El ozono se produce continuamente en la atomósfera. En esta capa se produce continuamente ozono que vuelve a transformarse en oxígeno común al absorber las radiaciones ultravioleta del Sol.
Si la comparamos con el resto de la atmósfera, la estratosfera contiene una concentración relativamente mayor de ozono, que es una forma de agregación de las moléculas de oxígeno. En esta capa se produce continuamente ozono que vuelve a transformarse en oxígeno común al absorber las radiaciones ultravioleta del Sol.
Aunque la proporción de ozono es insignificante incluso en la estratosfera, su concentración en esta capa es fundamental para la vida en la Tierra. Como se absorbe tanta energía solar en la producción y destrucción de ozono, la estratosfera resulta más cálida y estable que la troposfera y actúa como una especie de bóveda que retiene los sistemas climáticos en la atmósfera inferior, y lo que es aún más importante: evita que lleguen a la Tierra muchas de las radiaciones ultravioleta que destruyen la vida.
¿Cuánto pesa el aire?
Así como el agua del mar tiene un peso que actúa sobre los seres que lo habitan, también lo tiene el océano de aire que hay por encima de nosotros. Cargamos sobre nuestras espaldas casi una tonelada de aire, pero no lo notamos porque nos sostiene en pie una presión atmosférica equivalente, que se ejerce en todas direcciones.
La presión media del aire al nivel del mar es de 1.03 kilogramos por centímetro cuadrado. Esta presión disminuye rápidamente al aumentar la altura: a 3,000 metros se reduce a unos 0.7 kilogramos por centímetro cuadrado y a 8,800 metros, la altura del monte Everest, la presión es sólo de 0.316 kilogramos por centímetro cuadrado. (El aire es tan tenue en estas altitudes que los alpinistas tienen que llevar suministro de oxígeno.)
El peso total de nuestro océano de aire es casi inconcebible. Aquellos 1.03 kilogramos por centímetro cuadrado al nivel del mar se multiplican hasta dar un total aproximado de 5,000 billones de toneladas de aire.
¿Por qué sopla el viento?
Ya sea como una brisa suave o como un ciclón, el aire de la atmósfera inferior está siempre en movimiento. La fuerza impulsora de toda esta actividad es la energía del Sol. Al calentarse, el aire se dilata y asciende, con lo que se forman áreas de baja presión. Al elevarse el aire caliente, las masas cercanas de aire más denso y frío se desplazan en forma de viento para ocupar su lugar. En el movimiento de las masas de aire también intervienen otros muchos factores, como la presencia de montañas y desiertos y el distinto grado de calentamiento entre las grandes extensiones de tierra y de mar. De esta forma, además de los sistemas dominantes de vientos globales, hay viento locales persistentes que afectan a muchas zonas del mundo.
En las Montañas Rocosas orientales, por ejemplo, es famoso el chinook, viento cálido y seco de invierno que periódicamente desciende de las laderas de los montes y barre las llanuras. El chinook es capaz de elevar la temperatura 10°C en menos de una hora y hace honor a su otro nombre: devoranieves. Otro viento similar, cálido y seco, frecuente en algún sector de los Alpes, es el que recibe el nombre de föhn.
El mistral francés, por el contrario, es frío y seco. Las bajas presiones que se forman en ciertas áreas del Mediterráneo determinan que a lo largo de valle del Ródano se canalicen ráfagas de aire gélido de las montañas con dirección al mar. Temido desde tiempo de los romanos, el mistral alcanza velocidades de 135 kilómetros por hora.
Los desiertos son también poderosos generadores de viento. El cálido siroco, que sopla hacia el norte desde el Sahara y el desierto de Arabia es bien conocido. Otro viento sahariano, harmattan, sopla en dirección oeste sobre el Atlántico. Cálido, seco y polvoriento, reduce la visibilidad en el mar.