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Vacas: la leche que cura enfermedades

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Una granja en la cual la leche podría ser medicamento para los humanos

A primera vista, esta granja situada a cien kilómetros al noroeste de la ciudad de Buenos Aires, se parece a cualquier otra. Caminando tranquilamente por  los vastos pastizales, las vacas cortan las puntas de las ramas de la tierna hierba, rodeadas por un alambrado. Detrás de esos rebaños, en establos de aspecto tradicional, estos mansos mamíferos esperan que los “guacheros” —hombres del campo responsables de la vigilancia y el cuidado de las vacas— vengan a ordeñar sus ubres llenas de leche. Sin embargo, al observar más de cerca, ciertas pistas llaman la atención y provocan asombro.

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En el medio de los pastizales, dos personas vestidas con guardapolvo blanco rodean a un ternero, y empiezan a darle la mamadera. Adentro del establo, otros técnicos protegidos por máscaras y guantes de cirujano observan con atención y delicadeza un joven ternero dormido sobre una mesa de quirófano, mientras le realizan chequeos sanguíneos y miden el ritmo cardíaco, por medio de un estetoscopio. Al lado, algo más llamativo todavía: una vaca preñada, rodeada por un equipo entero de científicos, es sometida a una ecografía con un aparato médico moderno, como el que se utiliza para las futuras mamás. ¿Qué es lo que pasa aquí?

En realidad estamos en la granja que dispone de biotecnología moderna del laboratorio argentino BioSidus. En las 550 hectáreas de la estancia “La Rubia”, BioSidus tiene un rodeo de 200 vacas fuera de lo común. La mayoría, de raza Aberdeen Angus, es madre portadora para otras terneras, de raza Jersey, que constituyen un verdadero tesoro para los investigadores. Y también para millones de enfermos en el mundo.

Mientras acaricia afectuosamente el lomo de un joven ternero, Claudio Santos, responsable del desarrollo tecnológico del laboratorio, cuenta por qué estos animales son tan importantes: “En sus células llevan genes humanos que corresponden a proteínas terapéuticas, que les fueron aportadas a través de técnicas de clonación y transgénesis (proceso para transferir genes en un organismo)».


«Así, cuando los terneros llegan a la madurez, al año de vida, esos genes servirán para la producción de proteínas humanas capaces de curar patologías. Y podremos obtenerlas  fácilmente a través de la leche”.


En 2007, los científicos de BioSidus dieron una primicia mundial: el nacimiento de cuatro terneros clonados transgénicos portadores del gen de la insulina humana, que permite controlar la diabetes. Ellos son Patagonia I, II, III y IV. Hoy siete vacas producen en su leche el preciado medicamento.

Por el momento, ningún otro laboratorio en el mundo —particularmente de Holanda, Francia y los Estados Unidos, quienes hoy experimentan— ha obtenido un logro similar al del argentino BioSidus: “fabricar” vacas capaces de proveer medicamentos como insulina y hormonas de crecimiento. “Nuestras vacas fabrican alrededor de cinco gramos de proteína por litro de leche”, explica Andrés Bercovich, gerente de Desarrollo Tecnológico del laboratorio. “Con alrededor de 25 litros por día y por animal, un hato farmacéutico de 25 vacas transgénicas alcanzaría para cubrir las necesidades de insulina de todos los diabéticos argentinos”.

Con un mercado mundial de insulina valuado en 5.000 millones de dólares, se entiende que los científicos y los veterinarios traten a sus vacas transgénicas con cuidados y tratamientos de lujo.

Los logros de la investigación se deben en gran parte a la capacidad de los biólogos que fueron los encargados de fabricar, en el laboratorio, embriones bovinos que tienen los genes de las proteínas humanas. De un centenar de embriones transgénicos, producidos en el laboratorio de Buenos Aires, luego transportados en camioneta a la Estancia “La Rubia” e implantados en los úteros de las vacas portadoras, entre 1 y 10, de acuerdo a la línea celular utilizada para la transferencia nuclear, llega efectivamente a buen término, naciendo. Pero al final de este camino difícil, están también los nacimientos y por consiguiente la satisfacción de los miembros del equipo.

El jefe veterinario de La Rubia, Mariano Lattanzi, vela especialmente por la buena salud, supervisando las ecografías que se practican cada dos semanas a las  vacas portadoras: “Más que a una mujer embarazada”, declara. Él es quien hace las tomas de sangre así como los exámenes médicos que permiten corroborar que las vacas no hayan contraído ninguna patología, tal como brucelosis.

Con hombres como estos, no hay dudas de que los enfermos de diabetes y de otras patologías disponen de los mejores aliados para vencer a las enfermedades en el futuro. Gracias a los medicamentos que maduran en la leche de las tranquilas vacas transgénicas de la Estancia La Rubia.


Los primeros medicamentos transgénicos ya llegaron

Las vacas transgénicas argentinas del laboratorio BioSidus, no son los únicos mamíferos utilizados a nivel mundial para producir en su leche proteínas terapéuticas; o sea, moléculas que curan enfermedades humanas. Este tipo de desarrollo tecnológico se realiza esencialmente en otros tres países: Estados Unidos, Francia y Holanda.

En Francia, la empresa biotecnológica Bioprotein cría conejas modificadas genéticamente para que produzcan en su leche proteínas llamadas recombinantes, utilizadas en la lucha contra tumores. En Holanda, Pharming Group utiliza, al igual que BioSidus, la vaca como “biorreactor” para producir medicamentos humanos. El laboratorio estadounidense Genzyme Transgenic Corporation hizo otra apuesta al modificar cabras que producen en su leche una proteína humana, llamada Atryn. Esta molécula es usada para combatir una enfermedad genética poco común, que disminuye la fluidez de la sangre generando accidentes cardiovasculares que pueden ser fatales. En 2006, esta molécula producida por cabras obtuvo, por parte de la máxima autoridad europea, la autorización de comercialización en todos los países de la Unión Europea, determinando de este modo que no existen riesgos para el hombre con la utilización de moléculas producidas por mamíferos modificados genéticamente.


Con este antecedente, es probable que los medicamentos producidos por las vacas argentinas tengan un gran futuro en el escenario mundial.


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