Cuatro camareras de piso hablan de esos clientes que les abren la puerta desnudos, les dejan propinas, o guardan el queso en el minibar
¿Quiénes son
estas mujeres que limpian las habitaciones de los hoteles? Nos comunicamos con
más de 50 hoteles y empresas de limpieza, que se negaron a ponernos en contacto
con ellas para “proteger su intimidad” o por motivos de problemas lingüísticos.
Cuatro de ellas han ofrecido su testimonio.
Pregunta?:
Usted es camarera de piso…
Bianca: ¿Podemos
tutearnos? En la profesión todos nos tuteamos.
Ustedes son
limpiadoras, Sophie es gobernanta y Anna ha trabajado también durante mucho
tiempo en el sector. ¿Qué es lo primero que hacencuando entran en una
habitación?
Vera: Yo, apagar
la calefacción. El hotel donde trabajo es un biohotel. Muchos clientes ayunan y
cuando uno ayuna es fácil que tenga frío, y por tanto enciende la calefacción.
Bianca: Yo abro
las ventanas.
Anna: Sí, yo
también. Es extraño. En sus casas la gente ventila. En un hotel, no. Entonces
cuando entramos en la habitación el aire está cargado…
Bianca: …y huele
a desodorante, a pies o a ajo.
Sophie: Yo
empiezo por levantar las esquinas de la colcha. Soy gobernanta y compruebo si
las camareras de piso han hecho bien su trabajo. ¿Está bien estirada la sábana?
¿Hay pelos en la almohada?
En
promedio, ¿cuánto tiempo se tarda en hacer una habitación?
Vera?: De veinte
a treinta minutos. En un biohotel, los clientes no ensucian mucho, pero beben
enormes cantidades de té. ¡Si supieran la cantidad de bolsas de té que
encuentro!
Anna?: En el
cinco estrellas en el que trabajaba, tardábamos más porque incluso colgábamos
la ropa en los armarios. O incluso colocábamos bien la cartera en la mesa de
despacho, en la esquina derecha. Y a veces, cuando los clientes iban a pasear,
hacían muchas compras y había bolsas por todas partes: Gucci, Versace…
Sophie: Nos
pasaba que encontrábamos en el cesto de la basura zapatos en perfecto estado
porque se habían comprado tres pares nuevos.
Bianca?: ¿De
verdad? Donde yo trabajo, encontramos como mucho, botas viejas…
Entran en
las habitaciones cuando los clientes no están dentro. ¿Qué dicen las
habitaciones de cada cliente?
Bianca: Los
clientes que están en el hotel por negocios se reconocen por el cuarto de baño.
No han utilizado las toallas de forma que nos preguntamos si realmente ha
dormido alguien en la habitación.
Anna?: Esos tipos
de clientes llegan tarde, casi por la noche, meten las valijas en los armarios,
se acuestan, duermen seis horas y a la mañana siguiente se asean de forma
exprés con el desodorante.
Bianca: Por eso son los mejores. Sus habitaciones
están listas en un abrir y cerrar de ojos.
¿Y quién
ensucia más las habitaciones?
Bianca: ¡Los que
participan en concursos de equitación! Dejan paja, botas y mantas de caballos
apestosas. Y los perros. Donde trabajo, hay grandes concursos caninos. Y allí,
las alfombras están llenas de pelos.
Anna: Las
familias con niños pequeños dan mucho trabajo. Se duchan diez veces al día y
bañan a los bebés. Utilizan la mesa de despacho como cambiador de pañales. Y a
veces, vacían el minibar para guardar el salchichón o el queso que
apesta…
Vera: …por no
hablar de los pañales y de todas las toallitas de bebé sucias.
Anna: Lo que es
de locos es cuando los clientes asiáticos ponen el té a granel o la sopa
instantánea en las teteras. Se pega todo. También tenemos clientes que no saben
hacer uso de los aseos, utilizan la rejilla del piso del cuarto de baño.
Vera: Además, los
baños están normalmente más sucios en las habitaciones de las mujeres que en la
de los hombres.
Bianca: También
vemos muchas cosas entrañables, como un hombre adulto que viajaba con sus
peluches.
Sophie: Hace
poco, un cliente había alineado un montón de figuritas de santos sobre la mesa.
No podíamos creer lo que estábamos viendo.
¿Qué pasa
cuando se cruzan con los clientes por el pasillo?
Anna?: Algunos
nos ignoran. Parece que estuvieran molestos porque vamos a descubrir el estado
en que han dejado la habitación. Sin embargo, incluso a las camareras de piso
nos gusta que nos saluden.
Bianca?: A
algunos clientes les gusta charlar. Se paran para hablar de su día, de su
familia…
Sophie?: A mí me
gusta mucho cruzarme con un tipo de personas que jamás hubiera conocido de otra
forma. He trabajado en un hotel en Malasia donde se alojaban deportistas que
iban a participar en el Ironman. Uno de ellos me explicó lo que la organización
soportaba en este tipo de competición.
¿Se
encuentran a menudo con objetos que se han olvidado los clientes?
Sophie?: ¡Sí!
