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Medicamentos con más daños que beneficios

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Muchas veces, los mayores corren el riesgo de estar sobremedicados. Y la combinación de una extensa serie de medicamentos que toman, puede causarles más inconvenientes en lugar de soluciones.

Una mañana de viernes, el fotógrafo y escritor freelance, Jan Malý, de 61 años, de Praga, Rep. Checa, se sentó ante la computadora. La vista empezó a nublársele y “de pronto, sentí que me iba a desmayar”, cuenta. La mañana siguiente, a la misma hora, le pasó lo mismo.

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Justo seis semanas antes, unos análisis rutinarios habían revelado que su tensión, habitualmente normal, había aumentado a 150/90 (140/90 ya se considera alta). Aunque los valores pueden fluctuar, su médico se basó en una sola lectura antes de recetarle una dosis de 50 mg diarios de Losartan, medicamento para la hipertensión.

La mañana después del segundo episodio, mientras se preparaba el desayuno, Jan se desmayó. Los análisis determinaron que tenía la tensión por debajo de lo normal: 80/40. Un estudio más a fondo reveló que su tensión bajaba a estos niveles potencialmente peligrosos todos los días, aproximadamente una hora después de tomar el Losartan.

Jan Malý pasó a engrosar las listas de un gran grupo de personas mayores a quienes los medicamentos les causan más daño que beneficio.

 

 

(Foto: Shutterstock)

 

A medida que envejecemos, el botiquín se parece más a una farmacia. Pero hoy, muchos investigadores se preguntan: ¿necesitamos —o necesitan los mayores de 55 años— realmente tanta medicación?

La doctora Cara Tannenbaum, geriatra y doctora en farmacia de la Universidad de Montréal y directora de la Red Canadiense Contra el Exceso de Recetas, afirma que el abuso de medicación en las personas mayores es un problema. “Con la edad, es probable que los riñones y el hígado que ayudan a eliminar los residuos del cuerpo sean menos eficientes”, afirma. Por lo que la dosis que tomabas hace diez años podría ser elevada hoy o la medicación no es más la adecuada.

Con demasiada frecuencia, los médicos no hacen un seguimiento para comprobar que los medicamentos recetados sean bien tolerados por el paciente, o continúan rellenando viejas recetas sin tener en cuenta si esas medicinas siguen siendo necesarias o lo han sido alguna vez.

Tras consultar a su médico y a un dietista, Jan Malý cambió sus hábitos, empezó a hacer ejercicio y perdió 18 kilos. Hoy, su tensión arterial se mantiene en una franja saludable de 130/80 sin necesidad de medicación. Tal y como lo vivió en primera persona, algunas de las medicinas más recetadas también pueden estar entre las que más problemas generan.

 

(Foto: Shutterstock)

 

Medicación para la tensión

La reducción de la tensión ayuda a disminuir el número de muertes por enfermedades coronarias, según un estudio en los Estados Unidos. Pero a las personas mayores se les recetan a menudo altas dosis de medicación, incluso cuando la tensión alcanza niveles óptimos, que puede provocar mareos, confusión, desvanecimientos e incluso problemas de riñón.

Hay un grupo vulnerable a los efectos secundarios: los diabéticos. El doctor Mattias Brunström, de la Universidad de Umea, en Suecia, analizó casos documentados de la base de datos de diabéticos que tomaban medicación para bajar la tensión. Ninguno tenía realmente la tensión alta. Brunström descubrió que los medicamentos en realidad aumentaban el riesgo de infarto y enfermedades coronarias en un 15 %. “Los tratamientos para la hipertensión parecen ser perjudiciales para los diabéticos”, explica.

 

Estatinas para el colesterol

El francés Alain Morise, de 74 años, siempre había estado en buena forma y con el colesterol en un buen nivel. Pero era fumador y como el tabaco puede aumentar el riesgo de enfermedad coronaria, su médico le recetó estatina, para reducir el colesterol. Un día de septiembre de 2013, después de haber tomado estatinas durante diez años, los músculos de Alain se agarrotaron de forma extrema cuando iba a salir de casa.

La ingesta de estatinas ha aumentado drásticamente en todo el mundo. Muchos la toman para prevenir una enfermedad que tienen pocas probabilidades de contraer. Las estatinas son una estrategia a largo plazo para reducir la formación de una placa de colesterol en los vasos sanguíneos. Si no tenés signos de formación de dicha placa y sos mayor, puede que las estatinas te proporcionen poco o ningún beneficio preventivo a largo plazo.

Según el doctor Ronald Krauss del Centro de Investigación Oakland de California, si estás sano y tomás estatinas porque te preocupa tu colesterol, “podés tener más probabilidades de desarrollar diabetes o tener molestias musculares que obtener beneficios”.

