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¿Por qué son buenas las bacterias?

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La idea de tener miles de millones de probióticos circulando dentro de nuestro cuerpo no debería asustarnos.

Tal vez usted no lo sepa, pero coexiste pacíficamente con más de 500 especies de bacterias que viven en sus intestinos. Desde hace mucho se sabe que tomar probióticos para hacer que esas bacterias proliferen ayuda a prevenir diversos males. Ahora hay pruebas de que estos microorganismos son más importantes para nuestra salud de lo que jamás imaginamos.

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¿Qué son los probióticos?

Hace más de un siglo, el científico ruso Elie Metchnikoff, ganador del Nobel, observó que los campesinos belgas consumían mucho yogur y tenían una vida larga y saludable. Al analizar el yogur, descubrió que contiene microorganismos que viven naturalmente en nuestros intestinos. Hoy los llamamos probióticos, y se comercializan en forma de cápsulas, polvos y productos lácteos fermentados.
Todos tenemos una flora intestinal única, tan individual como una huella digital, y la conservamos de por vida. Su cantidad puede disminuir a causa del estrés y por la ingestión de fármacos, alcohol y, sobre todo, de antibióticos. Con el tiempo se recupera, pero tomar una dosis complementaria puede acelerar el proceso y evitar infecciones y diarreas.

¿De qué manera favorecen la salud?

Tomar probióticos extras nos ayuda de muchas formas. Además de aumentar el número de bacterias benéficas en el intestino, tienen un efecto directo en las células de la membrana que lo recubre e inhiben el proceso inflamatorio. Algunos fortalecen el sistema inmunitario al modificar el funcionamiento de los glóbulos blancos y los anticuerpos.
De acuerdo con la medicina alternativa —si bien no existen pruebas científicas—, un desequilibrio en la flora intestinal puede ocasionar un trastorno llamado “síndrome del intestino agujereado”, en el que grandes moléculas atraviesan las paredes del intestino y provocan una respuesta inmunitaria que a su vez desencadena una reacción alérgica. Evitar ese desequilibrio es la principal recomendación de la medicina naturista, dice la especialista australiana Pam Stone.

¿Qué pruebas hay de que son efectivos?

Un reciente artículo publicado en el Medical Journal of Australia confirmó que los probióticos ayudan a prevenir o mitigar diversos tipos de diarrea, entre ellos los infecciosos, sobre todo los causados por rotavirus o por el uso de antibióticos.
También se cree que los probióticos son útiles contra trastornos como el síndrome de colon irritable y la colitis ulcerosa. Y se están investigando sus posibles efectos benéficos en otros padecimientos, entre ellos la enfermedad de Crohn y la enterocolitis necrosante, dice el doctor Andrew Day, profesor de la Facultad de Salud Femenina e Infantil de la Universidad de Nueva Gales del Sur.
También está comprobado que los probióticos fortalecen el sistema inmunitario y ayudan en afecciones como el eccema y, tal vez, el asma. Un estudio europeo reciente reveló que los bebés cuyas madres tomaron un probiótico durante el embarazo, padecían menos diarreas, alergias e infecciones.
Finalmente, algunos médicos ahora creen que la escasa presencia de bacterias benéficas en los intestinos (por el abuso de antibióticos o por vivir en un ambiente esterilizado) puede ser la causa, en parte, del aumento de la obesidad, las alergias y otras enfermedades.

¿Cómo puedo consumir probióticos?

La principal fuente natural de probióticos es el yogur, en particular las variedades que contienen lactobacilos activos. Las bebidas lácteas fermentadas también son una buena fuente. En algunos países se agregan probióticos a otros alimentos, como el pan, las salchichas y los helados.
Si usted necesita una dosis alta (por estar bajo tratamiento con antibióticos, por ejemplo), debe tomar un complemento. En las dietéticas se venden probióticos en forma de cápsulas y polvos.

¿Con qué frecuencia debo tomarlos?

Si va a tomar un complemento de probióticos, siga las instrucciones de la etiqueta del producto.

¿Cómo puedo saber si es la dosis correcta?

