Hablar en público no tiene por qué ser aterrador si se
aborda de la forma correcta y con preparación.
1 – Practique de antemano
Un discurso es una presentación visual además de verbal, así que vale la pena saber cómo lo verá el auditorio. Ensaye el discurso frente a un espejo; luego, póngase a prueba con alguien muy crítico aunque de confianza: alguien que le diga cuándo se torna aburrido.
2 – Sépalo de memoria
Resulta tedioso ver a alguien que lee las páginas en voz alta, porque quien lee no puede establecer contacto visual ni conectarse emocionalmente con la audiencia. Por eso, apréndase las líneas como si fuera un actor. En caso de necesitar notas, deben estar en tarjetas indexadas que no representen un obstáculo y que se puedan, a lo sumo, usar como disparadores.
3 – Comience con algo de alto vuelo
No recurra a los agradecimientos ni a un preámbulo interminable. Dedique las primeras palabras a una frase o una historia que atrape la atención de las personas. Una anécdota bien recibida ayuda a todos a relajarse –también a usted–.
4 – Use el cuerpo
Las expresiones faciales y los gestos aportan calidez y significado a lo que se dice, de modo que no se quede muy estático. Por otro lado, las gesticulaciones exageradas pueden distraer a todos. Logre un equilibrio.
5 – Sea breve
Los discursos cortos son casi siempre más preferibles a los largos, por fascinante que resulte el tema en cuestión.