Brady Peterson, catedrático jubilado de Texas, Estados Unidos, fue siempre muy activo: se ejercitaba y caminaba hasta 16 kilómetros al día.
Sin embargo, hace unos cuatro años, tras experimentar cada vez más rigidez y dolor en las extremidades, al hombre de 75 años le diagnosticaron polimialgia reumática, una enfermedad inflamatoria que afecta a todo el cuerpo.
“No podía ni alzar el brazo por encima de la cabeza sin lastimarme y el solo hecho de girar en la cama me resultaba doloroso”, recuerda él.
El reumatólogo de Peterson pensaba tratarlo con prednisona a largo plazo. Pero el paciente sabía que aquello podía producir efectos secundarios, como disminución de la densidad mineral ósea o cataratas.
“Le pregunté a mi médico si había un tratamiento alternativo antes de iniciar con la prednisona”, relata Peterson. El especialista aceptó y acordaron verse para una consulta de seguimiento seis meses después.
El paciente comenzó a meditar, a comer mejor y a poner énfasis en su flexibilidad. “Extendí mi tapete de yoga e hice algunas posturas que veía en videos”, explica. “Al principio, la postura del guerrero me producía dolor y estaba lejos de ejecutar de forma correcta la posición del triángulo. Pero hacía lo que podía y fue así como empecé a estirar todos los grupos musculares”.
Los estiramientos pueden prevenir muchos de los problemas de movilidad que se consideran inevitables conforme envejecemos. No obstante, la gente suele descuidar este componente de la tríada del acondicionamiento físico, cuyos otros dos elementos son los ejercicios cardiovasculares y el entrenamiento de fuerza.
Además de preservar la amplitud de movimiento, “los estiramientos ayudan a prevenir lesiones, controlar el dolor muscular y prepararnos para participar en distintos tipos de deportes y actividades físicas”, afirma Ryan Glatt, entrenador personal y asesor de salud cerebral en el Instituto de Neurociencias del Pacífico en Santa Mónica, California.
No obstante, la pérdida de flexibilidad atribuible a lesiones de la infancia, presencia de tejido cicatricial, artritis o inflamación, puede ser difícil de corregir o prevenir. Asimismo, el cartílago de las articulaciones se puede desgastar con el paso del tiempo, lo cual también llega a provocar dolor y rigidez. Sin importar cuál sea su edad o grado de movilidad, los estiramientos pueden mejorar la flexibilidad.
Peterson es un excelente ejemplo de por qué este tipo de actividades deberían formar parte de su vida diaria. No solo son una fuente de relajación y alivio a corto plazo, sino que además pueden aportar beneficios de larga duración.
“Trabajé poco a poco y con constancia y me volví más flexible”, explica él. Cuando regresó con el reumatólogo, medio año después, le informaron que ya no necesitaba la prednisona. Ahora Peterson monta en bicicleta, practica senderismo y hace ejercicios de fuerza con pesas.
“Los estiramientos son esenciales para el buen funcionamiento de todo lo demás”, señala. “Cuando estiro los músculos como parte de una rutina, dejo de pensar en ciertos movimientos, como levantarme de la silla o atar los cordones… solo lo hago. Y si olvido estirarme, siento cómo mi antigua rigidez me susurra al oído”.
3 ejercicios de torsión para despertar
1) A primera hora de la mañana, siéntese en la cama con las plantas de los pies en el suelo, y la cadera y las rodillas flexionadas en un ángulo de 90 grados. Lleve los hombros hacia atrás y la mirada al frente.
2) Coloque la mano izquierda en la cama, por detrás y hacia fuera de la cadera izquierda. Coloque la mano derecha en la rodilla del mismo lado.
3) Inhale profundamente. Conforme exhala, lleve los hombros al lado izquierdo y mire hacia atrás mientras gira la espalda sin mover la cadera. Estírese de esta forma unos 5 segundos, regrese al centro y repita con el lado derecho. Realice cinco torsiones de cada lado.