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Reglas para conducir con mal tiempo

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Cuando salgas a la ruta en condiciones desfavorables, priorizá siempre la seguridad antes que la puntualidad. Es mejor llegar tarde pero seguro, que arriesgarse de manera innecesaria.

 

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Antes de salir:

conocé tu vehículo. Familiarizate con la posición y el funcionamiento de los controles. Planificá el recorrido para evitar rutas secundarias, y memorizalo, para no distraerse luego mirando indicaciones o un mapa. Sintonizá la radio con los reportes de vialidad.

 

Ante mal tiempo:

las reglas fundamentales son reducir la velocidad y mantener la distancia. Cuando llueve, necesitás calcular más distancia, y cuando las rutas están congeladas las distancias de frenado pueden aumentar hasta diez veces. Cuando se reduzca la visibilidad por neblina, niebla, lluvias intensas, o tormentas de nieve, mantenete bien atrás del vehículo que esté adelante. Cuando no puedas ver más de 100 m, usá los faros.

 

(Foto: Jaromir Kavan / StockSnap)

 

Con fuertes lluvias:

calculá el doble de la distancia de frenado normal y revisá los frenos. Presioná suavemente el pedal del freno de vez en cuando para que la fricción ayude a mantenerlos secos. Conducí con las luces intermitentes para disminuir el resplandor, y colocá los limpiadores en modo rápido.

 

Si las llantas pierden el control y te encontrás patinando:

no frenes, disminuí la aceleración para bajar la velocidad gradualmente. Sujetá fuertemente el volante y preparate: cuando las llantas retoman el control, pueden hacer que el vehículo vire bruscamente y debés prepararte para continuar conduciendo.

 

No conduzcas en aguas estancadas:

menos si son demasiado profundas para su vehículo. Conducí lentamente por agua poco profunda, manteniendo las revoluciones altas y usando una marcha baja; luego, probá los frenos inmediatamente ya que resulta seguro hacerlo.

 

(Foto: Bykst / Pixabay) 

 

Con vientos fuertes:

los vientos fuertes pueden sacudir un vehículo y dificultar la dirección, como también, volar ramas de árboles y otros restos en el camino. Mantenete atento a los peligros y sostené el volante firmemente con ambas manos, en especial cuando te adelantás a otro vehículo. En particular, tené cuidado con las casas rodantes y las bicicletas, que pueden salirse del camino.

 

(Foto: Svenathomas / Pixabay) 

 

Con nieve y hielo:

usá zapatos cómodos y secos, no conduzcas con botas pesadas que te dificulten el uso de los pedales. Esperá hasta que se desempañe el parabrisas completamente. Retirá la nieve del techo para que no se deslice hacia el parabrisas. Las maniobras suaves y la velocidad constante son la forma de avanzar. Arrancá el vehículo en segunda para evitar que gire sobre sí mismo. Si conducís un vehículo automático, comprobá que sepas cómo cambiar a una velocidad inferior, para reducir la dependencia de los frenos. Si tenés una marcha en modo ‘invierno’, seleccionala: traba la primera marcha para reducir los giros. Conducí a velocidad baja con la marcha más alta posible y no frenes ni aceleres bruscamente. Antes de frenar, pasá a marcha baja más rápido de lo normal para desacelerar el auto; luego, si no tenés un frenado antibloqueo, aplicá una suave presión de bombeo.

 

Si sentís la dirección liviana:

o también si las llantas en la superficie de la ruta están silenciosas de manera extraña, se puede tratar de hielo, entonces usá las marchas para reducir la velocidad. Si el auto patina cuando frena y es de caja manual, soltá el freno y presioná el embrague.

 

Para subir una colina:

bajá una marcha para aumentar la velocidad; luego, mantené una marcha constante. Al descender, usá una marcha baja para evitar tener que frenar.

 

Frená bien antes de una curva:

es demasiado fácil perder el control en las curvas. No gires el volante; manejá con suavidad.

 

Si el vehículo queda atrapado en la nieve:

enderezá la dirección, quitá la nieve de abajo de las llantas, usá un trapo viejo delante de las ruedas motrices para que se agarren y acelerá con suavidad.

 

Con tormenta de nieve:

cuando los limpiadores no tienen fuerza para limpiar el parabrisas, abandoná el viaje y buscá refugio. Una fuerte caída de nieve puede volver intransitables las rutas en cuestión de minutos. Si quedás atrapado en tu vehículo, envolvete con trapos, sacos, mantas –incluso con periódicos–. Usá la gasolina con moderación, encendiendo el motor y la calefacción durante 15 minutos por cada hora, con la ventanilla apenas abierta. Si otros automovilistas también están atrapados, ‘compartí’ el auto para aumentar el calor, ahorrar gasolina y darse ánimo.

 

(Foto: Cómo resolver casi todo)

 

Cómo preparar el auto para el mal tiempo

 

No conduzcas en condiciones extremas si no es necesario. Pero en todo caso, siempre prepará tu vehículo realizando las siguientes revisiones.

 

  • Limpiá el parabrisas y los espejos; eliminá el hielo de todas las ventanillas.
  • En invierno, cargá anticongelante y descongelante para parabrisas.
  • Revisá la batería, ya que la calefacción, las luces y los limpiadores la consumen.
  • Revisá la presión y el rodamiento de las llantas, incluyendo la de repuesto.
  • Asegurate de que todas las luces funcionen, incluyendo los faros de niebla.
  • Asegurate de tener todo lo necesario para una emergencia: descongelador, espátula, celular, linterna, cable de remolque, pasa corriente, gato y llanta de repuesto, pala, triángulo de advertencia, costal o trapos para colocar debajo de las llantas atascadas, vestimenta extra, mantas, bebida caliente en termo. Cuando nieve fuerte, quizá hasta necesites cadenas.
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