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¿Por qué comemos lo que comemos?

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Conocé algunos consejos clave para cambiar los malos hábitos a la hora de comer.

Antes de hablar sobre qué comer, pensemos un poco sobre por qué comemos. ¿Por qué los franceses no engordan? Es simple: no se exceden en la alimentación. Por supuesto, todos comemos por sentir un hambre genuino, por lo menos en algunas ocasiones. Y si esa fuese la única razón (y si nos detuviéramos al sentirnos satisfechos) podríamos decirle adiós a la obesidad y a la diabetes, dos de los factores que aumentan el riesgo de cardiopatías. Pero hoy en día, son más las razones por las que abrimos la heladera. ¿Alguna vez sintió esas ansias abrumadoras de engullir algo en particular, como galletitas de manteca bañadas en chocolate o helado de crema? Ese es un signo de que sus emociones están comenzando a influir sobre sus hábitos alimentarios. ¿Y ese deseo arrollador de comer algo, cualquier cosa, salada o dulce? Esto es un buen indicador de que la industria alimentaria moderna se ha apoderado de sus papilas gustativas y lo lleva a consumir más de lo que su cuerpo realmente necesita, solo para obtener esa dosis extra de sal o azúcar. Ambos fenómenos dificultan la pérdida de peso y pueden atentar contra sus esfuerzos de seguir una dieta saludable.

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Aprender cómo controlar estos impulsos le permitirá elegir alimentos saludables y realizar (y disfrutar por completo) los cambios recomendados en su dieta.

Consejos para cambiar malos hábitos

Cambiar la forma en que actuamos frente al estrés y los problemas emocionales en la vida es difícil. Algunos expertos lo comparan con un fumador que intenta romper con los impulsos psicológicos que lo llevan a encender otro cigarrillo. Comience por identificar los sentimientos que lo hacen comer cuando realmente no lo necesita, tal como el fumador debe encontrar las conductas que lo hacen recurrir al tabaco. Una forma de hacer esto es tener a mano un anotador de cocina. Después de servir la comida en su plato tómese un minuto para anotar lo que siente antes del primer mordisco. ¿Está ansioso? ¿Enojado? ¿Triste, aburrido u ofendido? Tome nota de sus sentimientos, luego coma. Más tarde, mientras come, deténgase y escriba cómo se siente. Si siente una mejora considerable ha podido establecer las emociones que dominan sus hábitos alimentarios. La comida no puede resolver los problemas de su vida. Puede hacerlo sentir mejor temporalmente, pero otras estrategias también podrían resultar beneficiosas. A continuación, encontrará soluciones que lo ayudarían a superar el momento del deseo de comer, después del cual estaría fuera de peligro.

Salga a caminar

Si está aburrido, estresado o incluso enojado, es posible que una caminata corta al aire libre sea más efectiva para su estado de ánimo que un plato colmado.  Probablemente sus ansias desaparezcan o disminuyan en gran parte cuando termine esta actividad. No coma para relajarse; en cambio, relájese y después coma. Cuando llegue a su casa después de un día largo y ajetreado, es posible que se sienta tentado por comer galletitas, papas fritas, o cualquier cosa que ya esté lista para meterse en la boca, que lo sacará del apuro hasta la hora de la cena. Pero gran parte de este hambre es, en realidad, nervios o tensión. La próxima vez, intente esto: al llegar a su hogar dedique 20 minutos con sus hijos, estire los músculos por un rato, tome una ducha caliente, corte el césped de su jardín, o haga algo que realmente lo distienda. Notará de repente que no se muere de hambre ¿verdad?

Evite comer solo

Por supuesto, en ocasiones es imposible. Pero si planifica la mayor cantidad de comidas que pueda con su familia o sus amigos, disfrutará de este momento mucho más, comerá más lentamente, y luego se sentirá lleno. Además, el contacto social lo ayudará a calmar el estrés, otra fuente de alimentación emocional. Los investigadores abocados a las dietas han descubierto que aquellos que comen por lo menos una vez por semana con sus familias (generalmente, la cena) tienen más posibilidades de ser más delgados, ingerir alimentos más saludables, y tienen menos riesgos de sufrir enfermedades graves, como cáncer y cardiopatías. Por cierto, si su familia se sienta al frente del televisor, se pierde todos los benefi cios. Asimismo, es menos probable que se exceda en la siguiente comida.

Coma únicamente en la mesa

Muchos estudios de investigación sugieren que al comer en el sillón, en el escritorio, en el auto, o de pie en la cocina, el cerebro no siempre registra el hecho de que usted ha comido, y eso puede llevar a sentir hambre y a alimentarse en exceso más tarde durante ese día. Incluso cuando ingiere un bocado, tómese el tiempo de ponerlo en un plato y luego siéntese a la mesa con un vaso de agua con o sin gas para acompañarlo. Detenerse para retirar el plato y los utensilios (o una servilleta) le dará la oportunidad de reflexionar sobre si está realmente hambriento o solo busca algo para satisfacer su impulso. También lo fuerza a focalizarse en lo que va a consumir, y así se registrará en su cerebro.

Dígales “sí” a los alimentos adecuados

Cuando intente cambiar su forma de alimentarse, quizá comience a sentir que está sacrifi cándose todo el tiempo. Pero con un leve cambio de perspectiva, es posible que, en lugar de eso, sienta que está dándose el gusto. Concéntrese en los alimentos saludables que realmente le gusten. Reflexione acerca de cuánto disfruta de ellos y luego satisfaga su impulso cuando sienta ansias por comer. Piense en frutos rojos con leche, verduras con quesos untables, y jugosas peras con sabrosos quesos.

Un extracto del libro Dieta milagrosa para un corazón sano, en el que se reflexiona sobre qué ingerimos y lo que puede provocar en nuestra salud.


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