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ABC de las alergias

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 Queremos estar al aire libre y en movimiento, disfrutando de las flores, los árboles y el césped. Y queremos hacerlo sin estornudar, toser o sufrir congestión nasal. 

Estamos aquí para decir la verdad: las alergias no se curan. Pero si sabés cómo funcionan y las controlás activamente, no hay ninguna razón para que te impidan dar una caminata. Te lo aseguramos. Para ayudarte, respondimos muchas de las preguntas más frecuentes sobre las alergias. Leé atentamente lo que sigue y volvé a respirar con tranquilidad.

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¿Qué es exactamente una alergia?

En términos simples, es cuando tu sistema inmunitario cree erróneamente que algo inofensivo que lo te tocado o ha entrado a tu cuerpo es peligroso, y procede a atacarlo. Vamos a explicarlo. Los glóbulos sanguíneos del sistema inmunitario, llamados linfocitos, constantemente exploran tu cuerpo en busca de bacterias, virus, polen, químicos y otros organismos microscópicos que podrían causarle daño. La mayoría de las partículas extrañas suelen clasificarse —correctamente— como inofensivas. Pero una vez que el sistema detecta algo que considera dañino ocurren dos cosas: primero, se crea una “memoria” para que el sistema inmunitario sepa atacarlo si regresa; luego, se dispone a destruir al invasor. El ataque es muy similar a la forma en que su cuerpo combate una gripe, y las consecuencias también son las mismas: inflamación, mucosidad, tos y ojos llorosos. La gran mayoría de los alérgenos son transportados por el aire, y entre ellos se cuentan el polen, el moho y la caspa animal. Cuando entran en tu organismo, el sistema inmunitario responde lanzándose a la ofensiva.

¿Las alergias y el asma son lo mismo?

A pesar de que parecen ir de la mano, son afecciones distintas, aunque en el mismo continuo, con el asma situada en el extremo más lejano y, en alguna parte, las alergias en medio. El asma es una enfermedad crónica de los pulmones en la cual las vías respiratorias reaccionan ante algún detonante inflamándose, llenándose de moco y quedando oprimidas por los músculos que las rodean. ¿El resultado? Tos, sibilancias y falta de aliento. Una alergia puede desencadenar un ataque de asma, aunque también otros factores son capaces de provocarlo. El asma es un padecimiento más grave, ya que un ataque puede restringir peligrosamente la capacidad de respirar. Las alergias suelen provocar síntomas similares a los del resfrío, que son molestos, pero por lo general menos peligrosos.

¿Puede empeorar el sobrepeso los ataques de asma?

Definitivamente. Una persona tiene un 66 por ciento más de posibilidades de sufrir de síntomas persistentes de asma si es obesa que si su peso se encuentra dentro de un rango normal. ¿Por qué? Tal vez se relacione con los químicos inflamatorios que liberan las células adiposas.

Conteos de polen  Nuevas tecnologías nos permiten determinar de manera rápida y precisa cuántos granos de un polen específico se encuentran en un volumen determinado de aire (1 m3) a lo largo de 24 horas. Esta información, conocida como “conteo de polen”, es muy útil para todas aquellas personas que padecen algún tipo de alergia, ya que indica el riesgo de presentar reacciones alérgicas si permanecen en el exterior. En Argentina, por ejemplo, la Asociación de Alergia e Inmunología Clínica tiene un conteo online de los niveles de pólenes atmosféricos coordinada por el Comité de Alérgenos. Los datos se hallan disponibles en http://www.alergia.org.ar/pacientes/polenes/index.htm

¿Qué tan comunes son las alergias?

Terriblemente comunes, especialmente en época primaveral. En los últimos diez años, la incidencia de alergias (incluidas las que empiezan en la edad adulta) se ha incrementado significativamente en los países desarrollados, sobre todo en menores de edad. Las razones son muchas: demasiado tiempo encerrados dentro de casa, niveles más altos de contaminación, ambientes “demasiado limpios” durante nuestra infancia que confundieron a nuestros sistemas inmunológicos. Como ya se ha mencionado, la mayoría de las alergias son causadas por sustancias transportadas por el aire, y afectan el sistema respiratorio; el resto son provocadas por alimentos, fármacos, sustancias químicas e insectos, y pueden afectar el sistema digestivo, la piel o los ojos.

¿Cómo saber si tengo una alergia estacional?

Los síntomas son bastante claros: estornudos, una mucosidad clara y constante, ojos secos o con picazón, dolor de cabeza, senos nasales obstruidos e inflamados. La única duda es si se trata de un resfrío o de una alergia. Los primeros se manifiestan más lentamente, y a menudo el moco es blanco o verdoso. Las alergias se presentan muy rápido, y por lo común en la misma época del año, o tras un largo tiempo al aire libre durante la temporada de alergias. Con el propósito de estar seguros, los médicos han desarrollado pruebas exhaustivas y minuciosas para poder detectar las alergias.

¿Se puede curar una alergia?

Normalmente, no. Una vez que el organismo reconoce algo como dañino, no hay una forma sencilla de cambiar eso. La única cura que ha demostrado ser efectiva es la inmunoterapia, y requiere la aplicación de una inyección una o dos veces a la semana durante seis meses o más. Funciona al desensibilizar progresivamente el sistema inmunitario al alérgeno. Sin embargo, pocas personas están dispuestas a atravesar por un proceso tan arduo y costoso. En vez de eso, nos apoyamos en los medicamentos y en los métodos que reducen el efecto de las alergias.

¿Debo preocuparme más por los alérgenos que están dentro de mi casa o por los que están afuera?

La contaminación del aire en interiores a menudo es mucho peor que la contaminación atmosférica, y muchas personas desarrollan alergias al moho, a los ácaros, a la caspa animal y a otros contaminantes microscópicos muy comunes en los interiores. Pero también sabemos que el polen es la causa número uno de las alergias primaverales.  Si tenés una, averiguá qué la está causando. Una vez que identifiques el alérgeno podrás saber cómo minimizar su presencia en tu vida.

¿Qué medicamentos para las alergias están disponibles y cómo funcionan?

Los más comunes contra las alergias son los antihistamínicos. Hacen exactamente lo que dice su nombre: contrarrestan los efectos de la histamina, es decir, la sustancia química inflamatoria que libera el organismo durante una reacción alérgica.  Otros fármacos comunes para las alergias son los descongestionantes, que liberan la nariz y los senos nasales; y los aerosoles anticolinérgicos: fármacos de prescripción que detienen la producción de moco. Para quienes experimentan reacciones graves, hay medicamentos como la epinefrina. Y entre los más utilizados para el asma se cuentan los broncodilatadores: inhaladores que despejan las vías respiratorias en los pulmones. Si los alérgenos se encuentran dentro de tu casa, ¡empezá a limpiar! Si tus alergias se deben al polen o al moho del exterior, hablá con el médico sobre la posibilidad de tomar antihistamínicos antes de dar un paseo al aire libre. Casi todas las plantas liberan su polen temprano por la mañana, y este a menudo es más común en el aire alrededor del mediodía, en consecuencia, la tarde es el mejor momento para caminar. Por último, averiguá qué es lo que favorece la salud de tu sistema inmunitario (una pista: la respuesta está repleta de frutas y vegetales frescos, de ejercicio y de un control efectivo del estrés), y seguilo al pie de la letra. Las investigaciones muestran claramente que un sistema inmunitario debilitado aumenta la probabilidad de desarrollar reacciones alérgicas o ataques de asma.

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