces más poderosa que la vitamina C, y protege al ADN celular de las modificaciones que podrían derivar en cáncer. Aunque la concentración más elevada de catequinas se encuentra en el té verde, el té negro es también una fuente adecuada.

 

Las variantes de té con nombres comerciales son mezclas de hasta 20 variedades diferentes de hojas, combinadas de manera de asegurar un sabor constante.

 

En 2009, científicos del Instituto de Investigaciones Biomédicas de Boston y de la Universidad de Pensilvania anunciaron un avance significativo que tendría el potencial de cambiar el pronóstico de enfermedades irreversibles que afectan el cere­bro, como el mal de Alzheimer, el mal de Huntington o el de Parkinson. Descubrieron que cuando combinaban un com­ponente del té verde, el EGCG, con otra sustancia química llamada DAPH-12, esa combinación destruía los amiloides, las estructuras de proteínas causantes de enfermedades. Los amiloides se depositan en torno a los tejidos del cerebro o invaden las neuronas. Con el tiempo, asfixian a las células cerebrales y provocan pérdidas de memoria, de la función motora y del lenguaje, o causan la muerte prematura.

En este estudio por primera vez los científicos tuvieron éxito al destruir los amiloides, que eran estructuras conoci­das como impenetrables, según explican los investigadores. Por más que estos hallazgos son motivo de esperanza, son aún preliminares. El próximo paso en la investigación será continuar explorando la combinación de EGCG y su poten­cial frente a estas enfermedades.

 

(Foto: Sabri Tuzcu / StockSnap)
 

El té verde y el cáncer

Los investigadores suponen que los polifenoles del té verde pueden tener una función importante en la prevención del cáncer; creen que los polifenoles contribuyen a la muerte de las células cancerosas y detienen su avance.

 

Los estudios recientes en los que se examinó la capacidad del té verde para retrasar el cáncer de próstata, de esófago y colorrectal arrojaron resultados positivos.

 

En un estudio realizado sobre 472 mujeres con cáncer de mama, las que consumían más té verde experimentaron el menor avance de la enfermedad. También se halló que las mujeres que estaban en las primeras etapas del cáncer de mama y que antes de ser diagnosticadas tomaban al menos cinco tazas diarias de té verde, tuvieron menos probabilidades de que la enfermedad se repitiera después de completar su tratamiento. Pero el consumo de té verde no tuvo ningún efecto en quienes estaban en los estadíos avanzados del cáncer de mama.

 

En estudios sobre cáncer de piel, los animales de labo­ratorio que recibieron té desarrollaron la décima parte de tumores que los animales a los que se les dio agua.

 

Además de ser valorado principalmente por sus propie­dades preventivas del cáncer, hay algunas pruebas de que podría ayudar a los pacientes que ya padecen cáncer. El compuesto EGCG del té verde inhibe la producción de uro­ quinasa, una enzima que las células cancerosas necesitan para crecer. También parece estimular el proceso de apopto­sis, o muerte celular programada, de las células cancerosas.

 

(Foto: Andrew E. Weber / StockSnap)
 

Hora de tomar el té

Probablemente, dos o tres tazas de té por día son suficientes para brindar la mayor parte de sus beneficios. Una precau­ción: si solés tomar el té con leche, podrías estar perdiéndote parte de su protección para la salud. Las proteínas de la leche pueden interactuar con los polifenoles del té y bloquear sus efectos bené­ficos. Si sos sensible a la cafeína, preferí las varie­dades descafeinadas.

Para conseguir té bien fresco, comprá en una tienda que tenga una buena rotación de mercaderías y llevá sólo lo que necesi­tarás para un mes. El té se conserva mejor en una alacena fresca y seca; refrigerarlo o congelarlo puede estropear su sabor. El té verde contiene menos cafeína que el té negro, pero por lo demás, su perfil químico es similar.

 

(Foto: Congerdesign / Pixabay)

 

El té de hierbas se prepara con hojas secas de plantas florales y herbáceas. A pesar de que su perfil químico es totalmente diferente del té negro o verde, aun así ofrecen beneficios para la salud.

 

 

  • Lavanda: se prepara con flores de lavanda dise­cadas y puede tener un efecto tranquilizante.
  • Melisa: té herbal con toques de menta y limón que ayuda a calmar los nervios alterados.
  • Ortiga: se prepara con la misma planta que causa ardor e irritación en la piel. Es rico en vitamina C y en varios minerales. Se recomienda para tratar artritis, rinitis alérgica y gota, y para fomentar la producción de leche en las madres lactantes. Se debe evitar durante el embarazo, porque podría provocar contracciones uterinas.
  • Menta inglesa: este té es refrescante, en especial con hielo. Estimula la digestión y disipa los gases. Evitalo si sufrís de hernia hiatal, ya que la menta promueve el reflujo del contenido del estómago hacia el esófago.
  • Hojas de frambuesa: se sugiere el té de fram­buesa para aliviar los espasmos menstruales.
  • Rosa mosqueta: rico en vitamina C, el té de rosa mosqueta puede servir como alternativa al jugo de naranja.
  • Romero: el té preparado con esta conocida hierba de jardín favorece la memoria y el estado de alerta; pero beber más de dos o tres tazas diarias puede irritar el estómago.
  • Rooibos: las hojas de esta planta del sur de África (Aspalathus linearis) se han preparado como infusión durante siglos, ofreciendo una bebida refrescante. Su sabor delicioso y su notable capacidad antioxidante concede potencial para mejorar la salud y el bienestar general.
  • Salvia: una taza de té de salvia antes de dormir previene el sudor asociado a la menopausia.
  • Tomillo: se recomienda el té de tomillo para las molestias gastrointestinales, y en especial para tratar la congestión pulmonar y la tos.
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