No es descabellado afirmar que es una emergencia mundial de salud.
Unas
435 millones de personas sufren alguna de sus variantes. La tipo 1, atribuible
a un ataque del sistema inmunitario contra el páncreas, suele aquejar desde la
juventud y ser de por vida. La tipo 2 es más común y se debe a la resistencia a
la insulina, hormona que ayuda al cuerpo a absorber la glucosa en la sangre.
Además, 345 millones de pacientes presentan síntomas de prediabetes: 1 de cada
10 padecerá el segundo tipo si no reciben atención.
No
obstante, hay buenas nuevas: en los últimos años, bastantes tratamientos contra
el padecimiento, desde fármacos hasta procedimientos quirúrgicos y dispositivos
de alta tecnología, han estado arrojando resultados alentadores. Si bien es
demasiado pronto para cantar victoria, estos adelantos son una esperanza para
los diabéticos: eficaces en el presente y con un futuro prometedor. Aquí seis
de ellos.
En caso de
prediabetes
Programa para la
prevención de la diabetes
¿Que es? Hace un año, Pamela
Hancock no habría dudado en cenar con una docena, o más, de papas horneadas en
manteca como guarnición o comer una generosa rebanada de torta de chocolate
como postre. “Conocía los principios de la buena alimentación, pero con el
tiempo fui comiendo más y más”, señala Hancock, inglesa de 67 años. Hace seis
meses, el médico, preocupado por el riesgo inminente de que el sobrepeso y la
hipertensión de su paciente la hicieran desarrollar diabetes, le pidió
inscribirse a un programa preventivo lanzado por el Servicio Nacional de Salud
del Reino Unido. El objetivo de la medida gubernamental es ayudar a los
prediabéticos a ejercitarse, comer de modo saludable y bajar de peso lo
suficiente como para abatir el peligro de que su afección desemboque en
diabetes tipo 2.
“Me
ayudó a perder más de 12 kilos. Y el proceso aún no termina”, presume Hancock.
“Me han enseñado a contar la cantidad de alimento que pongo en mi plato. Ahora
solo como tres o cuatro papas horneadas y mucho menos torta de chocolate. De
hecho, ya no la consumo tan seguido”.
¿Cómo funciona? Este régimen fue
diseñado gracias a los resultados de prestigiosos estudios estadounidenses que
fijan metas para los propensos a padecer esta enfermedad: basta con deshacerse
del 7 por ciento de su peso en nueve meses y hacer 150 minutos de ejercicio a
la semana. “Se demostró que con sencillos cambios en el estilo de vida la gente
en situación crítica aminora el riesgo de sufrir este mal hasta en 58 por
ciento”, explica Stephen Lawrence, médico e investigador de la Unidad de Diabetes
de la Escuela de Medicina Warwick. “Todo esto se consigue sin medicamento
alguno”. Lo importante es prestar atención a las porciones y bajar la grasa.
“Los
adipocitos, en especial los abdominales, liberan hormonas que elevan la
propensión a la diabetes”, informa David Nathan, profesor de la Escuela de
Medicina de Harvard y director de la Clínica de Diabetes del Hospital General
de Massachusetts. “Adelgazar un poco hace la diferencia. Comprobamos que perder
un kilo se traduce en una probabilidad 16 por ciento menor de enfermar de
diabetes en los siguientes tres años”.
Metformina
¿Qué es? Un fármaco que,
según distintas investigaciones, reduce la incidencia de la diabetes tipo 2 en
personas cuya tolerancia a la glucosa ha disminuido. En los Estados Unidos, los
médicos suelen recetarla a los prediabéticos; sin embargo, muchas naciones
todavía no autorizan su uso con el fin de evitar la afección.
“Supongo
que mucha gente lo utiliza con ese propósito, aunque no cuento con evidencia
sólida al respecto”, dice Gojka Roglic, funcionario de la Organización Mundial
de la Salud y experto en el tema.