Existen muchos tipos de probióticos, y para prevenir o aliviar determinados padecimientos o subsanar ciertas necesidades, hay que tomar una variedad específica (véase el recuadro “Tipos de probióticos y usos principales”, en la página siguiente).
El problema es que muchos de ellos mueren antes de llegar a la parte del intestino donde son útiles. Además de adquirir el tipo específico de probióticos que usted necesita, debe asegurarse de tomar la dosis correcta.
Necesitamos entre 100 millones y 1.000 millones de probióticos vivos todos los días. Aunque las normas de control de calidad de los alimentos varían de país en país, los expertos señalan que los yogures y las bebidas con probióticos deben contener por lo menos un millón de bacterias vivas por gramo, y las empresas que fabrican productos con ingredientes biológicamente activos deben indicar la cantidad que contienen en la etiqueta de información nutricional. Sin embargo, no existe un método estándar para contar las bacterias.
Estudios recientes revelan que no todas las marcas de yogures y bebidas lácteas con probióticos que se venden en esos países contienen la cantidad mínima requerida de bacterias vivas por gramo (más de un millón) y, además, presentan diferencias de calidad.
El mejor consejo es elegir los productos que cumplen con la normatividad (por cualquier duda se puede consultar a la oficina de defensa del consumidor), comprarlos en comercios que vendan frecuentemente estos alimentos, y ponerlos en la heladera al llegar a casa para que se conserven frescos.

¿Hay riesgo de exceder la dosis?

Es muy baja la probabilidad de presentar efectos adversos por consumir probióticos. De las pocas personas que sí los han tenido, algunas sufrieron diarrea, y sólo unas cuantas que estaban muy enfermas o que tenían debilitado el sistema inmunitario contrajeron septicemia (proceso infeccioso generalizado por la presencia de gérmenes patógenos en la sangre).
Por otro lado, estos raros efectos secundarios no parecen tener relación con la cantidad de probióticos ingeridos, dice el doctor Andrew Day, de la Universidad de Nueva Gales del Sur. Algunas cápsulas de probióticos que se consiguen en las dietéticas contienen hasta 10.000 millones de microorganismos cada una, y se han realizado estudios con dosis de hasta 360.000 millones de bacterias sin que las personas presenten problemas. “Es casi imposible ingerir demasiados probióticos”, señala Day.

Y los llamados prebióticos, ¿qué son?

Son la fuente de alimentación de los probióticos. Están presentes en ciertos carbohidratos que el intestino delgado no puede digerir (como por ejemplo, la fruta no madura, las papas y la pasta cocida fría), y contribuyen a la multiplicación y la actividad de la flora intestinal. Los más comunes son la inulina y los fructooligosacáridos (FOS).
Los prebióticos se pueden tomar también en forma de complementos. Algunos yogures y panes contienen tanto probióticos como prebióticos, y ciertas fórmulas lácteas para bebés están fortificadas con FOS.
Aunque pocos estudios demuestran que es conveniente aumentar nuestro consumo de prebióticos, el sentido común indica que vale la pena hacerlo para aprovechar al máximo sus beneficios, dice el doctor Day.

Tipos de probióticos y usos principales

Cada variedad tiene usos específicos y beneficios diversos. Estos son los más comunes:
Para la salud general: Lactobacillus acidophilus, Bifidobacterium animalis.
Para los bebés: Lactobacillus acidophilus, Lactobacillus reuteri.
Al tomar antibióticos: Saccharomyces boulardii, Lactobacillus rhamnosus GG, Lactobacillus casei, Lactobacillus acidophilus, Lactobacillus GG.
Diarrea infecciosa: Lactobacillus rhamnosus GG, Saccharomyces boulardii.
Síndrome de colon irritable: Bifidobacterium infantis. Enteritis inflamatorias: Saccharomyces boulardii (según estudios preliminares).
Colitis ulcerosa: VSLNº3, Escherichia coli.
Alergias y eccema: Lactobacillus acidophilus,
Lactobacillus reuteri, Lactobacillus fermentum, Lactobacillus GG.
Prevención de infecciones urinarias: Lactobacillus rhamnosus GR-1, Lactobacillus reuteri.

Probióticos y salud infantil

Los bebés reciben su primera dosis de bacterias benéficas al nacer, mientras pasan por el canal de parto. Durante los primeros dos años de vida adquieren poco a poco el perfil de flora intestinal que conservarán hasta la muerte. La administración de antibióticos durante el alumbramiento o poco después —por ejemplo, en una cesárea o al consumir ciertas fórmulas lácteas— puede alterar ese proceso. Estudios europeos revelan que los bebés que reciben probióticos son menos propensos a sufrir diarreas, fiebres e infecciones en el jardín maternal, y también corren menos riesgo de padecer eccema.
El profesor Seppo Salminen, director del Foro de Alimentos Funcionales de la Universidad de Turku, en Finlandia, dice que la leche materna contiene millones de bacterias benéficas, así que es un probiótico natural. “Si una mujer gestante tiene un historial familiar de eccema atópico o de alergias, le conviene tomar un probiótico durante el último tercio del embarazo y durante la lactancia”, señala. “Y si no amamanta al bebé, debe elegir una fórmula láctea que contenga probióticos”.

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