En septiembre de 1832, después de haber dejado atrás “la pequeña ciudad de Luján, donde hay un puente de madera sobre el río, cosa rara en este país”, Charles Darwin se encaminó hacia Santa Fe. La pampa húmeda que recorrida entonces era muy diferente a cualquier cosa que hoy podamos imaginar: abundaban cardos gigantes por todas partes, los que no habían alcanzado “más que dos tercera partes de su tamaño”, pero que ya podían ocultar un caballo.
El creador de la teoría de la Evolución observó que “las masas eran de un verde vivísimo y semejaban un bosque en miniatura en grandes espacios descampados. Estos sitios son solo conocidos por los ladrones, que hacia la época del año en que estamos se vienen a ellos para salir por la noche a robar y asesinar impunemente. Al preguntar en una casa si había muchos ladrones (en la zona) me contestaron: ‘Todavía no han acabado de crecer los cardos’, respuesta al parecer incongruente, pero muy adecuada, según lo que acabo de decir”.
El cardo es una planta introducida y parte de una larga historia en la cual la flora nativa se confunde y mezcla con la flora inmigrante. Ambas conviven dentro de las 7 Maravillas Naturales de la Argentina. No siempre en paz. Por suerte, en el último medio siglo, existe cada vez mayor conciencia del valor, de la singularidad de los seres vegetales aborígenes, los que evolucionaron, se adaptaron y son muy importantes para los ecosistemas argentinos. Y un tesoro en sí mismos.
Maravillas vegetales del sur
El PN Nahuel Huapi tiene flora de la Patagonia seca, la dominante en su mitad oriental, y de bosques templados lluviosos en su mitad occidental. Las especies arbóreas dominantes en los bosques son el coihue, la lenga y los ñires. Pero también se encuentran parches de míticos alerces. La celebrity son sus bosques de arrayanes, pequeños y limitados, casi los únicos que quedan en el mundo. Dependiendo de la altura, las combinaciones vegetales son variadas e influidas por la acción de su fauna. Atención, también hay seres vegetales en sus lagos.
Más hacia el sur, impactan las selvas frías adyacentes al glaciar Perito Moreno, la cuales crecen en condiciones casi extremas. Ahí destaca el calafate (y su primo hermano, el michay) de amplios usos culinarios, y de cuyas raíces se puede extraer un tinte amarillo singular. Dato insólito: sus espinas se utilizaban para limpiar monedas de oro en otros tiempos, porque su suavidad impide que las rayen, a la vez que eliminan corrosión y restos de sustancias adheridas.
Maravillas vegetales del centro-oeste
El quebracho blanco (que no es pariente de los otros quebrachos), el algarrobo, la brea o palo mantecoso abundan en el bosque serrano, ubicado entre los 500 y 1.300de altura en las sierras de Córdoba y en Traslasierra. También aparecen molles, espinillos, durazno de las sierras, barba de tigre, aromito, mistol, y el chañar. Aunque no exactamente en Río Mina Clavero mismo, cabe destacar que en la Pampa de Pocho se encuentra un paisaje singular, que se antoja Jurásico, con extensas zonas de palmares. A más altura (1.350 a 1.700metros) reinan la carqueja, el romerillo (a veces se le llama romerillal a esta mezcla), la barba de tigre y el tabaquillo.
En Talampaya, La Rioja, ya se acabó el clima mediterráneo y lo que tenemos es flora que va transitando al desierto: caña brava, sentadilla y retama, las lindas jarillas de follaje espléndido y resinoso; y la brea, saca flores amarillas en primavera. Algunos cactus cardones y la chilca, también guiñan con algo de verde al viajero impactado por los rojos furiosos.
Maravillas vegetales de la selva del noreste y humedales del norte
La explosión de variedad que vemos en la Selva Misionera nos deja con la boca abierta. Esto se debe a que, en realidad, son cuatro selvas distintas en una. El calor y la humedad le facilitan tener cuatro pisos bien definidos: primero un estrato herbáceo, en el piso de la selva; luego, un estrato arbustivo, aunque “arbustivo” supone aquí la posibilidad de plantas de hasta 15 metros; después, aparece un nivel intermedio, formado por helechos y árboles en crecimiento potente; el llamado estrato del dosel o “esqueleto de la selva”. Se trata, en este último caso, de árboles de hasta 30 metros; y —finalmente— nos encontramos con la “corona”, el estrato de los emergentes: las copas de gigantes de la selva que alcanzan los 45 metros de altura.
En distintas combinaciones, alturas, colaboraciones y pugnas viven ahí el guatambú, el peteribí, el anchico y la palmera, acompañados también por el cedro misionero, el lapacho, el timbó, el pino Paraná o cury.
En el caso del Bañado La Estrella, la abundancia es menor, pero eso se compensa con las delicias del humedal con sus flores flotantes, con sus árboles cubiertos de algas y líquenes, con inesperadas apariciones de sectores del bosque chaqueño seco. Todos espacios que habilitan la convivencia de una cantidad de aves que emociona.
Reinan la orgullosa palmera Caranday y el humilde repollito de agua, y en algún recodo, aparece, sorpresa, un cardón moro cuyas “tunas”, frutos, son sabrosos, aunque los ingenuos que las saquen con las manos no olvidarán nunca la revancha de su espinas casi microscópicas.
Las bellezas vegetales son muchas y todavía más las propiedades medicinales y alimenticias. Es que, el “verde” argentino, es mucho más que verde de paisaje.