¿Cómo funciona? La metformina
controla la glucemia al reducir la cantidad de glucosa que libera el hígado.
Los estudios analizados en 2017 por la Universidad Georgetown señalan que este
compuesto redujo el riesgo de tener diabetes tipo 2 en 18 por ciento a lo largo
de 15 años.
En caso de diabetes
tipo 2
Cirugía bariátrica
¿Qué es? Modificar la
configuración del tubo digestivo mediante procedimientos quirúrgicos como la
derivación gástrica (que reduce el tamaño del estómago y lo comunica con el
intestino grueso sin pasar por el delgado) o la gastrectomía en manga (que
merma el tamaño del órgano en un 80 por ciento) es una solución drástica.
Después de todo, se trata de una intervención mayor con riesgos leves, aunque
latentes, de infecciones, hemorragias y problemas gastrointestinales. Además,
la operación por sí sola no soluciona el problema.
¿Cómo funciona? Un estómago menguado
permite a los pacientes limitar su ingesta de comestibles. Aún así, llevar una
dieta saludable resulta imperativo. Según nuevas investigaciones, la cirugía
produce beneficios inocuos y duraderos, especialmente en aquellos
diagnosticados con diabetes recientemente, como John*, estadounidense de 37
años radicado en Alemania, quien lidia con la diabetes tipo 2 desde hace tres
años. Al ver que pesaba 107 kilos y que presentaba hipercolesterolemia e
hipertensión, el doctor le sugirió practicarse una cirugía de derivación
gástrica. “Desde joven me enfrenté a tener que tomar de por vida un medicamento
eficaz contra el padecimiento, pero nocivo en otros aspectos”, relata John.
“Incluso con la glucemia bajo control, la afección es dañina y, en mi caso,
jamás se iba a revertir”.
A
cuatro meses de entrar al quirófano, John ha bajado 24 kilos y ya no toma
medicamentos para la diabetes, la hipercolesterolemia o la hipertensión.
Además, sus niveles de glucosa se encuentran dentro del intervalo normal.
“Estoy mucho más feliz y
saludable que antes de la intervención”, asegura. “Y si bien no lo hice con el
fin de bajar de peso, ese es un beneficio adicional”.
Está
comprobado que quienes se operan dentro de los cinco años posteriores a recibir
el diagnóstico de diabetes tipo 2 tienen entre el 70 y 75 por ciento de
probabilidades de revertir este problema. “Si ha tenido la condición durante
tres o cuatro años, mejorará en semanas; no obstante, si la ha padecido por 10,
recobrar la salud le llevará más tiempo y tal vez no lo logre”, explica el
cirujano de John, Rudolf Weiner, profesor de cirugía en el Hospital
Sachsenhausen de Frankfurt y presidente de la Sociedad Alemana de Cirugía
Bariátrica. “La gente vive más, con mejor calidad de vida y sin tener que tomar
medicamentos o padecer complicaciones”.
En
2016, más de 45 organizaciones médicas respaldaron el uso de la cirugía
bariátrica en casos de obesidad moderada o grave, y diabetes. Para muchos
profesionales, el primer paso en la lucha contra esta última es modificar el
estilo de vida e iniciar tratamiento farmacológico. “Pero cuando alguien tiene
un índice de masa corporal de 40, no tiene sentido intentar adelgazar; es más
razonable optar por la operación”, comenta Weiner. “¿Y si la cifra es menor a
35? Entonces aún existe la posibilidad de alcanzar la meta sin la cirugía; si
uno fracasa, siempre puede recurrir a ella”.
Tratamientos dos en
uno
¿Qué son? Medicamentos que
contienen dos principios activos contra la diabetes; ya son muy comunes. Su
disponibilidad varía en cada país. Gracias a este adelanto, los pacientes ahora
toman menos comprimidos, lo cual les permite seguir las indicaciones médicas
con mayor facilidad. “A algunos les recetan tres fármacos diferentes”, señala
Lawrence. “Y eso es solo para la diabetes; mucha gente necesita, además, otros
para la hipertensión y el colesterol”.