Sorprendentemente, con frecuencia se trata de documentos de identidad. Cuando
llegan al aeropuerto, se dan cuenta de que no llevan el pasaporte. Entonces
mandan un taxi a buscarlo.
Bianca: ¡En una
ocasión me encontré una dentadura postiza!
Anna: Y yo 20.000
euros en la caja fuerte de la habitación. Creí que me moría. Llamé a una
colega: “Ven a ver esto inmediatamente. ¡No he tocado nada!” Después, contamos
el dinero en la mesa de despacho, entre cinco personas, para que estuviera
claro que nadie había robado un billete de mil.
Bianca?: Yo
también soy muy prudente con el dinero y las joyas. Cuando me los encuentro
tirados por la habitación, voy a buscar a una colega. No quiero que me acusen
por error.
Se podría
comprender que algunas camareras de piso sucumbieran a la tentación. Limpian
las habitaciones sucias de desconocidos. Entonces cuando se dejan por la
habitación objetos de valor…
Anna: Como
gobernanta he conocido a una camarera de piso que no dudaba en usarlos. Pero
solamente el perfume de los clientes. A mí no me parecía demasiado grave.
Algunas gotas de perfume menos no hacen mal al cliente.
Sophie: Nuestras
camareras de piso son honestas. Más bien son determinados clientes los que
roban: todo lo que les cabe en la valija. ¡Incluso un televisor!
Anna:
Determinados clientes se comportan peor en el hotel que en sus casas.
Quizá
porque estamos de viaje, somos anónimos y porque no vamos a tardar en irnos del
hotel.
Anna: Eso se ve
también en lo que dejan tirado por la habitación. Los juguetes sexuales son un
clásico. Yo trabajaba en un hotel donde había muchas camareras de piso árabes y
turcas. Cuando se encontraban látigos o un vibrador entre las sábanas se
deshacían en lágrimas.
Bianca: Hay gente
que exagera. Llamamos a la puerta y nos abren desnudos. Antes de decir:
“¿Podría volver más tarde?” Podrían preguntarlo sin necesidad de abrir la
puerta, ¿no?
Anna: Una vez,
llamé a la puerta. El cliente respondió “¡Adelante!”, y estaba sentado delante
de la mesa de despacho, desnudo como Dios lo trajo al mundo. Le pregunté:
“¿Necesita toallas?”, antes de volver a salir.
¿Han vivido
cosas peores? El político francés Dominique Strauss-Kahn fue acusado de haber
violado a una camarera de piso…
Sophie: Yo nunca
he conocido un incidente de ese estilo.
Vera y Bianca: Yo
tampoco.
Anna: Yo sí,
cuando estaba en formación. Un hombre me hizo ir a su habitación porque la
televisión no funcionaba, decía él. Entré y mientras atravesaba la habitación
oí cómo cerraba la puerta. Cuando llegué a la televisión, me di cuenta de que
estaba desenchufada. Volví a enchufarla antes de lanzar un: “Adiós señor.” Él
dijo: “Ah, no, me va usted a perdonar”. “En absoluto”, contesté yo. Avanzó
hacia mí, yo lo empujé y cayó encima de la cama. Como para abrir la puerta solo
hacía falta apoyarse en el picaporte, pude salir rápidamente.
Bianca: Ni que
decir tiene, que podría haber terminado muy mal.
Anna: Realmente
no pasé miedo. Era más bajo que yo. Me dije a mí misma: “¿Qué es lo que quiere
este?”
Hacen un
trabajo difícil ¿Qué es lo que más les gusta?
Bianca: A mí me
gusta mucho limpiar. Sobre todo, los cuartos de baño. Vemos inmediatamente el
resultado: brilla. Nos ayudamos unas a otras: cuando una termina antes que las
demás, le da una mano a las colegas.
Anna: Por un
lado, trabajamos solas. Por el otro, formamos parte de un grupo solidario.
Cuando hay gripe, la gobernanta ayuda a limpiar.
¿Cómo les
pagan?
Bianca: A mí por
horas.
Sophie: En
nuestro hotel, se paga por habitación. Si el trabajo está mal hecho, les
descuento una habitación.
Bianca: En mi
hotel nos descuentan media hora.
Anna: Cuando era
gobernanta, tuve que hacer eso. ¡Hoy en día me parece escandaloso!
Bianca: Con
frecuencia, las camareras de piso trabajan para una subcontratado externo.
Estas empresas emplean a extranjeras que no conocen sus derechos. Por suerte, a
nosotras nos emplea el hotel. Cuando la carga de trabajo se vuelve
incontrolable, hablamos con nuestro jefe y contratan a más gente.
Suele
sumarse al sueldo las propinas. ¿Esperan eso de los clientes?
Anna: De dos a
tres euros al día por habitación me parece correcto.
Bianca: Cada vez
dejan menos propinas.
Vera: Mi récord,
¡60 euros por una sola habitación!
Bianca: El mío 20
euros.
Vera?: Las
personas que no nadan en la abundancia dejan más propina que los ricos.
Sophie: Se ponen
en nuestro lugar.
Bianca?: Los
ricos encuentran normal que vayamos detrás de ellos. Sin embargo, una jubilada
con pocos medios sabe cómo es de duro ganarse el pan.