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Cómo aprender a encontrar el lado bueno de las cosas

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En estos tiempos, muchos hemos aprendido a apreciar las
alegrías más pequeñas de la vida. Los lectores de Selecciones nos comparten sus
descubrimientos.

Creo que, para muchos, el lado bueno debería ser un mensaje simple: la felicidad está en casa y en el interior de uno mismo. Estoy agradecida por todos los viajes que he podido hacer con mi esposo en los 45 años que llevamos juntos. Visitamos tantos países y conocimos a personas tan interesantes… Pero no nos habíamos dado cuenta de la alegría que nos esperaba aquí mismo. Quitarle el polvo al tablero de Scrabble que compramos en el ’75 y jugar en el patio de atrás, que está protegido por un mosquitero, fue tan placentero —¡con el extra de ver y escuchar cantar a los pájaros! —Margaret Waggoner, Florida

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Mi hija me contó que, en los asilos para ancianos y servicios de asistencia, estaban buscando a gente que intercambiara cartas con los residentes para combatir la soledad causada por la pandemia del Covid-19. A mí siempre me ha fascinado escribir y recibir cartas, y aquellas escritas a mano se han vuelto una rareza. Así que me abalancé sobre la oportunidad de redescubrir mi pasión. Al principio, envié tres cartas a tres servicios de asistencia en tres estados distintos. Recibí respuesta de un hombre maravilloso que vive en Nueva Hampshire. Hasta ahora hemos intercambiado tres cartas, y ya puedo decir que hice un nuevo amigo. —E.S. via rd.com

Por las medidas de la cuarentena ya no voy tanto a hacer mandados y debimos cancelar nuestras vacaciones anuales. Se acabaron las visitas a esta tienda o a aquella. Resultó en una cartera más gorda y menos compras. He ahorrado mucho más dinero que antes (y todavía lo hago) porque no estoy gastándolo esporádicamente, ni comprando cosas que no necesito. Si sigo así, podré terminar de pagar mi auto en solo un año, en vez de en tres. —Angela Eckhart, Pennsylvania

Cuando empezó la pandemia, las preocupaciones de mi familia eran las mismas que las de las demás, pero el domingo de pascua, nuestra hija y nuestro yerno anunciaron que estaban esperando un bebé para diciembre. Es nuestro primer nieto, así que estábamos muy entusiasmados. Durante los primeros meses, no pensamos en otra cosa más que en esa pequeña esperanza para el futuro. ¡Cada día parecía más brillante! Luego, el 5 de julio, nuestro hijo nos dijo que él y su novia acababan de comprometerse. ¡Más esperanzas para el futuro! Mi familia fue bendecida. Dios está presente. Dios es poderoso. Dios es bueno. Incluso en una pandemia. —K.G., New Jersey

He redescubierto mi amor por salir a correr en las mañanas. Había dejado de hacerlo por la comodidad y las pocas molestias de correr sobre una máquina. La televisión estaba invariablemente sintonizada en las noticias. A diario, tras correr doce kilómetros simulados, terminaba acalorado, sudado y algo tenso por tanta negatividad. Como todos los gimnasios estaban cerrados, tuve que comenzar a salir a correr muy temprano en la mañana. ¡Qué dicha! Con frecuencia veo al sol alzarse sobre el horizonte, a los pavorreales descansando en lo alto de un sendero del cañón, y, lo mejor de todo, me provoca un estado mental tranquilo, casi meditativo, al sumergirme en la naturaleza. —Roger Andersen, California

Aprendí a valorar mi salud, que el hecho de estar sana y sentirme bien al comenzar cada mañana ya es una gran bendición. A sobreponerme de la angustia y el miedo, de sentirme acechada por la presencia del virus o ante el riesgo de perder a un ser querido. Finalmente, trato de aprovechar y disfrutar mi presente con mis seres queridos más cercanos y a valorar su presencia como tal. —Bricella R. Lizarzaburu, vía Facebook 

Mi hija empezó a ir al jardín de infantes en el otoño, pero en la primavera tuve que ayudarle con sus tareas de matemáticas, lectura, escritura, ciencia y sociales. Además, construimos fuertes enormes, jugamos juegos, armamos rompecabezas, y muchas cosas más que no hubiéramos hecho en circunstancias normales. En realidad, me sentí bendecida de haber podido pasar tiempo con ella. —Erika Ciavattone, Michigan 

¿Puedo estar agradecido por tener más tiempo para jugar videojuegos? Para mí, ese es un lado bueno. —N.A., via rd.com

Al principio de la cuarentena del Covid-19, me sentí muy deprimida. Extrañaba mis actividades, a mi familia, a mis amigos. Apagué la televisión, saqué un montón de cajas de zapatos llenas de fotografías y pasé horas organizándolas. Me reconecté con aquellos miembros de mi familia que nos dejaron hace tiempo, me reí con los recuerdos graciosos, revisité lugares en los que había estado, lloré por las pérdidas, sonreí por las bendiciones. Hice álbumes de recuerdos de cada uno de mis seis nietos, desde que nacieron hasta el presente. Con cada foto, pude cargarlos en mis brazos otra vez, hornearles galletas, celebrarles sus éxitos y sentir la calidez de sus abrazos y sus besos. —Carol Murray, New York

Ya no soy calva, y por la gracia del Señor, ¡aquí sigo! En abril de 2019 me diagnosticaron cáncer después de visitar la Sala de Emergencias por una enorme hinchazón en mi abdomen tremendamente dolorosa. Si dijera que me dejó anonadada me quedaría corta. Entré al hospital y poco después empecé quimioterapia por linfoma de células B grandes etapa 2. De inmediato, mi esposo se encargó de abastecernos de gel antibacterial, guantes y papel higiénico. Por mi débil sistema inmunológico, también evité abrazar y besar a mis amigos y familia y pasé mucho tiempo sola. Terminé el tratamiento el agosto pasado y desde entonces he estado en remisión. ¡No lo sabía entonces, pero estaba “entrenando” para el Covid-19! —Diana Bosse, Ohio

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