¿Cómo funciona? El uso de
tratamientos dos en uno contra la diabetes tipo 2 se expande a gran velocidad.
Hoy en día, hasta 43 por ciento de los enfermos toma dos o más pastillas, de
acuerdo con un estudio internacional en 70.657 aquejados. Los productos dos en
uno podrían ayudarles a llevar vidas más sanas.
“Está
comprobado que recetar menos medicamentos a las personas se traduce en mayor
cumplimiento de la receta”, precisa Lawrence.
En caso de diabetes
tipo 1
Páncreas artificial
¿Qué es? A sus 44 años,
Anthony Tudela de Vizille, Francia, practica esquí, snowboarding (deporte que
consiste en deslizarse por la nieve sobre una tabla) y ciclismo de montaña sin
preocuparse por que el esfuerzo físico intenso detone episodios de hipoglucemia
(bajos niveles de glucosa en la sangre). Desde 2017, utiliza un páncreas
artificial en etapa experimental conocido como Sistema Diabeloop DBLG1, que
mide la glucemia cada cinco minutos y la mantiene dentro de los parámetros
recomendados. Antes de ejercitarse o comer, Tudela captura la información en la
interfaz del Sistema Diabeloop en su teléfono celular para que el dispositivo
ajuste los niveles de insulina a sus necesidades. El aparato monitorea las
concentraciones de glucosa con frecuencia; así que si Tudela comete errores de
cálculo, no sufrirá las consecuencias. “Puedo comer azúcar y 15 minutos después
mi glucemia está en orden”, apunta Tudela, quien recibió el diagnóstico de
diabetes tipo 1 a los 7 años.
Antes
de usar el páncreas artificial, Tudela lograba controlar sus niveles de glucosa
en sangre solo entre el 30 y el 40 por ciento del tiempo. Su porcentaje de
hemoglobina A1C era de entre 11 y 12 y experimentaba episodios constantes de
hipoglucemia.
Con
el instrumento, la glucemia de Tudela se encuentra bien 76 por ciento del
tiempo. Su porcentaje de hemoglobina A1C descendió a 7,5 y ya no se le baja el
azúcar gracias a que el dispositivo lleva un estricto control.
“Con
esta máquina me siento libre, puedo vivir como si no fuera diabético”, revela
Tudela. “Pero uno debe confiar en la tecnología. Tras décadas de haberme hecho
a la idea de tener que controlar la diabetes, de responsabilizarme por ella, de
pronto aparece este aparato para tomar las riendas. Así que hay que relajarse,
y no siempre es fácil”. Aunque el páncreas artificial aún no está a la venta,
eso podría cambiar pronto. Diabeloop está tramitando la autorización para
comercializar el DBLG1 y es posible que obtenga dicho permiso en cuestión de
meses.
¿Cómo funciona? Tal y como el
páncreas humano saludable, el dispositivo detecta las concentraciones de
glucosa en sangre automáticamente. Está equipado con un aditamento llamado
glucómetro continuo y una bomba de insulina que procesa los datos para liberar
la cantidad exacta de esta hormona a cualquier hora. Esto disminuye la
necesidad de pinchazos en el dedo, extracciones sanguíneas, inyecciones o de
programar manualmente la bomba de insulina. “Los implementos convencionales se
limitan a administrar el fármaco conforme al régimen diseñado por el médico”,
resume Pierre-Yves Benhamou, encargado del Departamento de Endocrinología y
Diabetología del Centro Médico de la Universidad de Grenoble, en Francia, y
miembro del equipo que desarrolló el sistema. “El DBLG1 es distinto. La
cantidad de insulina que libera siempre se ajusta a la glucemia del paciente”.
A la fecha, solo se han realizado estudios clínicos en adultos con diabetes
tipo 1; todavía falta probar el dispositivo en niños.
