El pan, alimento presente en todas las culturas, tien su propia historia.
Hay algo humano en el acto de hacer pan. Desde los primeros granos molidos por cazadores-recolectores hace más de 14.000 años en la actual Jordania, hasta los hornos caseros donde hoy florecen masas madre, el pan ha sido mucho más que alimento: es un lazo con el pasado y una expresión cultural.
El pan a lo largo del tiempo
En Egipto antiguo se usaba como moneda y ofrenda; en Roma era derecho del pueblo; en los monasterios medievales, arte y devoción. Cada civilización moldeó su versión: injera en Etiopía, naan en India, mantou en China. Y más cerca, el pan de maíz o la torta frita acompañando un mate en el sur de América.
Este alimento, en su sencillez, guarda una complejidad que lo convierte en espejo de la humanidad. Refleja migraciones, mezclas culturales, momentos de escasez y celebraciones. Es herencia, es presente y es promesa: de que siempre habrá algo para compartir. Por eso, más que una receta, el pan es una forma de resistencia, de identidad y de ternura que se transmite de generación en generación, como un legado que se amasa con las manos… y con el corazón.
El pan también ocupa un lugar central en lo espiritual. La hostia cristiana, el challah judío, el khobz musulmán: todos llevan en su masa un mensaje de fe y comunión. En cada cultura, compartir el pan es un acto de hospitalidad y reconocimiento mutuo. Hoy, en tiempos de globalización, se cruzan sabores y técnicas. El pão de queijo brasileño llega a Asia, la focaccia se reinventa en América Latina, y a la vez, crecen los movimientos que defienden lo artesanal: fermentación lenta, cereales antiguos, hornos comunitarios que alimentan vínculos.
La nueva entrega de Sabor de Casa, Panes del mundo, propone un viaje por el mundo a través del pan. Cada receta, una historia; cada historia, una forma de estar en el mundo. Porque más allá de sus formas, todos los panes nacen del mismo gesto: amasar, esperar, compartir. Y en ese gesto, siempre, hay un poco de todos.
Tortas fritas
PORCIONES: 10
TIEMPO: 30 minutos
INGREDIENTES:
• 4 tazas de harina de trigo
• 1 cdta. de sal
• 1 cdta. de polvo de hornear
• 60 g de manteca a temperatura ambiente
• ½ taza de agua
• C/n de aceite neutro para freír
• ½ taza de azúcar
PREPARACIÓN:
1. En un bol grande, tamizar la harina y realizar una corona. En el centro, colocar la sal, el polvo de hornear y la manteca a temperatura ambiente.
2. Mezclar e ir amasando, vertiendo agua gradualmente, hasta obtener una masa homogénea.
3. Tapar con paño de cocina y dejar reposar durante media hora. Luego, dividir en pequeños bollitos, aplanarlos con la palma de la mano hasta obtener forma circular y realizar incisiones con un tenedor.
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