Para aquellos con alto colesterol pero que no pueden tomar estatinas, han aparecido nuevos medicamentos llamados inhibidores PCSK9 que pueden disminuir en gran medida los niveles, pero no parecen causar estos problemas, afirma el Navarese.

 

Insulina para diabetes

Las personas que padecen diabetes 1 y muchas de las que padecen el tipo 2 en fase tardía, confían en la insulina para mantener sus niveles de azúcar bajo control. La insulina puede ser esencial para alguien que tenga un nivel A1C (una medida de glucosa en el flujo sanguíneo) en nueve o superior durante un largo período de tiempo. Pero “los beneficios de un buen tratamiento de diabetes generalmente tardan décadas en comprobarse”, afirma el doctor Sussman. Así que si te quedan pocas décadas por delante, tenés menos probabilidades de obtener los beneficios preventivos a largo plazo que reporta el tratamiento, y sin embargo te enfrentás a los riesgos de un exceso de medicación.

Cuando se toma más insulina de la necesaria, se puede desarrollar hipoglucemia (muy poca azúcar en el torrente sanguíneo). Esto puede provocar confusión y otras disfunciones cognitivas, desmayos, un coma e incluso la muerte. En un estudio de 2015, Sussman descubrió que los mayores con diabetes casi nunca tenían bien ajustadas sus dosis de insulina, incluso cuando sus niveles de glucosa eran lo suficientemente bajos para que estuvieran en zona de peligro.

 

Inhibidores para el reflujo

La holandesa Carin Aarts, de 56 años, había tomado omeoprazol (inhibidor de la bomba de protones PPI) durante años a causa de sus malas digestiones. Empezó a sufrir dolores de cabeza y a tener la tensión alta, pero nadie relacionó dichos síntomas con el omeoprazol. En 2014, al ir al médico, le dijeron que el PPI le había causado tal deficiencia de magnesio que había puesto su corazón en peligro.

Los PPI se recetan habitualmente para la prevención de úlceras y sangrado gastrointestinal, y para reducir el reflujo gástrico debido a un exceso de acidez estomacal. Son tan efectivos que su popularidad se disparó y fue un éxito en ventas. Pero son demasiado efectivos para usarlos tan alegremente. La acidez estomacal es necesaria para descomponer vitaminas y minerales a fin de que el cuerpo pueda utilizarlos. Los que pasan años tomando PPI pueden desarrollar graves deficiencias.

Son sobre todo peligrosos para los mayores de 65 años. Las deficiencias a largo plazo pueden debilitar los huesos. Y un estudio llevado a cabo en Alemania en 2016 vincula el uso de los PPI con el aumento del riesgo de demencia en los ancianos, aparentemente debido a que los PPI bloquean la absorción de la vitamina B12. Lo que es peor, el cuerpo compensa la pérdida de acidez aumentando el número de células que producen ácido.

 

Sedantes para el insomnio

Algunos de los medicamentos más recientes contra el insomnio como el zolpidem, pueden provocar problemas cognitivos, incluida amnesia. En febrero de 2008, la Administración Australiana de Productos Terapéuticos incluyó una advertencia en la caja del zolpidem: “Puede asociarse a comportamientos relacionados con el sueño potencialmente peligrosos, entre los que se incluyen andar dormido, conducir dormido…”

Otros sedantes de esa misma familia, como la eszopiclona y el zaleplon pueden provocar estos mismos síntomas. Estas medicinas tienden a tener más efecto entre las mujeres mayores de 80 años, que tienen más probabilidades de sufrir un accidente de tránsito durante el día después de haber tomado zolpidem por la noche. También se asocian con más caídas y pueden provocar un insomnio más grave cuando dejan de tomarse, aunque haya sido solo una semana.

Es necesario efectuar una evaluación de medicamentos una vez al año, y cada tres meses con cada nueva medicina. Aunque no deberías interrumpir o cambiar la dosis de tu medicación por tu cuenta, hablá con su médico de los riesgos frente a los beneficios. Y preguntale si sigue siendo adecuada a medida que te vas haciendo mayor. Mantenete informado para asegurarte de que lo que te recetan no te causa más daño que beneficio. 

 

¿Cuánto es demasiado?

El número de pastillas que tomás está directamente relacionado con la probabilidad de tener una reacción medicamentosa adversa”, afirma Tannenbaum.

Esto ocurre porque no se ha testeado la combinación de unos medicamentos con otros.

Tené cuidado con las “recetas en cascada —afirma Tannenbaum—, que significa que un medicamento te produce un efecto secundario, como por ejemplo sarpullido o náuseas, pero se interpreta como un nuevo síntoma, por lo que tomás una segunda pastilla para combatirlo”.

Conclusión: si se toman 12 pastillas al día, tomás demasiadas, dice la doctora. Es hora de que mantengas una larga y extensa conversación con tu médico o farmacéutico.

 

(Foto: Shutterstock)

 

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