Trasplante de células
pancreáticas
es? Richard Lane, del Reino Unido, solía volver en sí en la sala de urgencias
de algún hospital tras haber caído en coma hipoglucémico. Lane, de 75 años,
recibió el diagnóstico de diabetes tipo 1 en 1976 y durante mucho tiempo, hasta
2004, vivió sin poder anticipar estos incidentes. “Era terrible”, explica Lane,
primer embajador y expresidente de la asociación Diabetes UK. “Despertaba en
distintas clínicas. Era una pesadilla para mi esposa, quien al verme salir de
casa se preguntaba si recibiría otra llamada de emergencia de alguna
ambulancia”.
En
el 2004, Lane experimentaba entre cuatro y seis eventos graves de hipoglucemia
por semana, casi sin previo aviso. Cuando el médico le presentó la posibilidad
de volver a detectar los síntomas de que iba a colapsar mediante un tratamiento
experimental, no lo dudó ni un segundo.
En el páncreas, las células del islote de Langerhans se encargan de
sintetizar la insulina y su muerte da pie a la diabetes tipo 1. ¿Sería posible
curar la enfermedad con un trasplante de células pancreáticas sanas? Este
procedimiento es, hoy en día, una realidad en varios países. Incluso su costo
es cubierto por el estado. Lane recibió tres trasplantes en 2004 y 2005. En
cuestión de meses, se convirtió en la primera persona del Reino Unido con
diabetes tipo 1 en dejar de administrarse insulina gracias la intervención.
Pasado un año, tuvo que volver a utilizar la hormona y unos años más tarde las
células trasplantadas murieron. No obstante, Lane aún está agradecido. “El
objetivo principal no era liberarme de la insulina, sino recobrar la capacidad
de percibir los signos de un posible episodio de hipoglucemia”, señala Lane. “Y
ese efecto aún persiste. Así que sigo gozando las ventajas de la intervención”.
¿Cómo funciona? No todos son
candidatos a este tratamiento. “Solo es para aquellos que no han respondido a
las terapias convencionales”, indica Paul Johnson, profesor y director del
Programa de Trasplante de Células Pancreáticas en la Universidad de Oxford. “El
requisito es haber usado las bombas de insulina y medicamentos más modernos, y
aún así ser incapaz de experimentar los síntomas de una posible hipoglucemia”.
Es mucho menos invasivo que un trasplante de páncreas. Las células del islote
de Langerhans se inyectan en el hígado a través de la vena porta, donde
empiezan a funcionar como lo harían en el páncreas. (Las células no se
implantan en el órgano debido al elevado riesgo de complicaciones.) “No se
trata de una cirugía mayor”, aclara Johnson. “Es como recibir líquidos con una
sonda. En el Reino Unido, casi todos los trasplantes se practican en
radiología; el receptor está despierto y se le aplica anestesia local en el
hígado y un sedante”. La mayoría de ellos se somete a dos procesos consecutivos
para garantizar la eficacia del tratamiento y la viabilidad de las células
pancreáticas. (Si bien las células pueden sobrevivir mucho tiempo, tienden a
funcionar bien entre tres y cinco años.) Los que se someten al procedimiento
deben tomar inmunodepresores (fármacos contra el rechazo que producen bastantes
efectos secundarios) de por vida. Muchos
logran liberarse de la insulina por algún tiempo. En un estudio reciente, 48
personas con diabetes tipo 1 muy difícil de controlar (que sufrían episodios de
hipoglucemia potencialmente mortales) recibieron un trasplante de células
pancreáticas; en el 52 por ciento de los casos, la concentración de glucosa en
la sangre se mantuvo dentro de niveles saludables sin la hormona durante un
año.
“Aun
cuando este método no libere a los pacientes de la insulina, podría salvarles
la vida ya que evita muertes súbitas por incidentes no detectados de
hipoglucemia. También mejora la calidad de vida al prevenir complicaciones como
ceguera, insuficiencia renal y cardiopatías, condiciones vinculadas a la
hiperglucemia no controlada”, concluye Johnson.