Slow Food nació en 1989 en oposición al «fast food» y a la «fast life», para recuperar las tradiciones alimentarias locales y luchar contra la pérdida de interés por nuestros alimentos, su sabor y sus orígenes.
El slow food es un organización que surge como respuesta a la cultura de comida industrial y rápida, más conocida como “fast food”. Esta cultura, a su entender, es la responsables de estandarizar los procesos y generar sabores artificiales en los alimentos. Así mismo defiende la biodiversidad en la oferta alimentaria, impulsa la educación del gusto y pone en contacto a productores de alimentos de calidad y a coproductores a través de múltiples iniciativas.
Slow Food nació en 1989 en oposición al «fast food» y a la «fast life», para recuperar las tradiciones alimentarias locales, luchar contra la pérdida de interés por nuestros alimentos, su sabor y sus orígenes, y para demostrar cómo nuestras decisiones alimentarias influyen en el mundo. Hoy Slow Food es un movimiento presente en 150 países con una red de 100.000 socios agrupados en asociaciones locales llamadas conviviums que trabajan para defender su cultura alimentaria local. En la Argentina hay actualmente 7 grupos desarrollando sus actividades. Como premisa básica, busca promover una nueva cultura basada en la lentitud, el conocimiento, la solidaridad y la hospitalidad. Su objetivo son: reencontrar el placer de la buena mesa, incentivar la buena gastronomía, el buen vino y proporcionar la educación de los sentidos para redescubrir la riqueza de los sabores y aromas. Cabe destacar que intenta impedir la desaparición de los alimentos y sistemas de producción artesanal, así como también promueve la producción orgánica. En la búsqueda de cumplir sus objetivos, podemos encontrar las siguientes acciones concretas:
– Organiza los Laboratorios del Gusto, en donde se profundiza sobre la calidad de los distintos alimentos y métodos de elaboración.
– Desarrolla programas de educación del gusto para adultos y niños
– Por medio del Arca del Gusto, Slow Food busca encontrar, catalogar y dar a conocer sabores olvidados y tesoros alimentarios amenazados. Según Slow Food la alimentación debe ser buena, limpia y justa. Los alimentos deben tener buen gusto, deben ser producidos sin dañar el ambiente, las especies animales y nuestra salud, y los productores deben ser retribuidos justamente. Los miembros se consideran coproductores y no consumidores que tienen el derecho fundamental al placer. Su responsabilidad, proteger un patrimonio alimentario, tradicional y cultural.
(Fuente: www.cocinerosargentinos.com)