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Nos vamos a una boda

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Atención parejas con hijos: si cada vez que deben salir de casa en familia es una odisea llena de impedimentos, desprolijidades, contratiempos e inevitables atrasos, no se pierdan esta nota que les sacará una sonrisa.

1 pm: Le explicamos a nuestra hija menor que nadie se pone zapatillas para ir a una boda.

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1:10 pm: Mi esposo no encuentra el mapa para llegar a la iglesia.

1:15 pm: Alguien tira base de maquillaje en nuestros zapatos de gala color crema.

1:20 pm: Al limpiar los zapatos, se ponen de un tono amarillento.

1:25 pm: Nuestra hija mayor nos aconseja untar base a todos los zapatos.

1:30 pm: Nos cambiamos de zapatos.

1:35 pm: Nos cambiamos de vestido. Nuestra hija menor encuentra el mapa debajo del sofá.

1:40 pm: Mi marido se irrita: “¿A quién le importa tu ropa? De todos modos, antes de la medianoche todos estarán borrachos”.

1:50 pm: Nos ponemos de nuevo el primer atuendo con otros zapatos. Por fin, partimos.

2 pm: Hace calor y mi esposo empieza a sudar; notamos que no se puso desodorante.

2:20 pm: Nuestra hija mayor pide que encendamos la radio.

2:45 pm: Todos cantamos y pasamos la salida 5 de la carretera.

2:55 pm: En la salida 6, retornamos.

3:10 pm: El GPS dice que doblemos a la izquierda “lo antes posible”. Terminamos en un camino rural.

3:12 pm: Llega una mujer con un perro. Nos grita: “¡Esto es propiedad privada!” Ofrecemos disculpas. Nos dice que debemos “ir a la derecha, luego a la izquierda, después a la derecha en el cruce y luego todo recto”.

3:45 pm: Entramos a la iglesia, y no reconocemos a ninguno de los otros invitados.

3:50 pm: Tampoco reconocemos a la novia. Revisamos la invitación: nos equivocamos de iglesia.

4:10 pm: Por fin llegamos a la iglesia correcta. Es un alivio ser los primeros en llegar.

4:20 pm: Miramos la invitación otra vez: la boda es la semana que viene.

 

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